Desintegrar la región, la consigna que impone Washington
Álvaro Verzi Rangel
Fue una semana disruptiva en América latina con la presencia de la jefa del Comando Sur estadounidense en Argentina, coronada con la ilegal invasión armada de policías ecuatorianos a la embajada mexicana en Quito, con el fin de secuestrar al exvicepresidente Jorge Glas, quien había solicitado asilo político en esa sede diplomática. Dos personajes acapararon la atención: el mandatario ecuatoriano Daaniel Noboa y la generala Laura Richardson.
La gran pregunta es si se trata de un error garrafal, provocado por la inexperiencia e impericia del gabinete derechista ecuatoriano o una estrategia calculada, disruptiva y temeraria, apadrinada desde Washington. Los ewcuatorianos recuerdan que incluso, cuando Perú estaba en guerra con Ecuador, no se rompieron las relaciones diplomáticas.
En enero, el asesor especial del presidente Biden para las Américas, Christopher Dodd, y la comandante del Comando Sur, generala Laura Richardson, se reunieron con altas autoridades del gobierno ecuatoriano, incluyendo al presidente Daniel Noboa, en muestra del apoyo de EEUU tras el aumento de la violencia.
Además de la entrega de equipamiento y financiamiento para las fuerzas de seguridad, EEUU previó un plan de seguridad para Ecuador con duración de cinco años con base a un acuerdo de cooperación marítima firmado entre ambas naciones.
Además, Richardson indicó que también se aprobó el “marco bajo el cual el personal militar estadounidense opera en un país extranjero”. Este convenio fue suscrito el 27 de setiembre de 2023, un mes antes de que Guillermo Lasso finalizara su mandato, y tiene como objetivo llevar a cabo operaciones conjuntas “para contrarrestar actividades marítimas transnacionales”. Estos acuerdos, indicó, permitirán más presencia militar estadounidense en Ecuador.
La generala en el faro del fin del mundo
Casi en simultáneo se daba la visita de Laura Richardson, jefa del Comando Sur de los Estados Unidos al extremo sur continental, donde se anunció la construcción de una base naval “conjunta” con Argentina, que habilita la instalación de fuerzas armadas estadounidenses en territorio argentino en el espacio geoestratégico del Atlántico Sur.
Desde Ushuaia, la ciudad más austral del mundo, la generala Richardson observaba toda esta ingeniería política inmersa en la estrategia de los Estados Unidos en Latinoamérica y el Caribe que apunta directamente a la demolición de los lazos de cooperación e integración regional, paso imprescindible paraue Estados Unidos recupere el control geopolítico de lo que llama su “patio trasero”.
Mientras, Milei -disfrazado de militar- aprovechaba la protección de la generala estadounidense para lanzar sus habituales agresiones contra los presidentes progresistas de Colombia y México, tildándolos respectivamente de “terrorista asesino” e “ignorante”. El presidente sorprendió al anunciar durante la medianoche del jueves la instalación de una base naval integrada con Estados Unidos en Ushuaia
El proyecto militar requerirá la aprobación del Congreso, pero el gesto inusual cierra un ciclo y abre otro en la relación con los Estados Unidos, a siete meses de las próximas elecciones presidenciales en ese país.
La legislación argentina establece que tanto las tropas o los elementos que provengan de una nación extranjera con fines militares deberán ser aprobados por el Congreso, a partir de un proyecto de ley que envíe el ejecutivo. En el gobierno especulan que podrían sortear la cuestión castrense con la idea de un Polo Logístico que cuente con financiamiento estadounidense.
Pero luego del anuncio presidencial y de la foto con la representante militar del gobierno estadounidense, todo indica que será una base militar conjunta, en una zona que, además del acceso a la Antártida, está a 670 kilómetros de las Islas Malvinas, ocupadas ilegalmente por el Reino Unido. La cifra para construir la base en Ushuaia podría superar los 400 millones de dólares, especula la prensa argentina.
Una eventual base conjunta con Washington tiene un impacto directo en el tablero geopolítico y también sobre el reclamo de soberanía argentino. Estados Unidos e Inglaterra son socios fundadores de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la colaboración estadounidense fue determinante para la victoria británica en la guerra de Malvinas. Y ese vínculo de cooperación no ha perdido vigencia.
Nueva arremetida contra Venezuela
A todo ello hay que añadir una nueva arremetida contra el gobierno de Venezuela al oficializarse 13 candidaturas presidenciales, doce de ellas de representantes de la oposición, para la elección del 28 de Julio sin la participación de Corina Yoris, la candidata “muletto” de la inhabilitada opositora María Corina Machado.
De lo que se abstienen de decir los políticos de derecha y la prensa hegemónica es que Machado está inhabilitada desde 2015, cuando ejercía como diputada y aceptó ocupar un lugar como embajadora alterna del gobierno de Panamá en una sesión plenaria de la OEA. Allí solicitó que se sancionara a Venezuela mediante la aplicación de la Carta Democrática Interamericana. En cualquier país eso sería traición a la patria, ¿no?
Como era de esperarse, las críticas que encontraron extenso eco en los medios hegemónicos, pero también en algunos mandatarios latinoamericanos .
El tablero parece cambiar desde que Beijing ha respondido de manera explícita al condenar abiertamente la “interferencia externa” en las elecciones venezolanas, eplícitamente contra sanciones económicas y financieras de Estados Unidos y la Unión Europea, presionando para que de alguna forma -lo intena por las malas también- se imponga un candidato opositor.
