Petróleo: Implicancias de una hegemonía energética en declive

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Vivimos tiempos de cambio, acá una señal en tal dirección: según la Agencia Internacional de Energía (AIE). “La carrera de las renovables se acelera, “más que nunca”, y las previsiones apuntan a que el año 2021 que acaba de concluir establecerá un nuevo máximo histórico de potencia instalada: 290.000 megavatios de nueva capacidad renovable, un 3% más que en 2020. Más aún: la AIE estima que la capacidad eléctrica con renovables a nivel global aumentará más de un 60% hasta 2026 (vs. 2020)”1.

Es un dato que no debe pasar sin pena ni gloria, dadas sus implicaciones sobre el medio ambiente, la economía y la geopolítica global. Para ello hay que recordar que durante la época civilizatoria moderna –hoy en ciernes– el petróleo de origen fósil se constituyó en médula de la dinámica misma de su sistema energético, punto de referencia de los precios de las fuentes y formas de los componentes de su matriz, con impacto en las demás variables constitutivas del sistema socioeconómico de sus modelos capitalistas o socialistas reales. Asunto aún vigente, pero que en el mediano plazo empezará a dejar de serlo, dado su reemplazo por las diversas formas  y fuentes de energía de origen limpio, componentes de la matriz energética de la nueva época civilizatoria del procomún Colaborativo o Transmoderna.

Hegemonía fósilImagen tomada de Freepik

El factor energético exosomático material sobre el cual se funda, despliega y mantiene el sistema de producción socioeconómico moderno se sustenta en las fuentes fósiles, principalmente en el carbón mineral y el petróleo2 (que incluye los demás hidrocarburos); que desplazan a la leña, la biomasa, el agua y el aire que movían los “molinos de viento” de la premodernidad, a su vez, activados por la fuerza de trabajo de esclavo(a)s y siervos(a)s.

Si bien esta épica moderna mefistofélica3 se inicia con el carbón mineral inglés en el siglo XVI, a mediados del siglo XIX con los descubrimientos y producción a escala del petróleo en los EE.UU. –a raíz de la exploración iniciada por  Edwin Drake en 1859 en Pennsylvania–, se consolida esta época dominada por la energía fósil e impelida a globalizarse a escala planetaria. Desde entonces, poco a poco, todas sus instituciones socioeconómicas, administrativas, financieras, políticas, científico-tecnológicas y culturales y medioambientales –que incluye las propias de la energía alimentaria exosomática–, estarán cruzadas por su sello e impronta fósil. A su vez, expresión de la respectiva hegemonía que emerge y se encarna sociopolíticamente en el nuevo poder imperial norteamericano, como no se había visto a lo largo de la historia y, que considera que “los ruidos” que se dan alrededor del petróleo en el mundo constituyen el asunto fundamental de su Seguridad Nacional.

De ahí que, no nos resulta sorprendente, ese hegemón se haya iniciado y sustentado en las propias potencialidades de su geología; y que sean los EE.UU.  la patria de las grandes corporaciones transnacionales o famosas “siete hermanas petroleras”, monopolizadoras y/o dominantes del sistema petrolero del mundo, quienes a través del acuerdo de Achnacarry en Escocia (1928) “se asociaban para distribuirse el mercado petrolero tanto volumétrica como geográficamente, desde la producción hasta la distribución”4. Que aun hoy, sigan siendo el mayor productor y consumidor, al tiempo que actor fundamental en la determinación de los precios pese a la incidencia que, a partir de los años setenta alcanza la Opep (Organización de Países Exportadores de Petróleo, de dominio de los países árabes), pues continúa siendo el gran jugador a través de su poder financiero y armamentista, al reciclar hacia sus bancos las grandiosas rentas que reciben esos países, como otros igualmente petroleros.

La Casa del Empeño - Que es la Petrodivisa? La petrodivisa es el dinero  guardado en dólares de un país que exporta altos volúmenes de petróleo. A  medida que el precio delFlujo y acumulación de petrodivisas a partir de las cuales se inicia, desde mediados de los setenta, la petrodolarización, financiarización, endeudamiento de todos los países, y estanflación de la economía mundial de la mano visible del poder del mercado de las grandes transnacionales y sus estados corporativos afines al modelo neoliberal. Esto por cuanto, al ser el dólar –después de la crisis del treinta del siglo XX– la moneda del comercio mundial, y al romper Richard Nixon en 1971 el patrón oro, y al darse a partir de entonces el aumento permanente de los precios, le permite a la imprenta monetaria norteamericana producir dólares al por mayor. Asunto que se traduce en la actual estanflación cargada sobre los hombros de todos los habitantes del planeta y cuyas imprevisibles consecuencias zapatean al ritmo de un dólar sobresaltado, crónicas crisis financieras y permanentes tensiones default por impago de la deuda de los Estados. Una situación convertida desde entonces en el “pan inflado de cada día”.

