Metales críticos: por qué China y Asia-Pacífico son cruciales
Hubert Testart
La demanda mundial de energía tenderá a consumir menos energías fósiles, pero muchos más metales que son indispensables para la transición energética.
En este vasto proceso de cambio, la región Asia-Pacífico, y en particular China, tienen una posición dominante que, a pesar de la reciente movilización de los países occidentales, parece reforzarse. Los recursos mineros están concentrados en un puñado de países, mientras que las capacidades de refino y transformación están controladas en gran medida por China y el aumento de las tensiones geopolíticas puede afectar en todo momento al libre comercio de metales críticos, en detrimento de los países occidentales, en especial de Europa.
Se denominan críticos porque estos minerales son indispensables para la producción de energías limpias y los nuevos modos de transporte. El cobre es conocido por sus usos tradicionales en la transmisión eléctrica, y un vehículo eléctrico contiene dos o tres veces más cobre que uno de gasolina. También es indispensable para la fabricación de aerogeneradores eólicos y paneles solares. Entre las tierras raras, el neodimio, el disprosio y el praseodimio se emplean para la fabricación de imanes permanentes instalados en los aerogeneradores de alto rendimiento.
También se encuentran en los teléfonos móviles inteligentes, mientras que el galio se precisa para la fabricación de células fotovoltaicas y el germanio para la de fibras ópticas. El cobalto y el litio son componentes de las baterías eléctricas de iones de litio. El níquel es un componente tradicional de la industria de aceros inoxidables, pero también es indispensable par la fabricación de baterías eléctricas, al igual que el grafito y el manganeso.
En las listas prioritarias de diferentes países figuran además otros minerales críticos, pero para simplificar nos centraremos en las tierras raras y el grafito, el litio, el cobalto, el níquel y el cobre.
La mayor parte de la producción minera de metales críticos en Asia-Pacífico
En su último informe de 2023 sobre “el papel de los minerales críticos en la transición hacia una energía limpia”, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) identifica, para el año 2022, a los tres principales países productores de minerales críticos en el mundo y su peso respectivo en la producción mundial.
Esta clasificación muestra la posición dominante de China en la producción de tierras raras y de grafito, la de Australia en la de litio y la de Indonesia en la de níquel. Europa no aparece por ningún lado y EE UU solo figura entre los tres primeros productores para las tierras raras, aunque muy por detrás de China. El resto de Asia-Pacífico, aparte de China, también produce el 15 % de tierras raras, lo que eleva la parte global del continente asiático al 85 % del total mundial. Algunos de estos países –Myanmar, Tailandia, Vietnam– están muy vinculados a China y nutren la industria transformadora china.
El cobalto se produce principalmente en la República Democrática del Congo (RDC), pero casi la totalidad de las exportaciones congoleñas se destinan a China. Además, empresas públicas chinas (CMOC y el Grupo Ferroviario Chino) poseen dos de las cinco minas de cobalto más importantes del país, después de la sociedad anglo-suiza Glencore. A pesar de los debates recurrentes sobre las condiciones medioambientales y sociales (trabajo infantil) de la producción de cobalto en la RDC, y de las fuertes tensiones en 2022 en torno a la justa retribución de este país, la asociación chino-congoleña en materia de cobalto parece sólida.
China acaba de perder en beneficio de la RDC el tercer puesto como productora mundial de cobre y conserva una cuota de mercado del 9 %. El cobre es, por cierto, el único metal crítico cuya producción está relativamente diversificada, siendo la cuota de mercado agregada de los tres principales países productores mundiales inferior al 50 %, mientras que supera el 80 % en el caso de las tierras raras, el grafito, el litio y el cobalto.
La industria de refino y transformación se halla principalmente en China
El predominio chino en la industria transformadora de metales críticos es aplastante. El Imperio del Centro representa más del 85 % de la transformación mundial de tierras raras, el 90 % de obleas electrónicas (placas muy finas de semiconductores) destinadas a la industria de paneles solares, el 90 % del grafito refinado utilizado para los ánodos de las baterías eléctricas, el 83 % de la producción de baterías de iones de litio, el 76 % del refino de cobalto y el 68 % del de litio, así como el 40 % del refino de cobre y níquel.
