Formación técnica y profesional de niños y jóvenes: frente a la mala fe, la buena duda

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Eduardo Camin

Los sistemas de enseñanza y formación técnica y profesional (EFTP) de muchos países de ingresos bajos y medianos no se ajustan a las necesidades del mercado laboral y no están preparados para satisfacer el gran aumento de la demanda de EFTP en los próximos años, según un nuevo estudio conjunto del Banco Mundial, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la UNESCO.

Presentado antes del Día Mundial de las Competencias de los Jóvenes (15 de julio), el estudio Building Better Formal TVET Systems: Principles and Practice in Low- and Middle-Income Countries  es el primer análisis mundial riguroso de los retos y las reformas de la EFTP en las economías en desarrollo.Eventos y formación en materia de seguridad y salud en el trabajo (Seguridad y salud en el trabajo)

Los organismos multilaterales señalan que en el contexto de la rápida evolución de los mercados de trabajo y de las necesidades de cualificación debido a la globalización, el progreso tecnológico, la transformación demográfica y el cambio climático, la necesidad de una EFTP eficaz es aún mayor para garantizar transiciones laborales fluidas.  Esto es especialmente crítico ya que el desempleo juvenil mundial se sitúa en el 16% en 2022, mucho más alto que la tasa de desempleo general.

Sin embargo, a pesar de su gran potencial, la formación no suele estar a la altura de las expectativas en los países de renta baja y media. Esto se debe en gran medida a las dificultades a las que se enfrentan los alumnos, a la falta de apoyo de los profesores y a los escasos incentivos para los proveedores.

“Muchos países están experimentando un rápido crecimiento de la población joven. Al mismo tiempo, casi una cuarta parte de los jóvenes de todo el mundo no reciben educación, empleo o formación; y entre las mujeres jóvenes, esta tasa se eleva a casi un tercio”,  declaró Mamta Murthi, Vicepresidenta de Desarrollo Humano del Banco Mundial. “Unos buenos sistemas de EFTP ayudarán a los países a invertir en competencias y empleos para los jóvenes y a beneficiarse del dividendo demográfico. También ayudan a las personas a navegar por los cambios climáticos, demográficos y tecnológicos que ya se están produciendo”, añadió

Organización Internacional del Trabajo“Estamos asistiendo a una profundización sin precedentes de las desigualdades dentro de los países y entre ellos, a un aumento de la pobreza de los trabajadores, a retos significativos para el empleo juvenil, y a un riesgo de informalización de la economía formal”, dijo Mia Seppo, subdirectora General de Empleo y Protección Social de la OIT.

“Los sistemas eficaces de formación y aprendizaje permanente son componentes cruciales para abordar estos desafíos y promover la justicia social. También capacitan a los individuos para aspirar a mejores empleos, mejores salarios y mejores vidas. Por lo tanto, son facilitadores clave del desarrollo humano y del trabajo decente para todos”, aseguró.

De la infancia a la adolescencia… la miseria es denominador común

Las cuestiones son paralelas, pero determinantes, previo a los jóvenes antecede la infancia, porque los efectos positivos de la protección social en los niños son incuestionables. Numerosas pruebas empíricas demuestran que la protección social que tiene en cuenta a los niños reduce la pobreza, al tiempo que contribuye a la seguridad de los ingresos en los hogares, pero sobre todo a la salud, la educación y la seguridad y protección alimentarias de los niños.

Además, aporta resiliencia a los hogares, permitiéndoles aumentar su productividad y su potencial de ingresos, y reduce el riesgo de transmisión intergeneracional de la pobreza.  Pero lo que no podemos relativizar las dificultades, que antecede a los jóvenes, en ese continuo pregonar de soluciones que se perpetúan en la ineficacia.

Un Informe de la OIT, /UNICEF, destaca que hay 2 400 millones de niños en el mundo que necesitan una protección social adecuada. Sin embargo, los niños siguen teniendo el doble de probabilidades que los adultos de vivir en la pobreza. Más de 800 millones de niños viven con menos de 3,20 dólares al día, mil 300 millones  con menos de 5,50 dólares al día y más de mil millones viven en la pobreza multidimensional, privados de factores clave que inciden en la infancia como una salud, educación y nutrición adecuadas.

Las repercusiones en los niños son tanto inmediatas como permanentes: aumentan las violaciones de derechos, como el trabajo y el matrimonio infantiles, y disminuyen sus aspiraciones y oportunidades. Y ese potencial humano no realizado tiene inevitables implicaciones adversas y a largo plazo para las comunidades, las sociedades y las economías en general.

A pesar de sus efectos inmediatos y a largo plazo, mil 500 millones de niños menores de 15 años, no tienen actualmente acceso a la protección social. Además, es muy preocupante que los avances en el aumento de la cobertura efectiva a nivel mundial lleven estancados desde 2016. Las cifras de cobertura efectiva para el indicador 1.3.1 de los ODS muestran que las tasas correspondientes a los niños de 0 a 15 años no han progresado o incluso se han estancado.

En 2020, solo el 26,4 por ciento de los niños menores de 15 años de todo el mundo recibían prestaciones monetarias de protección social (lo que equivale a 523 millones de niños que contaban con una cobertura efectiva y mil 460 millones sin ninguna cobertura), mientras que en 2016 la tasa de cobertura efectiva de los niños era del 27,2 por ciento (528 millones de niños que contaban con una cobertura efectiva y mil 410 millones sin ninguna cobertura).

En resumen, la población infantil está aumentando, pero la cobertura efectiva de los niños está disminuyendo. Las importantes brechas de cobertura en todo el mundo en relación con otras prestaciones son perjudiciales para el bienestar infantil, es decir para los jóvenes de hoy.