“Respetamos la independencia nacional y soberana de Venezuela, apoyamos a Venezuela en el avance de las elecciones de acuerdo con su constitución y leyes, y nos oponemos a la interferencia externa en los asuntos internos de Venezuela”, dijo el portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores chino, Lin Jian. Un balde agua fría para muchos. Es poco común que el gobierno chino se exprese de manera tan directa sobre los acontecimientos políticos que tienen lugar en los países latinoamericanos.
Ecuador, huérfano de respaldos
La decisión del gobierno ecuatoriano lo dejó huérfano de respaldos en la región. La condena fue casi unánime en Latinoamérica, incluyendo a la Argentina de Javier Milei. Nicaragua incluso dio un paso más. Rompió relaciones con Ecuador. La actual titular de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la presidenta de Honduras Xiomara Castro,convocó de urgencia al organismo para analizar lo sucedido.
Hasta la Organización de Estados Americanos (OEA) despertó de su cipayismo y se pronunció a través de un comunicado de rechazo de su secretario general, el controvertido Luis Almagro a la medida del gobierno del empresario Daniel Noboa,
En Ecuador hubo estupor. El líder indígena Leonidas Iza,presidente de la CONAIE y la candidata presidencial de la Revolución Ciudadana, Luisa González coincideron en repudiar la medida, mientras la reaparición pública de Noboa fue extrañísima, con apenas veladas referencias al incidente. El excanciller Guillaume Long señaló que “semejante violación del derecho internacional no tiene precedentes en la histoia contemporánea de América latina”.
Desde que los cárteles transnacionales de la droga penetraron sus fronteras, Ecuador no fue más un país seguro para nadie. Ahora tampoco lo es una embajada -la de México en este caso- y la pequeña porción territorial que representa.
Ni en pleno desarrollo del Plan Cóndor ejecutado por las dictaduras del Cono Sur , cuatro décadas atrás, se vio la irrupción de policías encapuchados a la caza de un asilado político en una sede diplomática. Fue un acto de suma gravedad institucional y política por parte de un gobierno elegido en la urnas, infringiendo las leyes internacionales sobre asilo.
Escasos antecedentes
El antecedente amás famoso es el de Víctor Raúl Haya de la Torre, el opositor peruano que se refugió en la embajada de Colombia en los años 50, durante la dictadura del general peruano Manuel Odría, quien rodeó la embajada colombiana con vehículos blindados, creando una especie de estado de sitio que provocó un escándalo internacional.
Ésta fue una de las principales causas de la famosa Convención de Caracas. Esta crisis duró años. Haya de la Torre permaneció mucho tiempo en la embajada colombiana antes de huir a Colombia que le había entonces otorgado el asilo.
En Uruguay, la maestra Elena Quinteros fue detenida el 26 de junio de 1976 dentro de la sede de la embjada venezolana en Montevideo y llevada al centro de torturas “300 Carlos”. Eel espacio de la misión diplomática venezolana había sido violado por las autoridades uruguayas con una persecución en caliente.
En 1981 se produjo un asalto en La Habana contra la embajada ecuatoriana donde se habían refugiado una treintena de cubanos, sin consentimiento de las autoridades diplomáticas ecuatorianas. Los diplomáticos ecuatorianos fueron tomados como rehenes, lo que provocó tensión entre los gobiernos cubano y ecuatoriano de la época.
El último caso fue el de Julian Assange, cuando el entonces presidente de Ecuador, Lenín Moreno, autorizó por escrito a los británicos a entrar en la embajada en Londres para detener al fundador de Wikileaks.
Tampoco llegó tan lejos el régimen de Jeanine Áñez cuando provocó el golpe contra el gobierno de Evo Morales en noviembre de 2019. Una decena de ex funcionarios fue recibida en la legación mexicana en La Paz. Tropas especiales la sitiaron durante semanas pero no ingresaron como sucedió en Ecuador.
México tiene una larga tradición de asilo, que cruza tres siglos: José Martí en 1875, Trotsky en 1937, 25 mil republicanos tras la guerra civil española, Fidel Castro después de la toma fallida del Moncada, el propio presidente argentino Héctore Cámpora perseguido bajo la figura de “delincuente ideológico” y los miles de exiliados argentinos y chilenos en los años ‘70, recuerda Gustavo Veiga.
También la premio Nobel, Rigoberta Menchú; los depuestos presidentes de Honduras y Bolivia, Manuel Zelaya y Evo Morales, son los casos más célebres que recibieron la bienvenida en el país que preside Andrés López Obrador.
Obviamente, si hay autorización, no se puede hablar de violación de la Convención de Viena y del derecho internacional. Así que esta detención de Glas, un episodio extremadamente grave, no tiene precedentes en la historia contemporánea.
Roberto Canseco. jefe de misión mexicano que se encontraba allí –la embajadora mexicana ya había sido declarada persona non grata por el presidente ecuatoriano y se encuentra ahora en México– fue ultrajado, maltratado y violentamente empujado por la policía ecuatoriana.
Ecuador -el gobierno de Noboa- no sólo ha violado la inmunidad del espacio diplomático, sino también la seguridad física de los diplomáticos mexicanos.
*Sociólogo y analista internacional, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)