Indonesia está a punto de ocupar el primer puesto mundial en el refino de níquel, apoyándose en una asociación con China, pues el archipiélago indonesio dispone de abundantes recursos de lateritas niquelíferas y cobalíferas. Los cuatro proyectos en curso de lixiviación ácida a alta presión de estas lateritas (procedimiento designado con la sigla inglesa de HPAL) corren a cargo de empresas chinas.
Este predominio chino no es fruto de la casualidad, sino el resultado de treinta años de inversiones. En el 7º plan quinquenal chino, correspondiente al periodo 1986-1990, el gobierno de Pekín apostó por las tierras raras y los nuevos materiales en sus esfuerzos de investigación y desarrollo y de producción. En cambio, EE UU no tomó conciencia de la importancia geopolítica de los metales críticos hasta comienzos de la década de 2010, y Europa diez años más tarde.
Explosión de la demanda de metales críticos
Según la AIE (AIE), el mercado de metales críticos se ha duplicado entre 2017 y 2022. La demanda en volumen de litio se ha triplicado, la de cobalto ha aumentado un 70 % y la de níquel un 40 %. En cuanto a los usos, el mercado de vehículos eléctricos ha dado un salto del 60 % y las ventas de los sistemas de almacenamiento de electricidad se han duplicado en 2022. En su proyección a largo plazo más optimista (emisiones cero neto en 2050), la AIE anticipa una verdadera explosión de la demanda mundial.
La parte más importante de este avance se sitúa entre 2021 y 2030, ya que la diversificación de los métodos de producción influirán progresivamente en la demanda de cada mineral después de 2030.
La oferta insuficiente de metales críticos frena la transición
La AIE entiende que el fuerte aumento de las inversiones en los metales críticos (+50 % en 2021-2022) permitirá que a medio plazo la oferta acompañe al aumento de la demanda, a condición de que todos los proyectos anunciados se lleven a cabo en los plazos previstos. Sin embargo, esta previsión no se basa en la hipótesis de las emisiones cero neto. Para el litio, por ejemplo, las inversiones en curso permiten prever una multiplicación por 4,4 de la producción en 2030, lo que coincide con los objetivos nacionales actuales, pero no con la previsión más ambiciosa de la AIE. La oferta de minerales críticos no deja de ser, por tanto, un potente freno para la aceleración de la transición energética.
Por lo demás, la diversificación se hace esperar. China, que trata el 40 % del cobre mundial, acapara el 50 % de las nuevas inversiones en el tratamiento del cobre de aquí a 2025. Las empresas chinas se han comprometido a invertir 30.000 millones de dólares en la industria de transformación de níquel en Indonesia a fin de consolidar el duopolio chino-indonesio en materia de extracción y transformación de níquel. También invierten masivamente en el triángulo del litio formado por Argentina, Bolivia y Chile.
Las tierras raras se dividen en dos grupos: las tierras raras ligeras (en inglés, light rare earth elements o LREE) y las pesadas (heavy rare earth elements o HREE). La producción de LREE está un poco más diversificada, pero son las HREE las que resultan cruciales para la generación de energías limpias. China conserva prácticamente el monopolio en este grupo. Aparecen algunos intentos de diversificación con la empresa australiana Lynas (que tiene una planta de transformación en Malasia) y la empresa estadounidense MP Materials, que explota la mina de Mountain Pass en California. No obstante, en el horizonte de 2030 seguramente se mantendrá el monopolio de hecho de China.
También es probable que el duopolio de China y la RDC en la producción de cobalto siga siendo dominante, con un amago de diversificación orquestada por EE UU con la RDC y Zambia mediante la creación de una planta integrada de tratamiento de cobalto.
