Guerra arancelaria: ¿El Día de la Liberación?
Michael Roberts

Los funcionarios estadounidenses han señalado repetidamente el impuesto al valor añadido de la UE como un ejemplo de práctica comercial desleal. Los impuestos a los servicios digitales también son atacados por los funcionarios de Trump que dicen que discriminan a las empresas estadounidenses. Por cierto, el IVA no es una tarifa injusta, no se aplica al comercio internacional y es únicamente un impuesto nacional; los Estados Unidos son uno de los pocos países que no gestionan un IVA federal; en cambio, impone diferentes impuestos federales y estatales a las ventas.
Trump afirma que sus últimas medidas van a “liberar” a la industria estadounidense al aumentar el coste de importar bienes extranjeros para las empresas y los hogares estadounidenses y, por lo tanto, reducir la demanda y el enorme déficit comercial que Estados Unidos tiene actualmente con el resto del mundo. Quiere reducir ese déficit y obligar a las empresas extranjeras a invertir y operar dentro, en lugar de exportar a, los Estados Unidos.

¿Funcionará ? No, por varias razones. En primer lugar, habrá represalias por parte de otras naciones comerciales. La UE ha dicho que contrarrestará los aranceles estadounidenses del acero y el aluminio con sus propios aranceles que afectarán hasta unos 28 mil millones de dólares a distintos productos estadounidenses.
China también ha impuesto aranceles por 22 mil millones de dólares a las exportaciones agrícolas de EEUU, apuntando a la base rural de Trump con nuevos aranceles del 10 por ciento sobre la soja, el cerdo, la carne de res y los mariscos. Canadá ya ha aplicado aranceles por unos 21 mil millones de dólares a productos estadounidenses que van desde el alcohol hasta la mantequilla de cacahuete y otros 21 mil millones de dólares a productos estadounidenses de acero y aluminio, entre otros artículos.
En segundo lugar, las importaciones y exportaciones estadounidenses ya no son la fuerza decisiva en el comercio mundial. El comercio estadounidense como porcentaje del comercio mundial no es pequeño, actualmente es del 10,35 %. Pero ha caido de más del 14 % en 1990. Por el contrario, la participación de la UE en el comercio mundial es del 29 % (por debajo del 34 % de 1990), mientras que los llamados BRICS ahora tienen una participación del 17,5 %, liderados por China con casi el 12 %, frente a solo el 1,8 % en 1990.

Eso significa que el comercio no estadounidense de otras naciones podría compensar cualquier reducción de las exportaciones a los Estados Unidos. En el siglo XXI, el comercio estadounidense ya no es la mayor contribución al crecimiento del comercio: China ha tomado de forma decisiva la delantera.

Simon Evenett, profesor de la Escuela de Negocios IMD, calcula que incluso si los Estados Unidos cortaran todas las importaciones de bienes, 70 de sus socios comerciales compensarían por completo sus ventas perdidas a los Estados Unidos en un año, y 115 lo harían en cinco años, suponiendo que mantuvieran sus tasas actuales de crecimiento de la exportación a otros mercados.
Según la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York, la plena implementación de estos aranceles y las represalias por parte de otros países contra los Estados Unidos podrían reducir los volúmenes del comercio mundial de bienes hasta en un 10 por ciento en relación con el crecimiento tendencial a largo plazo. Pero incluso ese escenario a la baja todavía implica alrededor de un 5 por ciento más de comercio mundial de bienes en 2029 que en 2024.
Un factor que está impulsando un crecimiento continuo del comercio mundial es el aumento del comercio de servicios. El comercio mundial alcanzó un récord de 33 billones de dólares en 2024, expandiendose el 3,7 % (1,2 billones de dólares), según la última Actualización del Comercio Mundial de la UNCTAD. Los servicios impulsaron el crecimiento, aumentando un 9 % anualmente y añadiendo 700 mil millones de dólares, casi el 60 % del crecimiento total.
El comercio de bienes creció un 2%, contribuyendo con 500 mil millones de dólares. Ninguna de las medidas de Trump se aplica a los servicios. De hecho, Estados Unidos registró el mayor superávit comercial para el comercio de servicios entre el comercio global, unos 257.500 millones de euros en 2023, mientras que el Reino Unido tuvo el segundo mayor superávit (176.000 millones de euros), seguido por la UE (163.900 millones de euros) y la India (147.200 millones de euros).

