Neobancos: ventajas y riesgos
La consultora tecnológica francesa Capgemini afirmó que existe preocupación entre los directores de bancos por el crecimiento de las nuevas empresas de banca digital, conocidas como neobancos. De acuerdo con Elias Ghanem, ejecutivo de Capgemini, las principales razones por las que la banca tradicional pierde usuarios ante las también denominadas fintech (instituciones financieras basadas en la implementación de tecnología) son la preferencia de los clientes, en particular los jóvenes, por las transacciones sin acudir a sucursales físicas; las tasas de interés competitivas que ofrecen estas plataformas; la atención es personalizada; la eficiencia del trato al cliente y las asesorías a la medida de sus necesidades.
Es evidente el auge de los neobancos en México y su integración orgánica con el sistema de compras y pagos digitales. Así, en un solo año, una de estas compañías sumó 4.8 millones de clientes para llegar a un total de 5.2 millones, lo que la situaría como la quinta institución financiera con más usuarios de banca móvil, por delante de casi todos los bancos de la vieja guardia, los cuales han intentado atenuar esta tendencia mejorando sus interfaces de banca en línea y ampliando el número de operaciones que pueden realizarse en ella.
Más allá de la preocupación de los bancos por proteger un negocio que han explotado de manera casi monopólica (los cinco más grandes concentran 70 por ciento de las ganancias netas de todo el sistema), el apogeo de las fintech plantea desafíos que no pueden ser ignorados. Su propia naturaleza virtual se traduce en dificultades para regular y supervisar su funcionamiento, lo cual podría dar pie a abusos y desestabilizar el sistema. Los elevados rendimientos de sus productos de inversión han sido un exitoso reclamo para atraer clientes y captar recursos millonarios, pero podrían ser insostenibles en el largo plazo, basarse en esquemas débiles de capitalización y crear burbujas especulativas.
La experiencia histórica debe mantener en alerta a la sociedad y a las autoridades mexicanas ante el riesgo de comportamientos bancarios irresponsables de la banca, sean tradicionales o de nueva generación. No puede pasarse por alto, además, que el modelo de negocios de los neobancos se basa en brutales recortes de costos, sobre todo en lo laboral: una plantilla reducida al mínimo, tercerización y ausencia de sindicatos u otras formas de amparo de los derechos de sus trabajadores son la norma en el sector.
El gobierno y sus órganos reguladores deben redoblar su atención ante el crecimiento de las fintech, así como ajustar el marco legal a esta realidad a fin de brindar certeza a los usuarios de servicios financieros. Por su parte, los bancos tradicionales no pueden limitarse a denunciar los riesgos de estas plataformas o creer que la preferencia de los jóvenes por el entorno digital es la única explicación para el éxito de sus nuevos competidores: han de reconocer, en cambio, los múltiples abusos que provocan la desafección de los clientes y la propensión a mudar sus ahorros y sus créditos a otras compañías.
En tanto no se erradiquen el injustificable diferencial entre las tasas de interés que cobran y las que pagan, las comisiones excesivas, la indefensión en que dejan a las víctimas de fraudes por falta de inversión en ciberseguridad, entre otras prácticas, los usuarios seguirán migrando a las nuevas empresas, sin importar lo mucho que las tradicionales se actualicen en digitalización.