Sergio Ferrari
Más allá de los condimentos, los beneficios y las repercusiones geopolíticas de toda confrontación militar, la gran industria bélica mundial sigue siendo la principal beneficiada. Los ingresos en 2023 por la venta de armas y servicios militares de las 100 mayores empresas del sector aumentaron en promedio un 4,2% con respecto al año 2022, alcanzando los 632.000 millones de dólares. Una cifra muy superior a la que se necesitaría para erradicar el hambre en el mundo. Tres de cada cuatro de esas empresas mejoraron sus ingresos, un importante repunte luego del descenso promedio que habían experimentado en 2022.
Este incremento se registró, tendencialmente, en todo el mundo, aunque les reportó cifras particularmente jugosas a las empresas en Rusia y Oriente Medio, como lo reveló la primera semana de diciembre el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI). Conocido en español como Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, esta entidad internacional independiente, con sede en la capital sueca, se dedica a la investigación sobre conflictos, armamentos, control de armas y desarme.
Fundado en 1966, el SIPRI ha proporcionado desde entonces datos basados en informaciones públicas, análisis y recomendaciones y sigue siendo una fuente referencial sobre la temática de la guerra y la paz.
Según Lorenzo Scarazzato, investigador del Programa de Gasto Militar y Producción de Armas del SIPRI, “en 2023 se registró un aumento significativo de los ingresos por armas, y es probable que esta tendencia continúe en 2024”. De todos modos, puntualiza Scarazzato, esos “ingresos de las 100 principales empresas productoras de armas aún no reflejan completamente la magnitud [real] de la demanda, y muchas compañías han iniciado campañas de contratación, lo que sugiere que son optimistas respecto a sus ventas futuras”.
Guerras mediatizadas y conflictos “ignorados”
El Informe ¡Alerta 2024!, publicado por la Escola de Cultura de Pau (Escuela de Cultura de la Paz), de Barcelona, contabilizó en 2023 diecisiete conflictos armados de alta intensidad a nivel mundial (sobre un total de treinta y seis situaciones conflictivas). Los mismos se definen por sus elevados niveles de letalidad (más de un millar de víctimas mortales anuales), graves impactos en la población, masivos desplazamientos forzados y severas consecuencias en el territorio.
Esta organización, dedicada a analizar confrontaciones bélicas, derechos humanos y construcción de la paz, además de los conflictos Rusia-Ucrania e Israel-Palestina, identifica enfrentamientos militares de alta intensidad en Etiopía (en Amhara y Oromia), Malí, la región del Lago de Chad (Boko Haram), el Sahel Occidental, la República Democrática de Congo (región oriental, con dos picos principales), Somalia, Sudán, Sudán del Sur, Myanmar, Pakistán, Iraq, Siria y Yemen. En 2023, en casi la mitad de los casos se observó un deterioro de la situación. La gran mayoría de estas treinta y seis situaciones conflictivas se concentra en África (18) y en Asia y el Pacífico (9).
Con nombre y apellido
Cuarenta y una de las 100 empresas más grandes de la producción y comercialización de armamentos se encuentran en los Estados Unidos y en 2023 declararon ingresos por 317.000 millones de dólares, un 2,5% más que en 2022. Desde 2018, las cinco empresas al tope del ranking mundial elaborado por el SIPRI tienen su sede en ese país: Lockheed Martin, RTX, Northrop Grumman, Boeing y General Dynamics.
Según ese instituto, la industria armamentística europea se muestra relativamente rezagada. Los ingresos por armas de las veintisiete empresas con sede en el Viejo Mundo (excluyendo Rusia) facturaron 133.000 millones de dólares en 2023, lo cual representa un aumento de tan solo 0,2% con respecto a 2022, el más bajo en el mundo. La británica BAE Systems (sexta en importancia); la transeuropea Airbus (12), la francesa Thales (16), la inglesa Rolls-Royce (22) y la alemana Rheinmetall (26) se ubican entre las primeras treinta.
Pero este relativo bajo crecimiento, sostiene Scarazzato, no se debe a una menor demanda sino a que “los sistemas de armas complejos tienen plazos de producción más largos [y, en consecuencia] las empresas que los producen reaccionan de forma más lenta a los cambios en la demanda”.
