Colombia: Renta petrolera y tensión necesidad-deseo

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Libardo Sarmiento Anzola

Las agencias calificadoras de riesgo evalúan negativamente la capacidad de pago del país, después que el Gobierno anunciara que el déficit presupuestario y la deuda externa aumentarán este año. Dura realidad. Contrario a lo manifestado por el Presidente: “Colombia no puede seguir sosteniendo su economía con producción fósil”, el plan financiero 2024 muestra que los ingresos fiscales y la economía dependen de las actividades extractivas minero-energéticas.

Deseo. El Presidente Gustavo Petro (2022-2026) es recurrente al afirmar que los países del mundo deben llevar a cero la producción y demanda de petróleo, carbón y gas. “Ni Colombia ni el mundo pueden seguir sosteniendo sus economías con producción fósil”, dijo en la Cumbre sobre Ambición Climática (Nueva York, septiembre 2023).

Necesidad. En el plan financiero 2024 que presentó el ministro de Hacienda Ricardo Bonilla, el pasado primero de febrero, los ingresos fiscales y la economía continúan dependiendo de las actividades extractivas minero-energéticas. La participación de la renta petrolera en los ingresos del Gobierno Nacional Central (GNC) representó el 13,8 por ciento en 2023 y para 2024 se proyecta en alrededor del 12,0. El sector petrolero contribuyó con el 2,6 por ciento del PIB en 2023.

La tensión necesidad-deseo es evidente. Cuando un cuerpo está sometido a la acción de fuerzas opuestas que lo atraen se define como tensión. Las necesidades son imperiosas, insustituibles, internas. Los deseos son contingentes, intercambiables, externos. Es inevitable, el conflicto se encuentra en la base de la vida psíquica. “Lo que en el anverso es azar, en el reverso es necesidad”, escribió el ensayista y poeta argentino Jorge Luis Borges (1899-1986). El Presidente piensa con el deseo. Por ahora, Colombia necesita del petróleo “Como las flores necesitan agua y luz”. No hay nada real que indique que el país dejará de ser, en el mediano plazo, una economía dependiente y que sobrevive gracias a la renta petrolera.

El plan financiero 2024. El Plan incluye las proyecciones que el Ministerio de Hacienda realiza para la economía colombiana 2024, como el crecimiento del PIB, las tasas de interés, de inflación y de cambio, o cómo se comportará la producción y el precio del petróleo. El ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, dijo que el gobierno nacional mantiene la perspectiva del PIB de Colombia para 2024 en 1,5 por ciento, ligeramente superior al estimado del año anterior: 1,2. Según tales proyecciones, la tasa de cambio tendría un promedio en 2024 de $4.317. En cuanto al petróleo, el Ministerio de Hacienda espera que este año esté en USD$78 el barril (1,8% por encima del promedio de 2023 que estuvo en 76,6 dólares); además, calcula que el país producirá 749.000 barriles de petróleo por día (-3,6% inferior a la producción promedio de 2023: 776.958 barriles).

Adicionalmente, el ministro presentó el Plan de Ingresos y Gastos del Estado para este 2024. De acuerdo con el jefe de la cartera, en el escenario fiscal 2024, el Ministerio de Hacienda espera un ingreso de $320 billones, de los cuales $290 billones son por impuestos (90,7%). Además proyecta un gasto por $409 billones. Este complicado panorama fiscal significa que el déficit fiscal aumentará de 4,2 por ciento del PIB en 2023 a 5,3 en 2024. De acuerdo con un estudio reciente de Anif: “en la medida que aumente el déficit fiscal, lo que vamos a observar es un aumento de deuda pública externa importante: las cuentas apuntan a una deuda de 58 por ciento”. Parte del déficit se financiará con desembolsos internos de $53,4 billones, esto es $11 billones más de oferta de TES respecto a 2023”, pronostica Corficolombiana. De acuerdo con la calificadora de riesgo Moody’s Investors Service, el empeoramiento de la situación fiscal de Colombia afectará su sostenibilidad a largo plazo, proyección aún más factible después que el Gobierno dijera que su déficit presupuestario y su deuda se ampliarán este año. Si las agencias calificadoras de riesgo vuelven a rebajar la calificación del país, consecuencia del mayor riesgo, el financiamiento del Gobierno será más oneroso. A mediados de enero de 2024, S&P Global Ratings mantuvo la calificación crediticia de Colombia en BB+, pero bajó la perspectiva de estable a negativa, como resultado de una expectativa de crecimiento menor a la que se esperaba. Adicionalmente, se sabe, los desbalances de las finanzas públicas son inflacionarios y mantienen altas las tasas de interés.