Sin embargo, la advertencia es que el comercio de servicios todavía constituye solo el 20% del comercio mundial total. Además, el crecimiento del comercio mundial ha caido desde el final de la Gran Recesión, mucho antes de las medidas arancelarias de Trump en su primer mandato en 2016, mantenidas por Biden desde 2020, y ahora con Trump de nuevo con el Día de la Liberación. La globalización ha acabado y con ella la posibilidad de superar las crisis económicas nacionales a través de exportaciones y flujos de capital extranjeros.
Y aquí está el quid de la razón del probable fracaso de las medidas arancelarias de Trump para restaurar la economía estadounidense y “hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande”: no sirve para resolver el estancamiento subyacente de la economía interna estadounidense, al contrario, lo empeora.
El argumento de Trump a favor de los aranceles es que las importaciones extranjeras baratas han causado la desindustrialización de los Estados Unidos. Por esta razón, algunos economistas keynesianos como Michael Pettis han apoyado las medidas de Trump. Pettis escribe que los “déficits masivos a largo plazo de Estados Unidos cuentan la historia de un país que no ha protegido sus propios intereses”. Los préstamos extranjeros a los Estados Unidos “fuerzan ajustes en la economía de los Estados Unidos que resultan en menor ahorro de los Estados Unidos, principalmente a través de una combinación de mayor desempleo, mayor deuda familiar, burbujas de inversión y un mayor déficit fiscal”, mientras se socava el sector manufacturero.
Pero Pettis lo ve al revés. La razón por la que Estados Unidos ha estado incurriendo en enormes déficits comerciales es porque la industria estadounidense no puede competir con otras potencias comerciales, particularmente China. Las manufacturas estadounidenses no han experimentado ningún crecimiento significativo de la productividad en 17 años. Eso ha hecho cada vez más difícil que los Estados Unidos compitan en áreas clave. El sector manufacturero de China es ahora la fuerza dominante en la producción y el comercio mundial. Su producción supera a la de los nueve países industriales más grandes sumados. Los Estados Unidos importan productos chinos porque son más baratos y cada vez de mejor calidad.
Maurice Obstfeld (Instituto Peterson de Economía Internacional) ha refutado la opinión de Pettis de que Estados Unidos se ha visto “obligado” a importar más debido a las prácticas extranjeras mercantilistas. Ese es el primer mito propagado por Trump y Pettis. “El segundo es que el estatus del dólar como la principal moneda de reserva internacional obliga a los Estados Unidos a tener déficits comerciales para suministrar dólares a los acreedores extranjeros. La tercera es que los déficits de los Estados Unidos son causados completamente por las entradas financieras extranjeras, que reflejan una demanda más general de activos estadounidenses que Estados Unidos no tiene más remedio que acomodar consumiendo más de lo que produce”.
En cambio, Obstfeld argumenta que es la situación interna de la economía estadounidense la que ha provocado los déficits comerciales. Los consumidores, las empresas y el gobierno estadounidenses han comprado más de lo que han vendido en el extranjero y lo han pagado al aceptar capital extranjero (préstamos, ventas de bonos e IEDI interna). Esto no sucede por el “ahorro excesivo” de paises como China y Alemania, sino por la “falta de inversión” en activos productivos en los Estados Unidos (y otros países deficitarios como el Reino Unido).
Obstfeld sigue: “en su mayoría estamos viendo un colapso de la inversión. La respuesta debe depender del aumento del consumo estadounidense y de la inversión inmobiliaria, impulsado en gran medida por la burbuja inmobiliaria”. Dadas estas razones subyacentes para el déficit comercial de los Estados Unidos, “los aranceles de importación no mejorarán la balanza comercial ni, en consecuencia, necesariamente crearán empleos en el sector manufacturero”. En cambio, “subirán los precios a los consumidores y penalizarán a las empresas exportadoras, que son especialmente dinámicas y productivas”.
Como he explicado antes, Estados Unidos tiene un enorme déficit comercial de bienes con China porque importa muchos productos chinos a precios competitivos. Eso no fue un problema para el capitalismo estadounidense hasta la década de 2000, porque el capital estadounidense recibió una transferencia neta de plusvalía (UE) de China a pesar de que Estados Unidos tenía un déficit comercial. Sin embargo, a medida que el “déficit tecnológico” de China con los Estados Unidos comenzó a reducirse en el siglo XXI, estas ganancias comenzaron a desaparecer. Aquí radica la razón geo-económica del desencadenamiento de la guerra comercial y tecnológica contra China.
Los aranceles de Trump no serán una liberación, sino que solo acrecentarán la probabilidad de un nuevo aumento de la inflación interna y una caida en la recesión. Incluso antes del anuncio de los nuevos aranceles, había señales significativas de que la economía estadounidense se estaba desacelerando a cierto ritmo. Los inversores financieros ya están haciendo balance de la “guerra comercial más tonta de la historia” de Trump vendiendo acciones. Las antiguas acciones de los “Siete Magníficos” de Estados Unidos ya están en un mercado bajista, es decir, cayendo de valor en más del 20% desde Navidad.

Los analistas económicos están reduciendo sus estimaciones para el crecimiento económico de los Estados Unidos este año. Goldman Sachs ha aumentado la probabilidad de una recesión este año del 20 % al 35 % y ahora espera que el crecimiento del PIB real de EEUU alcance solo el 1 % este año. El pronóstico económico del Atlanta Fed GDP Now para el primer trimestre de este año (que acaba de terminar) es de una contracción del 1,4 % anualizada (es decir, -0,35 % qoq). Y los aranceles de Trump aún están por llegar.
Los aranceles nunca han sido una herramienta de política económica efectiva que pueda impulsar una economía nacional. En la década de 1930, el intento de Estados Unidos de “proteger” su base industrial con los aranceles de Smoot-Hawley solo llevó a una mayor contracción en la producción como parte de la Gran Depresión que envolvió América del Norte, Europa y Japón. La Gran Depresión de la década de 1930 no fue causada por la guerra comercial proteccionista que los Estados Unidos provocaron en 1930, pero los aranceles añadieron fuerza a esa contracción global, ya que se convirtió en una carrera de políticas “cada país por sí mismo”. Entre los años 1929 y 1934, el comercio mundial cayó aproximadamente un 66% a medida que los países de todo el mundo implementaron medidas comerciales de represalia.
Cada vez más estudios argumentan que una guerra arancelaria alimentada por medidas reciprocas sucesivas solo conducirá a una reducción del crecimiento global, al tiempo que impulsará la inflación.
Los últimos estudios consideran que con un “desacoplamiento selectivo” entre un bloque occidental (centrado en los Estados Unidos) y un bloque oriental (centrado en China) limitado a productos más estratégicos, las pérdidas globales del PIB en relación con el crecimiento tendencial podrían rondar el 6%. En un escenario más grave que afecte a todos los productos negociados a través de bloques, las pérdidas podrían subir al 9 %. Dependiendo del escenario, las pérdidas del PIB podrían oscilar entre el 2 % y el 6 % para los EEUU y del 2,4 % al 9,5 % para la UE, mientras que China se enfrentaría a pérdidas mucho mayores.
Así que no hay liberación que valga.
En resumen
1. El impacto general de las subidas arancelarias de Trump es elevar la tasa arancelaria promedio de las importaciones de bienes estadounidenses al 26 %, el nivel más alto en 130 años.
2. La fórmula utilizada para establecer el arancel para cada país que exporta a los Estados Unidos no está relacionada con ningún impuesto injusto, subsidio o barreras no arancelarias impuestas por los países a las exportaciones estadounidenses. En cambio, sigue una fórmula simple: a saber, el tamaño del déficit comercial de los Estados Unidos con cada país dividido por el tamaño de las importaciones estadounidenses de ese país, luego dividido por dos.
Un ejemplo: Estados Unidos tiene un déficit de 123 mil millones de dólares con Vietnam, del que importa 137 mil millones de dólares. Por lo tanto, se considera que tiene barreras comerciales que equivalen a un arancel de importación del 90 %. La fórmula estadounidense aplica un arancel recíproco de la mitad de eso (45%), para reducir el déficit bilateral a la mitad. Problema: Vietnam no tiene un arancel del 90% sobre las exportaciones estadounidenses, por lo que no puede evitar una reducción en las ventas a los Estados Unidos al aceptar reducir sus “aranceles” sobre las exportaciones estadounidenses.
