China frente a Estados Unidos

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Michael Roberts

La economía de EEUU creció un 2,5 % en 2023 con respecto a 2022, según la primera estimación del PIB real para el cuarto trimestre publicada esta semana. La noticia fue recibida con entusiasmo por los economistas ortodoxos occidentales: los EEUU son el motor y se ha demostrado que los “profetas de la recesión” estaban muy equivocados. A principios de la semana, se anunció que la economía china creció un 5,2 % en 2023. A diferencia de lo ocurrido con los EEUU, fue criticado por los principales economistas occidentales como un fracaso total (teniendo en cuenta que China usa probablemente datos falsificados en cualquier caso) y demuestra que China está en graves problemas. Así que China crece al doble de la tasa de EEUU, la economía del G7 con mejor rendimiento en mucho tiempo, pero es China la que “falla”, mientras que EEUU está “en auge”.Los economistas occidentales siguen argumentando que la economía china se está yendo por el desagüe. He rechazado este estribillo familiar en numerosas ocasiones en mi blog. No se debe a que apoye incondicionablemente al régimen del auto-calificado partido “comunista”, sino al contrario. Es porque la crítica occidental no es objetivamente correcta, y también porque el objetivo de esa crítica es destruir el papel predominante del sector estatal en China y su capacidad para sostener la inversión y la producción. La crítica tiene como objetivo distraer la atención de la realidad de que las economías capitalistas occidentales (aparte de los EEUU, al parecer) está sumida en el estancamiento y casi en crisis.

Tomese esto como un ejemplo de la visión occidental de China: “el modelo económico chino se ha quedado sin fuerza y requiere una reestructuración dolorosa”. En realidad, si nos fijamos en la tasa de crecimiento de los EEUU de 2020-23 y la comparamos con la tasa de crecimiento promedio en 2010-19, incluso la economía de EEUU tiene un bajo rendimiento. En la década de 2010, la tasa de crecimiento promedio anual del PIB real de EEUU fue del 2,25%; en la década de 2020 hasta ahora, el promedio es del 1,9 % anual.

Si comparamos la tasa de crecimiento del 5,2 % de China con el resto de las principales economías, la brecha es aún mayor que con los Estados Unidos. Japón creció un 1,5 % en 2023; Francia un 0,6 %, Canadá un 0,4 %, el Reino Unido un 0,3 %, Italia un 0,1 % y Alemania cayó un -0,4 %. Incluso en comparación con la mayoría de las economías grandes y las llamadas economías emergentes, la tasa de crecimiento de China fue mucho más alta. La tasa de crecimiento de Brasil es actualmente del 2 % interanual, la de México del 3,3 %, la de Indonesia del 4,9 %, la de Taiwán del 2,3 % y la de Corea del Sur del 1,4 %. Solo las tasas de la India, con un 7,6 % , y la economía de guerra de Rusia, con un 5,5 %, son más altas (entre las grandes economías).

Hay un intento continuo de deslegitimar las estadísticas oficiales ofrecidas por las autoridades chinas, especialmente la cifra de crecimiento. He discutido la validez de esta crítica en publicaciones anteriores, pero el argumento actual es que las cifras del PIB chino son falsas y si utilizamos otras formas de medir la actividad económica, como la generación de electricidad, la producción de acero o el tráfico en las carreteras y puertos, entonces obtenemos una cifra de crecimiento mucho más baja. Pero incluso si se redujera la tasa de crecimiento en, digamos, un tercio, todavía supondría una tasa que es el doble que la de la mayoría de las economías capitalistas avanzadas y que está por encima de la mayoría de las demás. Y estamos hablando de un gigante económico, no de una pequeña isla como Hong Kong o Taiwán.

Y las cifras de la India deben ser cuestionadas tanto como las de China por los economistas occidentales. En 2015, la oficina de estadística de la India anunció repentinamente cifras revisadas para el PIB. Lo que elevó el crecimiento del PIB en más de un 2 % al año de la noche a la mañana. El crecimiento nominal de la producción nacional estaba siendo “inflado” en términos reales por un deflactor de precios basado en los precios de producción al por mayor y no en los precios al consumidor en las tiendas, por lo que la cifra del PIB real aumentó de alguna manera. Además, las cifras del PIB no se “ajustaron estacionalmente” para tener en cuenta cambios como el número de días en un mes o trimestre o el clima, etc. El ajuste estacional habría mostrado que el crecimiento del PIB real de la India está muy por debajo de la cifra oficial. Se puede encontrar un mejor indicador de crecimiento en los datos de producción industrial. Y eso supone solo un 2,4 % interanual en la India, mientras que la tasa de China es del 6,8 %.

De hecho, el FMI calcula que China crecerá un 4,6 % este año, mientras que las economías capitalistas del G7 tendrán suerte si alcanzan el 1,5 %, con varias de ellas entrando en recesión absoluta. Y si las previsiones del FMI hasta 2027 son precisas, la brecha de crecimiento se ampliará.