El oro negro. El sistema mundo capitalista es un demandante voraz, insaciable e imparable de energía. El consumo de petróleo a nivel mundial ascendió en 2023 a alrededor de los 102 millones de barriles/día. El petróleo representa una tercera parte de la oferta mundial de energía (su uso es indispensable para el transporte, ya que más del 95% depende de él). En 2023, Colombia produjo en promedio 776.958 barriles de hidrocarburos/día (0,8% del consumo mundial). Colombia explota sus recursos petroleros desde principios del siglo XX, pero sólo a partir de mediados de la década de 1980 se ha convertido en la principal fuente de recursos para el país, en general, y la hacienda pública, en particular. La producción minero energética avanza al ritmo del aumento del precio del petróleo en los mercados internacionales, en cuanto hace más viable, rentable y segura la exploración y explotación de nuevos yacimientos de hidrocarburos. En resumen, la producción de petróleo se hace factible debido al aumento de los precios. Actualmente, el petróleo es el principal bien de exportación de Colombia.

El petróleo es uno de los motores económicos más importantes del país y es el responsable del mayor porcentaje de ingresos por exportaciones y los ingresos fiscales. En el pico del principal auge petrolero del país, entre los años 2011-2015, cuando el Brent se cotizaba a más de $100 dólares por barril, alcanzó a producir un poco más de un millón de barriles diarios. Para esa época, las actividades extractivas minero energéticas representaban alrededor de la mitad del valor de las exportaciones, contribuían con casi el 5 por ciento del PIB y una quinta parte de los ingresos del gobierno, lo que le dio a la economía un impulso notable en los años siguientes (gráfico 1).

Petróleo, economía y tasa de cambio. Una matriz de correlación es una herramienta estadística que muestra la intensidad y la dirección de la relación entre dos o más variables (cuadro 1). Como se señaló, la producción de petróleo está significativa y positivamente correlacionada con el precio del barril en el mercado internacional (0,815). En Colombia, se registra una relación de alta frecuencia entre los precios del petróleo y el tipo de cambio nominal del peso colombiano. La correlación de la tasa de cambio nominal del peso colombiano con la producción física de hidrocarburos es de 0,868 y la conexión con el precio del barril de petróleo es de 0,774 (gráfico 2).

Los tipos de cambio reales efectivos gravitan en torno a los correspondientes costos laborales unitarios reales, ajustados por los efectos de la ponderación bienes comerciales (commodities)/no comerciales. La noción básica de gravitación turbulenta es perfectamente compatible con las desviaciones del tipo de cambio real con respecto a los costos laborales unitarios que cambian lentamente. Las fluctuaciones en los tipos de cambio reales están también vinculados con las variaciones en los tipos de cambio nominales y los niveles de precios nacionales relativos.

Las actividades minero energéticas registran débiles encadenamientos con la matriz productiva del país (gráfico 3). Tampoco son importantes generadoras de empleo formal. Las empresas petroleras (en su mayoría transnacionales) operan como economías de enclave. La evidencia empírica permite observar que el crecimiento económico real presenta una conexión negativa y débil con el volumen de producción de hidrocarburos (-0,272); el precio del barril de petróleo (-0,079); y con la evolución de la tasa de cambio (-0,242). Las actividades extractivas y la renta petrolera generan importantes excedentes económicos pero también, en paralelo, una sociedad conformista, desigual, de poca innovación y baja productividad, adicta a la ley del menor esfuerzo y al asistencialismo. El impacto ambiental negativo también es desmesurado e irrecuperable.

La evidencia histórica ha puesto en duda la creencia derivada de la ideología del crecimiento económico respecto a la posibilidad de mantener a largo plazo un estilo de desarrollo en países periféricos basado en la exportación de recursos naturales y minero-energéticos a cambio de la importación de bienes con alto componente científico-tecnológico característicos de los países centrales y desarrollados del sistema mundo capitalista.

La clase dirigente colombiana se ha esforzado por incorporarse al intercambio internacional con base en la oferta de sus recursos primarios, naturales y minero-energéticos. La economía, en consecuencia, históricamente ha estado estrechamente ligada a las frecuentes y violentas variaciones que experimentan los mercados mundiales de productos básicos y materias primas. Se establece, además, una interrelación estructural entre la inestabilidad de la actividad exportadora y el resto de la economía.

En conclusión, desde la invasión europea y a lo largo de la Colonia y la vida republicana, la historia de Colombia (y en general de América Latina) no es más que la historia de la tasa de extracción de nuestros recursos naturales y minero-energéticos, de las formas foráneas de dominación, de las estrategias y las tácticas de penetración del estilo de desarrollo capitalista. En medio del conflicto que generan los regímenes económico y político hegemónicos de dominación se encuentra la tensión entre la necesidad y los deseos de cambio y transformación.

Encarar esta situación histórica con realismo, valorando de manera crítica el pasado y adecuada al presente para proyectar el futuro deseable, desplegando un juego de escenarios posibles en todos los cuales un actor determinante debe ser la sociedad, así como autonomía, consumo, sin olvidar otros factores –entre ellos producción industrial, agro, soberanía, PIB, ingresos, egresos, cambio climático sostenible–, es un reto por asumir por un gobierno que le haga honor a su pretensión de transformación en todos los órdenes, sin dejarse ganar por la agenda global, los condicionamientos estructurales ni los afanes de protagonismo.

*  Economista y filósofo. Integrante del comité editorial de los periódicos desdeabajo y Le Monde diplomatique, edición Colombia.