Las mayores reservas mundiales de metales críticos en Asia-Pacífico
El estado de las reservas probadas y de los recursos potenciales de metales críticos no es un obstáculo importante para la transición energética. En número de años de consumo, sobre la base de la producción de 2022, las reservas probadas son de 37 años para el níquel, de 42 años para el cobre y el cobalto, de 175 años para el litio, de 318 años para el grafito y de 415 años para las tierras raras. Los recursos potenciales son a su vez de dos a cuatro veces más elevados que las reservas verificadas, lo que permitirá una fuerte progresión de las reservas al ritmo de los esfuerzos de exploración. El número de años de reserva del cobre, por ejemplo, es estable desde hace 30 años, gracias a que los nuevos descubrimientos han compensado del aumento del consumo.
Algunos países ya han intensificado el uso de sus reservas, como Canadá con el cobre o Papuasia-Nueva-Guinea con el cobalto. Otros todavía no han utilizado reservas abundantes, como EE UU con el litio o Brasil con las tierras raras.
China dispone globalmente de reservas confortables (salvo en el caso del cobre), que le permiten mantener su esfuerzo de producción a largo plazo. Si se añaden las reservas de Australia, que son considerables con respecto a casi todos los metales críticos, y las más determinadas de Indonesia y Filipinas en el caso del cobalto y del níquel (sin olvidar Nueva Caledonia), Vietnam e India para las tierras raras, la región Asia-Pacífico tiene globalmente en su mano todas las cartas para seguir siendo el continente central de las nuevas industrias que están en la base de la transición energética. La distribución por continentes de las reservas probadas sitúa a Asia entre el 30 y el 60 % de las reservas mundiales según los metales.
América Latina constituye la segunda región más rica en metales críticos, sobre todo en litio y cobre. África es crucial para el cobalto e importante para la producción de grafito. Norteamérica viene muy a la zaga, aunque sin duda con recursos mucho más importantes que los que aparecen en las reservas probadas, a falta de una exploración activa de tierras raras, por ejemplo. Europa solo aparece en la lista gracias al cobre, y en general queda relegada a la categoría resto del mundo en las clasificaciones globales. Recientemente se ha descubierto un yacimiento importante de tierras raras en el círculo polar sueco, cuyos plazos de explotación se alargarían, sin embargo, entre 10 y 15 años.
La abundancia relativa des reservas mundiales de metales críticos explica, por cierto, la evolución errática de los precios. Estos suben y bajan en función de las diferencias coyunturales entre la oferta y la demanda. Globalmente, los precios subieron con fuerza en 2021 y 2022, antes de estabilizarse en 2023. A largo plazo, su evolución dependerá del ritmo de aumento de la oferta y de las restricciones al comercio aplicadas por los países productores.
Los cuellos de botella de la producción se dan menos en el acceso a los recursos que en la elevada complejidad técnica del procesado, la magnitud de las inversiones, los riesgos medioambientales ‒que no dejan de ser notables (con niveles de contaminación que todavía no han disminuido)‒ y en ocasiones los riesgos sociales en los países pobres, como ilustran las condiciones de trabajo en las minas de cobalto en la RDC.
Nuevas estrategias occidentales sin garantías de éxito
Todos los países desarrollados cuentan ahora con una estrategia de control de los metales críticos y de las industrias de transformación. En EE UU, la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) de agosto de 2022 se traducirá en una fuerte aceleración de las inversiones en las industrias de nuevas energías (solar, eólica y vehículos eléctricos). Un estudio de Standard & Poor’s, publicado en el momento en que se adoptó la IRA, muestra que las necesidades del país en metales críticos darán un salto en los próximos quince años.
La estrategia estadounidense de aseguramiento de los suministros pasa por importantes subvenciones a las inversiones en el territorio nacional y a los países con que existen tratados de libre comercio o acuerdos específicos con EE UU, cosa que excluye a China, y hoy por hoy a la Unión Europea. Los socios privilegiados son Canadá, México y Chile en América, Australia, Japón y Corea del Sur en Asia-Pacífico. Según el estudio de Standard & Poor’s, el aseguramiento de los suministros solo garantiza el abastecimiento de litio. En cambio, los países socios de EE UU no disponen de recursos suficientes para asegurar el suministro a largo plazo de cobalto y níquel. En cuanto a las tierras raras, EE UU depende en un 80 % de la cadena de transformación china, y la reducción de esta dependencia durará varios decenios.
La Comisión Europea, por su parte, presentó en marzo de 2023 un proyecto de ley sobre las materias primas críticas (“Critical raw material act”) cuyo objetivo es localizar en el territorio de la UE el 10 % de las necesidades de metales críticos y el 40 % de la industria de transformación. El proyecto de ley incluye asimismo un objetivo ambicioso de reciclaje (aumentar al 15 % la proporción del abastecimiento proveniente de metales reciclados) y de diversificación de las fuentes que apunta a China: evitar que un único país acapare más del 65 % del mercado europeo de cada metal y cada etapa de producción. No olvidemos que el 98 % de las importaciones europeas de tierras raras venían de China en 2020.
La Comisión Europea prevé un sistema bastante complejo para acelerar las autorizaciones de nuevas minas, pero no deducciones fiscales masivas como en EE UU. También prevé reorientar progresivamente la ayuda europea al desarrollo a favor de proyectos mineros en los países en desarrollo, también sin financiación adicional. Un estudio del Instituto Jacques Delors señala las insuficiencias del proyecto y concluye que no está a la altura del reto: “Si la Unión Europea quiere reducir sus vulnerabilidades económicas, debe reconocer que la resiliencia tiene un precio.”
China sigue en cabeza en la carrera por las tecnologías alternativas
Una forma de reducir las necesidades de litio y cobalto, y nuestra dependencia de la industria china de iones de litio, consiste en sustituir las baterías de iones de litio por otros tipos. Una solución prometedora es la batería de iones de sodio, que tiene la ventaja de utilizar un recurso barato y especialmente abundante.
El problema es que las empresas más adelantadas en el desarrollo y la comercialización de estas nuevas baterías son actualmente todas chinas. Entre ellas se encuentra la gigante CATL, que va a suministrar el primer modelo de batería de iones de sodio a la empresa automovilística Chery. BYD también ha anunciado la incorporación de baterías de iones de sodio en uno de sus modelos, y otros dos fabricantes chinos de baterías (HiNa y grupo JAC) han comunicado proyectos similares.
Mayores riesgos geopolíticos
El embargo por Pekín de las tierras raras destinadas a Japón en 2010, a raíz de un incidente con un barco pesquero en el Mar de China Meridional, fue el primer toque de atención para los países occidentales. En los últimos doce años, Tokio ha conseguido reducir su dependencia de las tierras raras chinas, que ahora suponen dos tercios de las importaciones de Japón, en lugar de casi la totalidad anteriormente. China aplica desde entonces una política esporádica de cuotas de exportación de tierras raras. Otros países, como Indonesia en el caso del níquel, han impuesto un embargo a sus exportaciones de materias primas para obligar a los grandes productores de metales críticos a invertir en la industria de transformación local.
Según la OCDE, observadora atenta de las barreras comerciales mundiales, las restricciones a la exportación de metales críticos se han quintuplicado desde 2009, y al menos el 10% del comercio mundial de estos metales se ve afectado por diversos tipos de barreras comerciales (cuotas, prohibiciones, etc.). Los principales países responsables de estas restricciones son China, Vietnam, Argentina, Rusia, Kazajistán e Indonesia.
Los últimos ejemplos hasta la fecha se refieren a China. El pasado mes de agosto, Pekín impuso restricciones a la exportación de galio y germanio (utilizados en la fabricación de semiconductores), antes de anunciar el 20 de octubre un mecanismo de autorización para las exportaciones de grafito de gran pureza utilizado en las baterías eléctricas. En ambos casos, Pekín respondió a las medidas adoptadas por EE UU y sus socios para restringir el suministro a China de materiales y semiconductores de última generación.
Estas escaramuzas podrían convertirse en una “guerra de metales críticos” en toda regla si las tensiones geopolíticas en torno a Taiwán y el Mar de China Meridional se convierten en un conflicto abierto. Una de las limitaciones de las eventuales sanciones económicas a China radica en su posición crucial en el gigantesco juego de go en torno a los metales críticos y las industrias de la transición energética.
*Especialista en Asia y conocedor de las claves de la economía mundial. Fuente: https://vientosur.info/metales-criticos-por-que-china-y-asia-pacifico-son-cruciales/