El orden internacional liberal se desmorona lentamente, colapsa
Isabella Arria
El orden que ha regido la economía mundial desde la Segunda Guerra Mundial está hoy al borde del colapso, ya que un número preocupante de factores desencadenantes podría ocasionar un descenso hacia la anarquía, donde la guerra vuelve a ser el recurso de las grandes potencias, advirtió la revista inglesa The Economist en un reporte especial, titulado El orden liberal internacional está cayendo lentamente
A juicio de la publicación, abierta partidaria de la liberalización comercial y financiera de las últimas décadas, la desintegración del antiguo orden es visible en todas partes pese a que a primera vista, la economía mundial parece tranquilizadoramente resistente.. Añade que las instituciones que condujeron la globalización están “perdiendo credibilidad rápidamente y la economía mundial no puede depender sólo de EEUU”.
A pesar de que la economía mundial puede parecer estable y sostenible en medio de retos globales como la situación en Oriente Medio y la pandemia del covid-19, en realidad es frágil, escribe el medio, agregando que en el transcurso de varios años el orden establecido fue socavado y está «a punto de colapsar».
El declive de este sistema conllevaría una serie de problemas y amenazas “irreversibles» para hacer frente a los retos modernos, como una carrera armamentística en inteligencia artificial y colaboración en el espacio. «Una vez roto, es poco probable que sea sustituido por nuevas reglas. En su lugar, los asuntos mundiales descenderán a su estado natural de anarquía que favorece el bandidaje y la violencia», advierte el artículo.
Desafortunadamente, la historia muestra que son posibles colapsos más profundos y caóticos, y que pueden ocurrir repentinamente una vez que comienza el declive. El temor a una segunda ola de importaciones chinas baratas podría acelerarlo. Una guerra abierta entre EEUU y China por Taiwán, o entre Occidente y Rusia, podría provocar un colapso tremendo y, entonces, la pérdida será más profunda de lo que muchos piensan.
The Economist muestra un cuadro situacional: Estados Unidos muestra un auge incluso cuando su guerra comercial con China se ha intensificado; Alemania ha resistido la pérdida del suministro de gas ruso sin sufrir un desastre económico; la guerra en Oriente Medio no ha provocado ninguna crisis petrolera, y los rebeldes hutíes que lanzan misiles apenas han afectado el flujo global de bienes.
Destaca, asimismo, que como porcentaje del producto interno bruto mundial, el comercio se ha recuperado de la pandemia y se prevé que crezca saludablemente este año, apunta.
El análisis de la influyente revista británica precisa, que si se mira más profundamente, lo que se observa es fragilidad. Durante años se ha erosionado el orden que ha regido la economía global desde la Segunda Guerra Mundial y hoy está al borde del colapso. La desintegración del antiguo orden es visible en todas partes, añade.
“Las sanciones se utilizan cuatro veces más que durante el decenio de 1990; Estados Unidos ha impuesto recientemente sanciones ‘secundarias’ a las entidades que apoyan a los ejércitos de Rusia. Está en marcha una guerra de subsidios, a medida que los países buscan copiar el vasto respaldo estatal de China y Estados Unidos a la manufactura verde. Aunque el dólar sigue siendo dominante y las economías emergentes son más resilientes, los flujos globales de capital empiezan a fragmentarse”, dice The Economist.
Uno de los puntos que refleja el colapso al que se acerca la economía global, tiene que ver, precisamente, con los organismos internacionales que han impuesto las reglas durante las últimas décadas y salvaguardaron el antiguo sistema, que ya están extintas o están perdiendo credibilidad rápidamente, como la Organización Mundial de Comercio, que ha pasado más de cinco años en una situación de estancamiento debido a la negligencia estadounidense.
Mientras, el Fondo Monetario está atrapado en una crisis de identidad, entre promover una agenda verde y garantizar la estabilidad financiera. El informe apunta que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas está paralizado y los tribunales supranacionales, como la Corte Internacional de Justicia, “son cada vez más utilizados como armas de partes en conflicto.
Para el análisis de The Economist, la fragmentación y la decadencia han creado un impuesto sigiloso a la economía global, perceptible sólo si se sabe dónde buscar. Describe que la Primera Guerra Mundial acabó con una era dorada de la globalización que muchos en ese momento supusieron duraría para siempre. A principios de la década de 1930, tras el inicio de la Depresión, las importaciones estadounidenses se desplomaron 40 por ciento en sólo dos años.
Recuerda que en agosto de 1971, el presidente estadounidense Richard Nixon suspendió inesperadamente la convertibilidad del dólar en oro, y sólo 19 meses después el sistema de tipos de cambio fijos establecido con la fundación del FMI se vino abajo. Hoy, una ruptura similar parece demasiado imaginable.
El eventual regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, con su visión del mundo de suma cero, continuaría la erosión de instituciones y normas. The Economist apunta que está de moda criticar a la globalización desenfrenada como causa de la desigualdad, la crisis financiera y el deterioro del clima. Sin embargo, asegura, entre las décadas de 1990 y 2000, el punto culminante del capitalismo liberal”, cientos de millones de personas escaparon de la pobreza en China al integrarse a la economía global.
Globalización y desigualdad
Hoy se critica la globalización desenfrenada como la causa de la desigualdad, la crisis financiera global y el descuido del clima. Pero los logros de las décadas de 1990 y 2000 permitieron que cientos de millones escaparon de la pobreza en China al integrarse a la economía global; la tasa de mortalidad es menos de la mitad de la registrada en 1990, y la tasa de muertes por conflictos es 40 veces menor que en 1972.
Sin dudas, el sistema establecido después de la Segunda Guerra Mundial logró un matrimonio entre los principios internacionalistas y colonialista de Estados Unidos y sus intereses estratégicos. Hoy muchos de los pobres del mundo ya están sufriendo la incapacidad del FMI para resolver la crisis de deuda soberana que siguió a la pandemia de covid-19.
Los países de ingresos medios como India e Indonesia, que esperan obtener riquezas mediante el comercio, están explotando las oportunidades creadas por la fragmentación del antiguo orden, pero en última instancia dependerán de que la economía global se mantenga integrada y predecible.
Y la prosperidad de gran parte del mundo desarrollado, especialmente de las economías pequeñas y abiertas como Gran Bretaña y Corea del Sur, depende completamente del comercio. Respaldada por un fuerte crecimiento en Estados Unidos, pareciera que la economía mundial puede sobrevivir a todo lo que se le presente. Pero no puede.
*Periodista chilena residenciada en Europa, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)