Sin embargo, varios productores europeos registraron un crecimiento sustancial en sus ingresos, especialmente en concepto de munición, artillería y sistemas de defensa aérea y terrestre, impulsado por la demanda vinculada con la guerra Rusia-Ucrania. Empresas de Alemania, Suecia, Ucrania, Polonia y Noruega, en particular, aprovecharon esa demanda. Por ejemplo, la alemana Rheinmetall aumentó su capacidad de producción de munición de 155 milímetros y de sus tanques Leopard. Buena parte de estas ganancias se debe a transacciones a través de programas de intercambio circular, en virtud de los cuales los países que suministran material militar a Ucrania pueden recibir equipos de reemplazo de sus aliados.
La otra cara de la moneda del conflicto bélico en Europa oriental: las dos empresas rusas incluidas en el ranking de las 100 principales, la Rostec, una corporación estatal que controla a numerosos productores de armamento, en el séptimo puesto, y United Shipbuilding, en el 41, aumentaron sus ingresos un 40%, alcanzando los 25.500 millones de dólares. La mayoría de los analistas, según el informe SIPRI, coincide en que la producción rusa de nuevo armamento militar aumentó sustancialmente en 2023, mientras que el arsenal existente se sometió a una amplia renovación y modernización. Específicamente, más aviones de combate, helicópteros, drones, tanques, municiones y misiles.
También los productores de armas de Oriente Medio experimentaron un crecimiento de ingresos vinculado con los conflictos de Gaza y Ucrania. Seis de las empresas en el ranking de las cien más importantes se encuentran en esa región. Sus ingresos combinados crecieron un 18%, alcanzando los 19.600 millones de dólares. Desde el inicio de la guerra en Gaza, las tres empresas israelíes en el ranking ganaron 13.600 millones de dólares, un récord histórico para ellas. Por su parte, las tres grandes empresas en Turquía contabilizaron un plus de 24%, crecimiento impulsado por las exportaciones para la guerra en Ucrania, así como el empeño del gobierno turco en lograr su propia autosuficiencia en lo que hace a armamento.
Si de Asia se trata, las cuatro empresas con sede en Corea del Sur (y que entran en el ranking de las 100 más importantes) aumentaron sus ingresos combinados un 39%. Por su parte, las cinco principales empresas con sede en Japón crecieron un 35%. NCSIST, la única sociedad taiwanesa en el ranking, ingresó un 27% más que el año anterior. Las tres empresas indias del ranking aumentaron un 5,8%. En cuanto a China, las nueve empresas que hacen parte del top 100 solo crecieron un 0,7%, su menor incremento porcentual anual desde 2019, debido a la actual desaceleración económica de esa nación.
Los perjudicados
Varios organismos internacionales estiman que hacia 2030 casi 600 millones de personas seguirán padeciendo hambre en todo el planeta. Un estudio de noviembre realizado por dos agencias de Naciones Unidas calcula que terminar con el hambre para esa fecha costaría unos 540.000 millones de dólares. Es decir, mucho menos que los ingresos en 2023 de las cien empresas más importantes en el sector de producción y comercialización de armas.
Una gran parte de las víctimas actuales del hambre vive en regiones abrumadas por crueles conflictos bélicos: desde Palestina a Sudán, pasando por la República Democrática de Congo y Malí. Un informe de octubre de la Organización No Gubernamental OXFAM sostiene que el hambre que provocan los conflictos bélicos se cobra hasta 21.000 vidas diarias en todo el mundo. Este documento, titulado Food Wars (Guerras alimentarias), analizó 54 países afectados por conflictos armados y comprobó que los mismos concentran casi la totalidad de los 281 millones de personas que padecen actualmente hambre aguda. Asimismo, dicha realidad bélica ha sido una de las principales causas de desplazamientos forzosos, con una cifra récord mundial en el presente de más de 117 millones de personas.
Las armas matan. Solo en 2023 fueron más de 160.000 las víctimas directas en zonas bélicas. Además, las guerras provocan hambre y miseria extrema, las cuales suman sus propias cifras trágicas al obituario mundial. A pesar de este drama, la carrera armamentista no se detiene. Y los beneficios de la misma se reparten, esencialmente, entre un centenar de grandes empresas de países que alientan o que participan en esa furia bélica: las grandes beneficiarias de las balaceras planetarias.
*Periodista, investigador y analista argentino, radicado en Suiza. Colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)