Como ha señalado John Ross, si la economía china continúa creciendo un 4-5% al año durante los próximos diez años, entonces duplicará su PIB y, con una caída de la población, aumentará aún más su PIB per capita. “Para alcanzar el objetivo de China de duplicar el PIB entre 2020 y 2035, tiene que alcanzar una tasa de crecimiento promedio anual del 4,7 %. Hasta ahora, desde 2020, China ha alcanzado una tasa de crecimiento promedio anual del 5,5 %, con un aumento promedio anual del PIB per cápita del 5,6 %. Para alcanzar su objetivo de 2035, el aumento del PIB total de China a partir de 2020 tiene que ser del 15,5 % y, de hecho, alcanzó el 17,7 %. La Oficina de Presupuesto del Congreso de los EEUU, que hace las proyecciones económicas oficiales para la formulación de políticas del gobierno de los Estados Unidos, proyecta que la economía de los Estados Unidos crecerá un 1,8 % al año hasta 2033 y un 1,4 % al año a partir de entonces. Incluso si se lograra la mayor tasa de crecimiento anual, la economía de los Estados Unidos solo crecería un 39 % entre 2020 y 2035, mientras que China crecería un 100 %. Es decir, el crecimiento de China sería más de dos veces y medio más rápido que el de los Estados Unidos”.
Pero los economistas occidentales calculan que este objetivo no se alcanzará. En primer lugar, argumentan que la población activa de China está disminuyendo rápidamente y, por lo tanto, no habrá suficiente mano de obra barata para impulsar la producción. Pero una mayor producción no solo depende del aumento de la fuerza laboral, sino sobre todo del aumento de la productividad de esa fuerza laboral. Y como he demostrado en publicaciones anteriores, hay buenas razones para suponer que la productividad laboral de China aumentará lo suficiente como para compensar cualquier disminución en el número de trabajadores.

En segundo lugar, el consenso occidental es que China está sumida en una enorme deuda, particularmente los gobiernos locales y los promotores inmobiliarios. Esto eventualmente conducirá a quiebras y a un colapso de la deuda o, en el mejor de los casos, obligará al gobierno central a exprimir los ahorros de los hogares chinos para pagar estas pérdidas y, por lo tanto, frenará el crecimiento. Estos economistas parecen pronosticar un colapso de la deuda cada año, pero no ha habido un colapso sistémico en la banca o en el sector no financiero.

En cambio, el sector estatal ha aumentado la inversión y el gobierno ha ampliado la infraestructura para compensar la recesión en un mercado inmobiliario sobre endeudado. De hecho, es el sector capitalista de China (basado principalmente en áreas improductivas) el que está en problemas, mientras que el masivo sector estatal de China toma la iniciativa en la recuperación económica.

La realidad es que China sigue liderando los sectores productivos del mundo, como la manufactura. China es ahora la única superpotencia manufacturera del mundo. Su producción supera la de los nueve grandes paises fabricantes subsiguientes juntos. Los EEUU tardaron buena parte del siglo XX en llegar a la cima. China tardó unos 15 o 20 años.

En 1995, China producía solo el 3 % de las exportaciones mundiales de manufacturas. En 2020, su participación había aumentado al 20 %. Lejos de “arrinconar” a China mediante el “desacoplamiento” de EEUU, reduciendo su inversión y demanda de productos chinos, Estados Unidos depende más de las exportaciones chinas que viceversa.

 

Y China está cerrando la brecha con los EEUU en productos de alta tecnología, incluidos semiconductores y chips.

China todavía tiene un trecho que recorrer para superar el poder económico combinado de las economías imperialistas, pero está cerrando la brecha. Esto es lo que preocupa a los EEUU y a sus aliados.

Pero, según los economistas occidentales, el énfasis de China en la producción manufacturera y la inversión en infraestructura y tecnología en vez del aumento del consumo doméstico es el modelo equivocado para el desarrollo. Según la teoría neoclásica (y keynesiana), es el consumo lo que impulsa el crecimiento, no la inversión. Por lo tanto, China necesita desmontar su sector estatal demasiado grande, reducir los impuestos a las empresas privadas y desregularizar para permitir que el sector privado expanda las ventas de bienes de consumo.

Pero, ¿la gran cuota de consumo en las economías occidentales ha conducido a un PIB real y un crecimiento de la productividad más rápidos, o en su lugar a fracasos inmobiliarios y crisis bancarias? ¿Y no es verdad que una inversión más productiva impulsaría el crecimiento económico y el empleo y, por lo tanto, los salarios y el gasto, y no al revés? Esa es la experiencia en China en los últimos 30 años, con un alto crecimiento e inversión que ha aumentado los salarios y el gasto de los consumidores.

Veremos quién tiene razón sobre China este año.

*Economista marxista británico, que ha trabajado 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession.