Eduardo Camín
Las perspectivas del mercado laboral mundial para los jóvenes han mejorado en los últimos cuatro años, y se espera que la tendencia al alza continúe durante dos años más. Sin embargo, un nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT),titulado Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil 2024 (GET forYouth), advierte que el número de jóvenes de 15 a 24 años que no tienen empleo, educación o formación (“ninis” o “neet”, por sus siglas en inglés) es preocupante, y que la recuperación del empleo tras la pandemia de COVID-19 no ha sido global.
En 2023, uno de cada cinco jóvenes del mundo, es decir, el 20,4%, era “nini”. Dos de cada tres de estos “ninis” eran mujeres. Pero en todo el mundo, más de la mitad de los trabajadores jóvenes tienen un empleo informal. Sólo en las economías de renta alta y media-alta la mayoría de los trabajadores jóvenes tienen hoy un empleo más o menos equilibrado entre lo fijo y seguro. Y tres de cada cuatro trabajadores jóvenes de los países de renta baja sólo conseguirán un empleo por cuenta propia o un trabajo temporal remunerado.
El informe revela altos porcentajes de jóvenes “ninis”, brechas regionales y de género, y una creciente ansiedad de los jóvenes frente al trabajo, a pesar de las tendencias alentadoras del desempleo juvenil a nivel mundial.Los jóvenes de ciertas regiones, entre ellos muchas mujeres jóvenes no están percibiendo los beneficios de la recuperación económica.
El informe señala que la tasa de desempleo juvenil se situó en el 13% en 2023, equivalente a 64,9 millones de personas, lo que representa el nivel más bajo en 15 años y un descenso con respecto a la tasa anterior a la pandemia, del 13,8% en 2019, y se espera que siga cayendo hasta el 12,8% este año y el próximo.
El panorama, sin embargo, no es el mismo en todas las regiones. En los Estados Árabes, Asia Oriental y Asia Sudoriental y el Pacífico, las tasas de desempleo juvenil eran más altas en 2023 que en 2019.El informe también advierte de que los jóvenes se enfrentan a otros “vientos en contra” para encontrar el éxito en el mundo laboral. Señala que demasiados jóvenes de todo el mundo son ninis y que las oportunidades de acceder a trabajos decentes siguen siendo limitadas en las economías emergentes y en desarrollo.
El informe advierte de que la persistencia de las elevadas tasas de “ninis” y el crecimiento insuficiente de empleos decentes están provocando una creciente ansiedad entre los jóvenes de hoy, que a la vez son también la juventud más formada de la historia.
“Ninguno de nosotros puede esperar un futuro estable cuando millones de jóvenes de todo el mundo no tienen un trabajo decente y, en consecuencia, se sienten inseguros e incapaces de construir una vida mejor para ellos y sus familias. Las sociedades pacíficas dependen de tres ingredientes fundamentales: estabilidad, inclusión y justicia social; y el trabajo decente para los jóvenes está en el centro de los tres”, explicó Gilbert F. Houngbo, Director General de la OIT.
Además, el informe concluye que los hombres jóvenes se han beneficiado más de la recuperación del mercado laboral que las mujeres jóvenes. Las tasas de desempleo juvenil de mujeres y hombres jóvenes en 2023 eran casi iguales (12,9% para las mujeres y 13% para los hombres), a diferencia de los años anteriores a la pandemia, cuando la tasa de los hombres jóvenes era más elevada. Además, la tasa mundial de “ninis” de las mujeres jóvenes duplicó la de los hombres jóvenes (28,1% y 13,1%, respectivamente) en 2023.
El informe de la OIT recomienda una mayor atención al fortalecimiento de las bases del trabajo decente como vía para contrarrestar la ansiedad de los jóvenes ante el mundo laboral y reforzar su esperanza en un futuro mejor. Y a su vez, reclama una inversión mayor y más eficaz, entre otras cosas para impulsar la creación de empleo con un objetivo específico para las mujeres jóvenes, reforzar las instituciones que apoyan a los jóvenes en sus transiciones en el mercado laboral, incluidos los jóvenes ninis.
Recomienda, asimismo, integrar el empleo y la protección social para los jóvenes, y abordar las desigualdades globales a través de la mejora de la cooperación internacional, las asociaciones público-privadas y la financiación para el desarrollo. En pocas palabras, más de lo mismo que se recomienda desde hace 20 años.
El pretexto ideal o el caldo de cultivo del fascismo
Nos despertamos y el mundo sigue enredado en algo peor, a pesar de que vivíamos en los entresijos del temor de una sociedad anonadada y, a la vez conformista, donde aquello que asusta revelaba una determinada proporción. Los pronósticos solo coinciden en el anuncio de que mañana crecerá la adversidad.
El mundo actual es un lugar más conflictivo que hace veinte años, una situación que afecta mucho a los jóvenes, tanto si les atañe personalmente como si no. Según estimaciones de la OIT, la proporción de jóvenes que se esfuerzan por comenzar sus primeros años productivos en zonas afectadas por conflictos ha aumentado del 2,9 por ciento al 4,6 por ciento en los dos decenios transcurridos desde 2002.
La falta de perspectivas laborales en las zonas de conflicto puede empujar a los jóvenes a emigrar o conducirlos hacia el extremismo. Dado que el número de conflictos en todo el mundo se ha duplicado desde 2010, los medios de vida (y las vidas) de 57 millones de jóvenes están en peligro. Por lo tanto, las tendencias demográficas adquieren mayor peso como motor del futuro laboral de los jóvenes.
Uno de los cambios observados en los últimos veinte años ha sido la polarización entre países y regiones respecto de sus contextos demográficos. La lucha por crear trabajo decente para los jóvenes adquiere un significado totalmente distinto en África, donde la edad media es de 19 años, frente a América del Norte, por ejemplo, donde la edad media oscila entre los 30 y los 49 años.
El inminente «terremoto de la juventud» en África conlleva que la creación de puestos de trabajo y la transformación de estos en puestos de trabajo decentes para los jóvenes africanos se convierta en una cuestión crítica para la justicia social y para el futuro de la economía mundial. Mientras tanto, la disminución de la mano de obra joven en los países que envejecen ejerce diferentes presiones sobre las economías y las sociedades.
Los trabajadores jóvenes de estas sociedades podrían beneficiarse a corto plazo de la presión al alza sobre los salarios y de unos procesos de contratación más fáciles, pero podrían enfrentarse a riesgos a más largo plazo, ya que estas economías luchan por mantener el crecimiento de la producción como consecuencia de los rápidos cambios demográficos.
Como bien señala el Informe las tasas de ninis -ni trabajan ni estudian ni reciben formación- aumentaban entre los jóvenes africanos incluso antes de la pandemia. En 2015, la tasa NEET (porcentaje de jóvenes que no cursan la ocupación, educación o formación) se convirtió en la medida clave del progreso en la promoción del trabajo decente entre los jóvenes en el marco de la agenda de los Objeticos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030.
Casi 13 millones de jóvenes africanos están desempleados. Pero esto excluye a otros casi 60 millones de jóvenes que no están empleados ni estudiando, la mayoría de los cuales desearían trabajar, pero se enfrentan a obstáculos para buscar y/o conseguir empleo. La tasa NEET proporciona una mejor indicación de la magnitud de los obstáculos a los que se enfrentan los jóvenes en el mercado laboral que la tasa la desocupación.
Es decir, más de uno de cada cuatro jóvenes africanos, unos 72 millones, no cursan estudios ni reciben formación en la ocupación. Dos tercios de ellos son mujeres jóvenes. África se encuentra en la posición única de ser un continente relativamente joven, con una población juvenil en rápido crecimiento.
Desde 2005, las tasas de ninis han descendido ligeramente en todo el mundo, no así en el África subsahariana, que experimentó un aumento de 2,8 puntos porcentuales durante el mismo periodo, y ahora más de una cuarta parte de los jóvenes de la región no trabajan ni estudian ni reciben formación.
Aunque las tasas de ninis aumentaron en todo el mundo y en todas las regiones en 2020 como consecuencia de la pandemia (y posteriormente se recuperaron), ya habían estado aumentando desde 2015 en África, incluida la región subsahariana. Las tasas de ninis entre los jóvenes (de 15 a 29 años) en los siete países estudiados oscilan actualmente entre el 14,4% en Uganda y hasta el 34,9% en Senegal.
Hay grupos especialmente desfavorecidos a la hora de encontrar un trabajo digno. Evidentemente lo hay, si la generación mejor formada de la historia y la esperanza de un futuro mejor, son parte del grupo de edad al que más le cuesta encontrar un trabajo digno. Algo se está haciendo mal.
Por eso sostenemos que, frente a las tertulias económicas, frente a las agendas internacionales de la retórica, del mundo capitalista y la horrorizada “buena conciencia occidental” nos debemos preguntar el porqué de las pateras y el cementerio en el que se ha convertido el Mediterráneo.
Simplificando este análisis, mucho nos tememos que la primera enseñanza, la enseñanza de siempre, aquella que en los informes no aparece, la que dilata las posibilidades reales de hacer grandes transformaciones, la anclada en la injusticia y la explotación de un sistema capitalista neoliberal, la ausente en el debate, la ignorada en los Informes es determinante en la ignominia de las cifras, con la consecuente evolución del fascismo.
*Periodista uruguayo residente en Ginebra, exmiembro de la Asociación de Corresponsales de Prensa de Naciones Unidas en Ginebra. Analista Asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)