Las elecciones argentinas y la obsesión derechista de matar al kirchnerismo
Claudio della Croce
No hay dudas entre encuestadores y consultores; el candidato oficialista a la presidencia, Sergio Massa, fue claro vencedor del debate presidencial con el ultraderechista Javier Milei. Algunos dicen que lo noqueó políticamente, otros que ganó por notable diferencia por puntos, pero ninguno se aventura a opinar sobre el impacto de esa “victoria” sobre el gran sector de indecisos..
El gran acierto de Massa fue llevarlo a Milei a debatir sobre las propuestas inconsistentes del libertario —”contestá por sí o por no”— en lugar de plebiscitar la gestión económica actual o los casos de corrupción. Pero lo que ha “descubierto” la derecha tradicional es que Milei no tiene envergadura, ni de conocimientos ni de personalidad, para llegar adonde llegó hasta ahora.
La derecha y la ultraderecha caminan obsesivamente en un único objetivo vital: la destrucción total y definitiva del kirchnerismo, el ala progresista del peronismo, que tuvo como presidentes a Néstor Kircher y en dos oportunidades a Cristina Fernández de Kirchner, hoy vicepresidenta. Hicieron todos sus esfuerzos para que no participara de la contienda, a través del lawfare e incluso con un intento frustrado de magnicidio.
El analista Rubén Armendáriz señala que después de 78 años, el tiro de gracia al peronismo se lo dio Alberto Fernández, el actual presidente -supuestamente peronista, supuestamente progresista), a quien sus partidarios lo mandaron a China en los momentos más álgidos de la campaña electoral.
Los dirigentes de la coalición neoliberal Juntos por el Cambio fueron sacudidos por el papelón del libertario. Los calificativos usados fueron desde inexperto hasta chanta (persona de poca credibilidad). Mientras la excandidata presidenencial Patricia Bullrich reconocía que Massa “copó la escena”, el expresidente Mauricio Macri se reunión con el ultraderechista, para darle instrucciones sobre lo que vendrá.
Del rechazo de las reglas del juego a la predisposición para coartar libertades, las intervenciones de Milei y de su equipo cercano disparan todas las alarmas, incluso en filas de la derecha. El acuerdo incondicional entre Macri, Bullrich y parte del Pro con Milei hizo que muchos decidieran reflexionar sobre sus límites políticos.
Los tres millones de votos que sumó Unión por la Patria el 22 de octubre se explican mayoritariamente por el enorme repudio y temor que despertó la campaña de la derecha, encarnada centralmente por Milei, pero también por Bullrich y Macri, que se convirtieron en el principal aval del ultraderechista. Solo el enorme temor al triunfo de Milei explica que muchos hayan votado al candidato oficialista, que pasó del 21% al 36,6% de los votos, quedando con un holgado margen sobre el llamado “libertario”.
Eso muestra la falsedad del discurso “anti casta (política)” de Milei y una orientación de amoldarse al establishment político y los lineamientos de la derecha más tradicional expresada en el PRO. Pero también el temor ante su programa económico, alentando con declaraciones la corrida cambiaria y hasta la salida de depósitos en pesos de los bancos.
Su programa de ajuste ultraneoliberal y su agenda político-ideológica completamente reaccionaria y represora, llevó a la candidata de la izquierda Myriam Bregman a callificarlo como “gatito mimoso” del poder económico.
Una obsesión
La prioridad de la derecha y la ultraderecha pasó a concentrarse de manera obsesiva en un único objetivo vital: la destrucción total y definitiva del kirchnerismo (considerada el ala progresista del peronismo), “lo peor que le pasó al país”, según Bullrich. ¿Hasta dónde podía llevarnos el deseo obsesivo de derrotar al peronismo?, se pregunta el exministro de Cultura de Mauricio Macri, Pablo Avelluto.
Aquel partido, conocido como Propuesta Republicana (Pro) fundado en 2003, dejó de existir durante la noche del lunes 23 de octubre, en la casa de su fudador, el expresidente Macri. Allí recibió al ultraderechista Milei y a la jefa derrotada del Pro, Patricia Bullrich. Pasada la medianoche quedó sellado el acuerdo entre los que habían terminado en tercer lugar y el candidato a presidente de La Libertad Avanza.
Cuando horas más tarde los periodistas preguntaron qué era exactamente lo que se había pactado por la noche, la respuesta fue curiosa. “No fue un acuerdo”, respondió el dirigente bullrichista Cristian Ritondo, y completó: “Es un apoyo incondicional”. Sea cual fuere el resultado de las elecciones del 19 de noviembre, el Pro ya habrá dejado de existir, aventura Avelluto.
Después de los apoyos de Lula da Silva, de Brasil, Andrés Manuel López Obrador de México y de José Mujica, de Uruguay, el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, manifestó su simpatía por Sergio Massa: “representa la apuesta por la convivencia democrática, por la concordia, y ofrece un proyecto de unidad, de solidaridad, con oportunidades para todos y para todas”, afirmó el español.
López Obrador calificó a Milei como un “facho conservador”y advirtió que “hay una internacional del conservadurismo” detrás del candidato de La Libertad Avanza. Por su parte, Lula sabe que, en este momento de arenas movedizas, una victoria de Milei agravaría sus problemas en el gobierno, y envalentonaría a Jair Bolsonaro
Lo que vendrá
Más allá de quién salga primero en el balotaje, desde diciembre hasta febrero el Estado tiene una agenda abultada de vencimientos de pagos. Con las reservas del Banco Central en terreno negativo, la presión del Fondo Monetario Internacional (FMI) y otros acreedores se mostrará con fuerza.
La consultora Ecolatina estima que“entre 2024 y 2026 el gobierno debe afrontar vencimientos por más de 53.000 millones de dólares (excluyendo Letras Intransferibles, Letras en Garantía y Avales), es decir, más de 17.800 millones de dólares en promedio por año”montos impagables para el Estado, que convierten a la deuda externa en un medio para mantener sometido al país y saquear sus recursos.
Colofón: La historia seguramente no terminará el domingo 19, porque si pierde, seguramente Milei denuncie fraude, tal como lo hiciera Jair Bolsonaro en Brasil. El consultor digital de La Libertad Avanza, Fernando Cerimedo, participó en Brasil de la campaña de Jair Bolsonaro de 2018. Cuatro años después, fue el encargado de difundir en la región la fake news de que el triunfo de Lula estuvo amañado.
También recibe instrucciones del exasesor de Donald Trump, Steve Bannon, cabeza visible y financista de la ultraderecha en Europa y Latinoaméroca. En el caso brasileño y estadounidenses, los derechistas se negaron a reconocer sus derrotas.
*Economista y docente argentino, investigador asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)