¿Qué pasa con el agro europeo? Cruje la vieja Europa ante la crisis global del capitalismo

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 Matías Strasorier y María Rizzo

Los conflictos del sector agrario europeo vienen calando hondo. Noticias que muestran las diversas manifestaciones de miles de agricultores y ganaderos, principalmente franceses y alemanes, ante nuevas medidas proveniente de Bruselas que impactan en cada país de forma distinta pero que responden a un mismo fondo: la reformulación de la Política Agraria Común (PAC).

La producción agropecuaria europea acordada por la Política Agraria Común (PAC) se creó en el año 1962 como una política común para los 27 países europeos, en la que sus fondos representan aproximadamente 40% del presupuesto regional y sus prioridades y gestión cotidiana están a cargo del Gobierno de Bruselas. Esta política común se fundó con el objetivo de apoyar a los agricultores a mejorar la productividad agrícola asegurando un suministro estable de alimentos accesibles, mantener viva la economía rural y contribuir a la lucha contra el cambio climático y a la gestión sostenible de los recursos naturales.

Actualmente está en vigencia la PAC 2023/2027, que despliega tres estrategias cruciales: el “acuerdo verde de Europa” referido al cambio ambiental; “De la Granja al tenedor” centrada en la seguridad alimentaria del Continente; y la “Búsqueda de la Biodiversidad”, cuya prioridad es el futuro de la producción agroalimentaria alejándose de toda especialización excesiva.

En Alemania, una sentencia del Tribunal Constitucional, en noviembre de 2023, había obligado al Gobierno a reformular los presupuestos de 2024 y a recortar 17.000 millones de euros para evitar incurrir en más deuda, través de la eliminación de “subvenciones climáticamente dañinas” y de la subida del precio de las emisiones de dióxido de carbono (CO2). Aunque también se suspenderían algunos subsidios que favorecen la energía verde o la compra de automóviles eléctricos. Ante esto, la Asociación de Agricultores convocó la protesta ya que según la organización, estas medidas supondrán una carga de 1.000 millones de euros anuales adicionales para los agricultores.

Hacia mediados de diciembre de 2023 surgían las primeras protestas en Schweinfurt, en el norte de la región de Baviera. Días después eran cientos los tractores en varias ciudades que portaban carteles con eslóganes como “¿Eliminar el diésel agrícola? No con nosotros”, “Estamos hartos” o “¿Hace falta que paséis hambre para entenderlo?”.

Mientras que en Francia, miles de agricultores se manifestaron durante este último mes en todo el país por los bajos ingresos, las fuertes regulaciones y lo que llaman competencia desleal del extranjero. Vale mencionar que este es el principal país agrícola de la región, por lo que recibe más del 40% del total de los subsidios de la PAC.

Gabriel Attal, primer ministro francés, anunció el pasado jueves un paquete adicional de medidas que incluye más subvenciones, permisos para utilizar pesticidas permitidos en otros países de la UE y la prohibición de importar alimentos de países fuera de la UE que empleen productos químicos vetados dentro del bloque. También reafirmó que Francia seguiría oponiéndose a que la UE firme un acuerdo de libre comercio con el grupo comercial Mercosur. Los objetivos del Gobierno con las medidas recientemente anunciadas son “devolver a los alimentos su valor” y “aumentar los ingresos de los agricultores, protegerlos contra la competencia desleal y simplificar su vida diaria”, añadió.

Mientras que para el sector ganadero, Attal anunció 150 millones de euros en ayuda y una reducción de los impuestos a las granjas que se transfieren entre generaciones.

Los hechos indican que Europa está atravesando una crisis de tipo estructural que se manifiesta en apariencia por la contradicción entre energía fósiles y energías verdes, o mejor dicho la necesidad de “disminuir la huella de carbono”.  Dicha crisis es parte del contexto de disputa global.

