Castas sin máscara: falacias de Milei para justificar el manotazo
Jorge Marchini
Es imposible saber cuál será en el futuro la imagen emblemática que mejor sintentizará la percepción de la última semana: ¿la de las caras de azoramiento ante los aumentos vertiginosos de precios entre el 30 y el 100% de productos de la canasta familiar; la del primer mandatario con campera de fajina militar hablando para no plantear ayuda pública ante la emergencia generada por la enorme tormenta del fin de semana, sino para afirmar «Ustedes lo van a resolver»; o las primeras manifestaciones callejeras de la «era Milei», pese al represivo «protocolo Bullrich»?
Pero en el plano de los anuncios de los últimos días, la referencia a considerar deberá sin dudas ser la presentación de el 20 de diciembre en el Salón Blanco de la Casa Rosada del megadecreto de necesidad y urgencia (DNU). En tal caso, la referencia visual debería incluir la llamativa y surrealista presencia de pie junto al Presidente, con saco claro contrastando con los oscuro trajes formales de sus acompañantes, del ideólogo del DNU, Federico Sturzenegger, sin cargo formal en el gobierno.
Es que éste junto al ministro de Economía, Luis «Toto» Caputo -también en la foto-, han sido principales actores, justificadores e impulsores activos del gigantesco del endeudamiento público especulativo descontrolado, origen real de la primer frase de Milei en su discurso en cadena nacional: «El problema de fondo de este modelo es el déficit fiscal».
Falacias argumentales
No es casual que el desconocimiento y/o la no identificación de responsables centrales concretos de la crisis argentina, sino por el contrario su ensalzamiento y vuelta al protagonismo, vayan de la mano de la falta de veracidad de los argumentos presidenciales en su discurso para justificar el paquete de medidas. Éstas, como resulta evidente en la vida cotidiana, no van contra sus denunciadas «castas», de las que él y su equipo han formado y forman parte, sino justamente contra quienes no son partícipes sino víctimas de los juegos de desequilibrios, privilegios y malversaciones, y son vulnerados por estos.
Resulta de fácil verificación:
- Cuando hizo referencia a un déficit «del Tesoro» del 5% PBI, no puso en evidencia que el causal creciente del desequilibrio fiscal es el financiero. En tanto las prestaciones sociales han venido en caída (-6,4% en relación a la inflación en el último año), la carga del no investigado e inexplicado endeudamiento conlleva más de dos terceras parte del déficit público a lo largo del año y ha seguido creciendo, siendo un motivo original central el festival de endeudamiento y vaciamiento financiero a lo largo de su gestión de solo dos años y medio en la secretaría de Finanzas y la presidencia del Banco Central de“Toto” Caputo (2015-2018) en la primer parte del gobierno de Mauricio Macri (2015-2019).
- La mención presidencial menos explicada aún de un déficit del 10% del Banco Central es de suponer que se refiere al desastre de endeudamiento «sin emisión», denominado eufemísticamente hasta ahora como «quasi fiscal». Éste fue puesto en marcha justamente por Sturzenegger, a cargo del Banco Central en el período macrista, con su invención de los títulos LEBAC, hoy reconvertidos en LELIQ y pases pasivos. Se trata de un globo especulativo de deuda sobre deuda de25 billones de pesos (hoy más de 30.000 millones de dólares a cotización oficial) que, por lo que se anticipa, pasaría a ser asumido por el Estado con un mayor endeudamiento a cargo del Tesoro. Es decir, más de lo mismo, pero con la perspectiva de ser más garantizado y/o dolarizado con el patrimonio público.
- La falsa referencia a que la Argentina tendría «la presión impositiva más alta del mundo». Solo se requiere observar estadísticas internacionales no objetables de acceso público abierto (OCDE o Banco Mundial) que ubican al país en un término medio de carga fiscal, aun sin considerar la existencia en la Argentina de una enorme diferencia ente el ingreso impositivo teórico y el real (por evasión e elusión extendidas) y la significación de los gastos previsionales y sociales (educación, salud, subsidios a servicios esenciales), que en muchos países no son garantizados por el sector público.
- Les a la falta «de reservas del Banco Central» y la «confianza crediticia destruida», sin considerar que su fundamento han sido justamente los festivales financieros especulativos que luego de un auge inicial cada vez han derivado en corridas, fugas de capitales, devaluaciones, y socialización de costos a través de mayor endeudamiento público. Los reiterados ajustes económicos y sociales han sido cada vez más regresivos, también empeorando las cuentas públicas (peso relativo mayor de pagos financieros, caída de la recaudación por menor actividad económica).