3. Las medidas tendrán un impacto significativo en todos los países del Sur Global. Algunas de las tasas arancelarias más altas se encuentran entre los países en desarrollo de bajos ingresos del sur y sudeste asiático, como Camboya o Sri Lanka.
4. Los aranceles de Trump son solo para las importaciones de bienes, no sobre los servicios. Estados Unidos tiene un déficit de bienes con los países de la Unión Europea, por lo que Trump ha impuesto un arancel del 20 % sobre esas importaciones. Pero no hay medidas contra los servicios (alrededor del 20% de todo el comercio mundial). La UE tiene un excedente de bienes con los EEUU, pero un déficit significativo en servicios (banca, seguros, servicios profesionales, software, comunicaciones digitales, etc.) con los EEUU. Si se hubieran incluido los servicios, el déficit de Estados Unidos con la UE prácticamente desaparecería.
5. Todos los países, incluso aquellos que tienen un déficit con los Estados Unidos en bienes comercializados, están sujetos a un arancel del 10%. Esto también se aplica a los países sin ningún comercio con los Estados Unidos o a cualquier territorio (Diego García, Antártida…). El arancel en el Reino Unido es del 10%, por ejemplo. Por lo tanto, aunque el comercio de bienes del Reino Unido está prácticamente equilibrado con los Estados Unidos (58 mil millones de dólares frente a 56 mil millones de dólares), sufrirá en cualquier caso el golpe de una pérdida de exportaciones de bienes a su mayor socio comercial, los Estados Unidos.
Si la fórmula arancelaria de Trump para los bienes se aplicara al Reino Unido, entonces no debería haber aranceles sobre las importaciones del Reino Unido. Por el contrario, si se incluyera el comercio de servicios, ¡el arancel sobre las importaciones del Reino Unido sería del 20 %! Morgan Stanley considera que el nuevo régimen arancelario podría eliminar hasta 0,6 puntos porcentuales del crecimiento del Reino Unido (que es prácticamente cero de todos modos).
6. Los aranceles aumentarán sustancialmente los precios: los consumidores estadounidenses soportarán la peor parte en una amplia variedad de alimentos básicos y bienes esenciales que físicamente no se pueden producir a nivel nacional, y los hogares más pobres se verán más afectados. La industria estadounidense luchará con costes más altos para suministros intermedios clave, maquinaria y equipos, eclipsando cualquier beneficio marginal de la reducción de la competencia extranjera.
7. Otro ejemplo: el arancel del 54 % sobre China podría resultar en una caída de 507 mil millones de dólares en las importaciones, y China solo exporta 510 mil millones de dólares en primer lugar. Los aranceles de Trump para China reducirían las importaciones estadounidenses en aproximadamente un 20 %. Esto causaría un “choque de suministro” similar al período de la pandemia, lo que llevaría a una recesión y/o inflación en los Estados Unidos.
8. Las represalias de otros países conducirán a una caída en las exportaciones estadounidenses. En la década de 1930, después de que se impusieran los aranceles Smoot-Hawley, las represalias llevaron a una caída del 33% en las exportaciones estadounidenses y a una espiral descendente del comercio internacional llamada “Espiral Kindleberger”: un ciclo en el que los aranceles reducen el comercio, luego las represalias lo reducen aún más, más represalias, luego efectos graves en la producción, efectos de segundo orden, más aranceles y represalias, hasta que el comercio mundial cayó de 3 mil millones de dólares en enero de 1929 a mil millones de dólares en marzo de 1933.
9. Una guerra comercial arancelaria afectaría a la economía estadounidense más que Smoot-Hawley, ya que el comercio es ahora tres veces más grande en proporción del PIB que en 1929, y fue del 15 % del PIB en 2024 frente a aproximadamente el 6 % en 1929.
10. El PIB real de EEUU este año podría bajar en 1,5-2 puntos porcentuales y la inflación podría aumentar hasta cerca del 5 % si estos aranceles no se revierten pronto (pronóstico de UBS).
11. La caída del crecimiento del comercio por los aranceles conducirá a una caída de los flujos de capital internacional, debilitando la inversión y el crecimiento económico a nivel mundial.