Argentina: Cierre de año recargado

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Eduardo Lucita

Este fin de año todo parece favorecer a Milei y su gobierno. Capitaliza la momentánea estabilización alcanzada, domina el centro de la escena política mientras que el malestar social, producto del brutal ajuste, no parece hacerle mella. Las elecciones del 2025 ya están en el horizonte.

El propio presidente de la Nación, Javier Milei, se ufana de que la población argentina tuvo que soportar “el ajuste más grande de la historia de la humanidad”, como también se ufana de los despidos y reducciones de dependencias en el Estado nacional, mientras promete que en el 2025 seguirá con el plan motosierra.

Los números del ajuste

De acuerdo con los datos aportados por el informe del Sector Público Nacional para los primeros 11 meses del año el superávit financiero al 31 de diciembre próximo sería del 0.3% mientras que el primario alcanzaría al 1.9%. Estos resultados anuales positivos no son producto de aumentos en la recaudación, que en general bajó en términos reales, sino por la reducción del gasto público que a fines de este año alcanzará al 30%.

El total del ajuste sería del orden 4.4% del PBI, poco más de 36.500 millones de dólares. Hay que retroceder a 1985, cuando el Plan Austral, para encontrar un ajuste del 4.6%. Es decir que mal que le pese a Milei, sería el segundo ajuste más grande…Si se tiene en cuenta que 2023 cerró con un déficit de 4.1% se puede tener una idea de la magnitud del ajuste operado en los últimos doce meses.

Quiénes lo pagaron

Entre los principales ítems que explican la reducción del gasto están, en primer lugar jubilaciones y pensiones que aportaron el 21% de la reducción, luego la inversión pública con 15%, en tercer lugar transferencia a las provincias con el 16%, finalmente planes sociales 12% y subsidios a la energía y salarios públicos con 9% cada uno. Es claro que el grueso del ajuste en este 2024 recayó sobre la población trabajadora.

Una porción importante de la población se mantiene por debajo de la línea de pobreza mientras que domina la informalidad en el mercado de trabajo. Datos recientes del Observatorio de la Deuda Social de la UCA estiman que la pobreza descendió en el tercer trimestre al 38.9% y la indigencia al 8.5%, claro que comparado con el segundo trimestre, no con igual período del año anterior.

Semejante ajuste llevó a la economía a la recesión, siendo los sectores más afectados la construcción, la industria y el comercio. Precisamente los sectores que mayor valor agregado aportan y más empleo demandan. La caída del PBI este año alcanzaría al 2.5- 3%, menos de los estimado a mediados del año.

En cuanto al mercado de trabajo los datos del INDEC muestran  que hay más demanda de empleo, que la desocupación subió al 6.9% y que la subocupación trepó al 11.4%. Si se tienen en cuenta que la demanda de trabajo llega al 35.9%, se puede concluir que uno de cada tres trabajadores activos tienen problemas en el mercado de trabajo. En los primeros nueve meses de este año que se perdieron 254.000 puestos de trabajo formales (públicos y privados) mientras crecieron 284.000 en las categorías de monotributistas e informales.

Siempre como promedio los salarios de los trabajadores informales crecieron un 6%, los del sector privado formal recuperaron el nivel de fines del 2023, mientras que los del sector público perdieron más del 15% de su capacidad adquisitiva. Encuestas recientes muestran que más del 50% de los trabajadores formales teme perder el empleo mientras que más del 40% dice haber perdido capacidad de consumo.

Principal objetivo: inflación

El argumento oficial que sostiene el ajuste es el ataque a la inflación. Según la teoría neoliberal la inflación tiene que ver con la emisión monetaria y esta con el gasto público.  Por lo tanto reduciendo el gasto no hay emisión y sin emisión  la inflación pierde fuerza.  Sin embargo hay otras fuentes de emisión, cuando el gobierno compra dólares de exportación tiene que emitir pesos, también emite para pagar intereses de la deuda en moneda nacional.

Sin embargo los dólares de exportación van a reservas por lo tanto la emisión se considera neutra y como últimamente las letras del Banco Central se pasaron al Tesoro Nacional, el central ya no emite para pagar esos intereses, pero el Tesoro no los paga sino que los capitaliza. Por lo tanto no hay emisión pero aumenta la deuda.

Siempre la deuda

La Deuda Pública del Estado Nacional llegó a 456.200 millones de dólares. Se incrementó en 93.500 millones en este año, resultado de que la deuda en moneda nacional creció  62.000 millones, la expresada en moneda extranjera se redujo en 9000 millones mientras que  otros componentes de la deuda total subieron 40.900

Según el propio gobierno el aumento de la deuda es producto del déficit fiscal, pero siguiendo los datos oficiales este año cerraría sin déficit fiscal y sin embargo la deuda creció poco más del 20%. ¿Qué es lo que causa la deuda entonces? la respuesta hay que encontrarla en los límites estructurales del capitalismo argentino que ningún gobierno en las últimas cuatro décadas se animó a remover.

El año próximo vencen servicios de la deuda por 20.000 millones.

Horizonte 2025

Apoyado en una estabilización sustentada en el atraso del tipo de cambio, en un fuerte avance en las desregulaciones, el achique del Estado y una fuerte exposición internacional el gobierno está ya con la mira puesta en las elecciones de medio término del año próximo. Más aún si se presta atención a la cuidada puesta en escena de su presentación por cadena nacional al cumplirse su primer año de mandato puede decirse que ahí el presidente Milei elevo su mirada al 2027.

Tiene a su favor la crisis e impotencia de la oposición sistémica, que en el mejor de los casos logró ciertos avances en el plano parlamentario no mucho más, mientras que, al menos por ahora, parece haber descartado la disputa en las calles. Sin embargo la estabilización de la economía es bastante inestable, podría decirse que atada con alambre y el empoderamiento político, que muestra el presidente al cierre del año, está lejos de ser una consolidación.

Todo es muy frágil y todo está por resolverse. Sería conveniente que la oposición tomara nota que las elecciones del año entrante no son unas elecciones de renovación parlamentaria más. El propio presidente de la Nación las ha planteado como un plebiscito. Hay que recoger el guante. Es posible  conformar una alianza no necesariamente electoral pero que permita plantear de conjunto el carácter plebiscitario de estas elecciones y cómo en ellas está en juego el futuro del país.

La representación parlamentaria de la izquierda anticapitalista (FITU) ha tomado la iniciativa presentando un proyecto de ley para anular la Ley Bases y la ex diputada  Myriam Bregman le acaba de plantear a Unión por la Patria (UxP) impulsar de conjunto una campaña en ese sentido. Es un buen punto de partida.

* Integrante del colectivo Economistas de Izquierda (EDI)