- El pueril argumento de «la emisión monetaria desenfrenada», cuya falta de sustentación es evidente no solo observando la información del Banco Central, sino también por no reconocer los efectos de la política de permanente absorción de liquidez con bonos de alta rentabilidad garantizada para el sector financiero que ha sido motivo de una crónica escasez de crédito para el consumo, la inversión y el capital de trabajo productivo.
- La afirmación de la existencia de una «crisis inflacionaria anual del 15.000%», cuya base no se explica, a excepción que la desee generar el propio gobierno con su pronosticada «estanflación» (estancamiento + inflación). Con una elemental observación de la realidad, la inflación argentina no puede ser explicada con el viejo argumento del «recalentamiento» de la demanda por mejoramiento de los ingresos de la población, o por el incremento del gasto público corriente, siendo que ambos han venido descendiendo.
- No se reconocen siquiera los efectos de la devaluación en los precios locales para productos de exportación, los mayores costos de los insumos importados, la acentuación de las ventajas para empresas con posición dominante para imponer precios y condiciones para sus productos o servicios. Condiciones que, por supuesto, no benefician sino, por el contrario, golpean a los trabajadores y la gran mayoría de las pymes y emprendimientos autónomos o sociales cuya labor e ingresos se sostienen por la demanda efectiva del mercado interno.
- Pero las más llamativas justificaciones presidenciales para encarar «le peor herencia de la historia» fueron las menciones a que «el 50% de la población está por debajo de la línea de pobreza»,»10% de la población es indigente» y que «a 5 millones de argentinos no les alcanza para comer», cuando resulta evidente que las medidas propuestas empeoran esos indicadores. Resulta de hecho una increíble e insensible apología, con tintes sacrificiales religiosos, que cuanto peor se esté inmediatamente será mejor luego. ¿Sería la promesa de las «fuerzas del cielo» mencionadas reiteradamente por Milei?.
Desenfreno antisocial
El hilo conductor de las más de 300 medidas para «devolverles la autonomía y la libertad a los individuos, sacándoles el Estado de encima» es «desarmar la enorme cantidad de regulaciones que han impedido, entorpecido y detenido el crecimiento del país». El DNU incluye la derogación de prepo, sin consulta previa, de leyes y normas para beneficiar particularmente a grandes empresas e inversores locales e internacionales como ser:
- la derogación total de leyes de Abastecimiento, de Promoción Industrial, de Compre Nacional, de Promoción Comercial y la legislación y normas que impiden la privatización de empresas públicas existentes,
- la compra de tierras por extranjeros,
- las operaciones y contratos en dólares o la operación sin restricción de empresas aéreas del exterior.
- En forma más desembozada para beneficio de intereses particulares identificalbes se han incluido la modificación de la Ley de Sociedades para que los clubes de fútbol puedan convertirse en sociedades anónimas (aspiración del muy derrotado candidato a la conducción de Boca Juniors, Mauricio Macri), y
- la desregulación de los servicios de Internet satelital (mencionando explícitamente Milei en su discurso a la empresa Startlink del multimillonario Elon Musk).
Consecuencias
El super decreto, por el contrario, incluye alteraciones con consecuencias sociales negativas directas, masivas e inmediatas:
- la derogación de las leyes de Abastecimiento, de Competencia y de Góndolas establecidas para impedir condiciones asimétricas de los consumidores para acceder a productos- incluyendo los básicos alimenticios;
- la de Alquileres para la regulación de condiciones y brindar previsibilidad contractual a inquilinos.
- Pero son aún mucho más contundentes y desarticuladoras las modificaciones introducidas a la legislación laboral restringiendo el derecho de huelga, eliminando las sanciones por contratos irregulares,
- la incorporación de las empresas de salud privadas al régimen de obras sociales sindicales,
- la extensión del período de prueba de nuevos trabajadores y la habilitación a cambios en las indemnizaciones por despido.
Pese a las críticas a la vulneración de incumbencias constitucionales Milei supone que el requisito pendiente de ratificación en el Congreso Nacional podrá superarlo con negociaciones y concesiones con castas políticas, anticipando además la convocatoria a sesiones extraordinarias y refiriendo en forma provocadora «levantar la mano [en el Parlamento para apoyarlo] va a ser lindo, porque vas a estar dejando los dedos sucios”.
Se ha puesto en juego el futuro del país y su contrato social básico. La pulseada no se dirimirá en forma discursiva sino en la relación de fuerzas en pugna. Hay mucho en juego. Se ha entrado en un nuevo escenario que Milei plantea que es a todo o nada. Habrá que ver aún qué le responde el pueblo argentino.
* Profesor Titular de Economía de la Universidad de Buenos Aires. Coordinador para América Latina del Observatorio Internacional de la Deuda, investigador del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso). Vicepresidente de la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)