El que se encuentra en medio del cambio de fase del sistema capitalista impactando en el viejo continente, caracterizado por la irrupción de la informatización-digitalización-virtualización de la economía (Aguilera 2023). Este parece ser el fondo de la cuestión, en el cual las nuevas tecnologías reemplazan los anteriores medios de producción y por lo tanto también sus insumos, en muchos casos. Logrando una reducción en los tiempos sociales de producción, a la vez que atienden las necesidades ambientales. Hablamos de la IA, IoT, Blockchain, robótica, nanotecnología, biotecnología, genómica, entre otras.

Tanto Alemania como Francia fueron naciones avanzadas en sus industrias, los que las han transformado históricamente en potencias dentro de su continente.  Lo cual, claramente cambió, la economía mundial pasó del carbón y el hierro al petróleo, y actualmente está pasando a la informatización-digitalización-virtualización. Una disputa que vienen protagonizando EE.UU y China, siendo Europa un continente sumamente “atrasado” en sus tiempos sociales de producción, y subordinado a la OTAN. ¿Cuánto impacto tendrá el conflicto OTAN-RUSIA en la quita de subsidios a los productores agropecuarios europeos? una pregunta que dejamos para los especialistas en geoestrategia.

Lo cierto es que, la irrupción de estas nuevas herramientas de producción hacen crujir las obsoletas formas productivas dependientes del petróleo e implementos agrícolas. Según Héctor Huergo, analista agropecuario de Clarín Rural, en “Agritécnica de Hannover, en noviembre pasado, la mitad de la superficie se destinaba a exhibir implementos de laboreo, como los absurdos arados reversibles (son dos cuerpos, uno trabaja a la ida y otro a la vuelta, para echar el pan de tierra hacia el mismo lado).

Es decir, el tractor lleva un lastre enorme todo el tiempo, colgado del levante de tres puntos. Para que no se volee, hay que lastrarlo adelante. Más kilos, más compactación, más gasoil”. Y cree que los ruralistas europeos pretenden sostener un modelo inviable desde el punto económico y ambiental. Eso deriva, linealmente, en más proteccionismo. En las movilizaciones, se le apunta a las agriculturas eficientes”. A lo que le suma su preocupación por la concreción del acuerdo Mercosur- UE.

Huergo es un acérrimo defensor del libre mercado y del agronegocio, analiza acertadamente que la Vieja Europa cruje ante el dominio de las nuevas tecnologías. Aunque el analista pregona los agronegocios como respuesta, colocando al mercado y la innovación como protagonistas. Es probable que lo que piensa Huergo, sea un posible escenario de proyección, no solo para el agro europeo sino global: un modelo de agrobionegocios en el que los productores, campesinos, trabajadores rurales, cooperativistas, en fin quienes trabajan la tierra, continúen cosificados y subsumidos a las máquinas, ahora robots, bots, IA, etc.I+D y desarrollo en campo, bases de la filosofía de la innovación en control biológico de Agrobío

Otro posible escenario, al cual nosotros adherimos, es construir un modelo agrobiohumano, en el cual la centralidad la ocupen las mujeres y los hombres organizados en comunidad, y en comunión con el ambiente, la casa común y la biósfera, en el cual la producción subordine su rol de commodities a su rol de bien social, y los medios de producción se subsuman a solo ser herramientas que hagan posible trabajar la tierra dignamente.

Europa se dirime entre el viejo y el nuevo mundo, por eso vemos crujir casi toda la estructura económica, política, social y cultural de dos naciones que supieron ser potencia con el acero y el carbón. Hoy,  puesto en vilo con la “revolución tecnológica”. Seguramente encontrarán la salida en la reconfiguración del agro por medio de las nuevas tecnologías: las BIO.

*Strasorier es Maestrando en Estudios Sociales Agrarios (FLACSO) y Analista agropecuario. Director del Centro de Estudios Agrarios (CEA), Argentina, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico. Rizzo es Médica Veterinaria, maestranda en Desarrollo Regional y Políticas Públicas de FLACSO, analista agropecuaria y co-Directora del CEA.