Implicancias procomunes

Esa situación hegemónica empieza a ser jaqueada por el proceso imparable que van asumiendo las energías limpias en el escenario mundial, preludio de la nueva condición energética de la época del procomún por venir a partir del 2050.

A diferencia de las fósiles, estas energías –en sus procesos productivos– parten de fuentes consideradas inagotables, cuyos precios de producción tienden naturalmente hacia costes marginales y consecuentes precios cércanos a valor cero; situación aliñada después del 2050 por el inicio del decrecimiento demográfico mundial que conlleva la disminución de su demanda.

Como tales energías se hayan dispersas y distribuidas de forma variada por todo el planeta, es decir que no están concentradas en determinados puntos geográficos, limitan la condición necesaria de grandes capitales de inversión y monopolios corporativos para su gestión, potenciando la condición de ser agenciadas desde los múltiples “lugares” en los que se encuentran, por individuos y colectividades emprendedoras localizadas y trenzadas en redes prosumidoras permanentes y que, en consecuencia, evitarían los apagones energéticos.

Por esta misma razón, también darían fundamento a una gestión autogestionaria democrática y comunitaria participativa, y/o cogestionada con sectores privados y estatales, pero ya no dominantes sino subsidiarios; potenciando de esa manera una hegemonía más comunitaria y con menor poder decisorio por parte del mercado o del Estado. Condición que se constituye durante el periodo de transición –1970-2050– en epicentro de la lucha política entre comunidades, Estados y grandes corporaciones, particularmente contra  éstas que intentan por todos los medios hacerse al monopolio de esas diversas fuentes limpias “las grandes petroleras mundiales han enfilado programas de adopción de estas tecnologías e incluso se han dividido en “líderes y seguidores”, lo que llevará a la generación limpia a cerca de 62% de las necesidades mundiales para 2050”5.Trasnacionales petroleras - Geopolítica Petrolera

Por lo antes dicho, el despliegue de las energías limpias tiene como implicancia que en lo mediato se ponga en entredicho la hegemonía corporativa y estatal de la hegemonía energética fósil en cabeza de los EE.UU. y, por tanto, el poder alcanzado en el manejo de la energía exosomática –y endosomática– por parte de las grandes corporaciones transnacionales, países y demás empresas monopolizadoras de sus fuentes, cuyos efectos se constituirán en fuente de padecimiento para unos y otros, y que caracteriza los sobresaltos que acompañan al periodo de transición en curso.

Así, para referimos solo a algunos, hacia el 2030 cuando muy seguramente las nuevas energías limpias empiecen a incidir –o ser referentes– en los precios de la energía, se dará inicio a la baja de los correspondientes al petróleo y sus derivados, con todo lo que eso implica para el resto de la economía, incluyendo el medio ambiente.

También, buena parte de las reservas de petróleo aun existentes posiblemente empezarán a quedar cesantes, con poco atractivo para las grandes corporaciones y sus mercados especulativos de las bolsas, que ahora las despreciarán, al igual que a sus países propietarios. Estos, entre ellos los países árabes, como lo ilustra en una película un viejo Jeque nómada dubaití, volverán a ser lo que habían sido: un desierto, pues toda la fantasía permitida en la construcción de edificios, islas, y lagos artificiales, como la sangre derramada por el espejismo del petróleo, se volverán arena; y, sin son países tropicales como los nuestros, en cien años de soledad, como lo ilustra literariamente nuestro inolvidable Nóbel.

Notas

1   https://www.energias-renovables.com/

2  Petróleo o “estiércol del diablo” para el folklor popular venezolano.

3  Mefistófeles, también llamado Mefisto, es el nombre de un demonio del folklore alemán y significa “el que no ama la luz”. Representa a uno de los príncipes del Infierno, un personaje subordinado de Satanás encargado de capturar las almas de los mortales. En ocasiones, también se le considera como sinónimo del mismo Diablo. https://es.wikidat.com/info/mefistofeles.

4  https://www.buenastareas.com/

5  https://elceo.com/n

*Analista del periódico colombiano Desde Abajo