Esperando la agenda 2030

En el informe de la OIT  Estrategia sobre competencias y aprendizaje permanente 2030, para desarrollar políticas y sistemas nacionales de competencias resilientes, ha adoptado una nueva norma internacional del trabajo sobre aprendizaje de calidad para apoyar a los Estados miembros en el diseño y la mejora de los sistemas nacionales de aprendizaje.

“El desempleo juvenil es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo, y uno que exige nuestra atención inquebrantable, nuestra determinación colectiva y nuestra plena dedicación al aprendizaje y la mejora de las competencias inclusivos y accesibles a lo largo de toda la vida”, declaró Borhene Chakroun, Director de la División de Políticas y Sistemas de Aprendizaje Permanente de la UNESCO.

Agregó que “a través de la EFTP podemos dotar a los jóvenes de las competencias y los conocimientos que necesitan no sólo para sobresalir en los mercados laborales actuales, sino también para capitalizar los avances tecnológicos y mantenerse un paso por delante en un mundo que cambia con rapidez.”

El informe constata que son muchos los factores que afectan a los resultados de la EFTP, como el acceso, la equidad, la calidad y la pertinencia. Muchas instituciones se centran en lo que saben hacer, que suelen ser competencias técnicas, pero no en lo que necesitan los estudiantes o las empresas, como competencias cognitivas, digitales o empresariales.

Los estudiantes tampoco están bien atendidos por profesores poco preparados y equipos anticuados. Un aspecto crítico es que la EFTP suele considerarse una vía educativa de segundo nivel a la que se dirigen los alumnos con dificultades. Esto puede disuadir a los estudiantes potenciales de matricularse o a las empresas de contratar a titulados de EFTP.

Aunque las prioridades de reforma de la EFTP difieren de un país a otro, el informe anima a los países a dar prioridad a las necesidades de los alumnos y las empresas y a reajustar la financiación para recompensar las reformas. Dado que estas reformas pueden tardar en dar fruto, el informe también insta a los países a identificar y perseguir resultados rápidos, como empezar por los sectores prioritarios.

El informe señala que es posible transformar los sistemas de EFTP en los países de ingresos bajos y medios aprovechando los nuevos datos y tecnologías, aprovechando además las enseñanzas extraídas de experiencias anteriores, incluida la pandemia de COVID-19. Movilizar la financiación privada puede infundir recursos adicionales a la EFTP, a menudo necesarios dado que los países de renta baja y media gastan menos del 0,2% del PIB en EFTP, frente al 0,46% de los países de renta alta.

En las próximas dos décadas, es probable que las tendencias demográficas y el aumento de las tasas de finalización de estudios en los niveles inferiores de la enseñanza provoquen un incremento exponencial del número de estudiantes de EFTP.

En Burundi, Malí y Uganda, se espera que el número de estudiantes de EFTP de secundaria se multiplique por más de cuatro; en Níger, se espera que el número se multiplique por diez. Muchos de estos países se enfrentan ya a la creciente presión que suponen los elevados porcentajes de jóvenes que no reciben educación, empleo o formación.

El informe subraya que cuando la EFTP funciona bien, sus titulados poseen las cualificaciones adecuadas para los empleos actuales, pero también están preparados para adaptarse en el futuro a medida que cambien las necesidades de cualificación. Unos sistemas de EFTP sólidos pueden ayudar a los países a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible apoyando de forma sostenible y eficiente el empleo y la productividad.

El zorro en el gallinero: desconfianza y dudas sobre el BM y el FMI

Casi con cierta ingenuidad se pretende tratar el problema en el desequilibrio político del poder que genera la presencia el Banco Mundial (BM) y por extensión el Fondo Monetario Internacional (FMI), ya que las condiciones de la política económica que promueven – a menudo adjuntas o «recomendadas» como parte de los préstamos, proyectos, asistencia técnica o supervisión financiera –socava la soberanía de las naciones prestatarias, limitando su capacidad en la toma decisiones políticas y erosionando su control sobre las estrategias de desarrollo nacional.

Este es particularmente el caso del FMI como «prestamista de última instancia» para los gobiernos que experimentan problemas en su balanza de pagos.

Son organismos  que históricamente han aplicado condicionalidad exigiendo una «carta de intención» de los gobiernos que solicitan un préstamo. Para que un préstamo sea aprobado por el FMI, la carta debe incluir acciones previas, criterios de desempeño cuantitativos y puntos de referencia estructurales – el cual continúa implicando reformas estructurales en la política macroeconómica.

A pesar de los esfuerzos por «racionalizar» el número de condiciones frente a las severas críticas, la Revisión 2018 del Diseño del Programa y la Condicionalidad encontró que el número de condiciones estructurales sigue incrementándose.

Por su parte el Banco Mundial, la condicionalidad se aplica más directamente en los préstamos y subvenciones para proyectos de desarrollo que se conceden a los países que adoptan las “acciones previas” recomendadas y requeridas para recibir esta financiación específica

La perplejidad aumenta a medida que aumentan los retos mundiales, y el riesgo de hacer frente a una espiral de pérdida de potencial humano, los avances en la extensión de la protección social de los niños y los jóvenes se han estancado en gran medida y están empezando a retroceder, como dato para tener en cuenta las sociedades que permeabilizan la miseria creyéndose aventajadas por estar al norte del hemisferio, comienzan a tener expresiones sociales de estas dificultades.

Por eso como decía el escritor español José Bergamín “si hay mala fe ¿por que no va a haber una buena duda?

 *Periodista uruguayo residente en Ginebra exmiembro de la Asociación de Corresponsales de Prensa de Naciones Unidas en Ginebra. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)