En “modo electoral”: sinsabores y festejos en el gobierno argentino
Juan Guahán
Mientras el gobierno formal de Alberto Fernández sigue dejando pasar el tiempo sin mayores pretensiones de incidir en la coyuntura; el gobierno real, en manos del ministro-candidato Sergio Massa, despliega una actividad frenética.
Apenas unas semanas atrás, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner había adelantado que –en una elección de tercios- el objetivo sería entrar al balotaje. Pero el ministro-candidato no trabajó estos largos años para contentarse con esa perspectiva. Si bien es (relativamente) joven (51 años) y podría tener otras oportunidades, sabe que su hora es ahora y está dispuesto a no dejarla pasar.
En estas pocas semanas, ya casi no quedan dudas que la coalición Unión por la Patria (UP, ex Frente de Todos) estará en la segunda vuelta. No solo eso, sino que la presencia de Massa al frente de esa coalición es probable que cambie la actitud de EEUU y del empresariado que forma parte del “círculo rojo” del poder.
Las simpatías que –desde allí- se desparramaban a favor de candidatos y candidatas del neoliberal Frente por el Cambio (FxC) puede cambiar de rumbo. Massa, de la cuna alsogaraista de la Unión de Centro Democrático (UCD), rápidamente se hizo “peronista” y aprendió de la historia que un buen camino para lograr concesiones del imperio, es tener apropiados vínculos con potencias que confrontan con ese poder imperial.
El viaje de Massa a China responde a esa lógica. Es obvio que esa jugada significa estar caminando por la cornisa, con los riesgos que ello supone. Massa aspira a recuperar simpatías perdidas por los errores de Cristina, el desastre del albertismo y la voracidad de la agrupación kirchnerista La Cámpora. Sabe que es una tarea difícil, pero su audacia -sin límites- le impide quedarse a la vera del camino.
La lógica de los números deja a FxC en las puertas de un triunfo, ya sea en la versión de la ubicua Patricia Bullrich o del “moderado” Horacio Rodríguez Larreta, quien cuenta con un precandidato a vicepresidente del dictadorzuelo de la provincia de Jujuy Gerardo Morales. Éste emparda y supera las enardecidas propuestas de Patricia con una lógica de escalada represiva ideada por el radicalismo, que tuvo aplicación en Mendoza y que también promueve el capitalino Martín Lousteau.
Una de las claves –del gobierno- para revertir esa perspectiva de derrota es dar la imagen de tener un control sobre la inflación. La cifra del 6% para el mes de junio –aunque parezca mentira- se corresponde con esa necesidad. El INDEC da como resultado una inflación anualizada, al mes de junio, del 115,6% y del 50,7% para la primera mitad de este año, lo que representa una sensible disminución respecto al 7,8%, medido para mayo y del 8,4% para abril.
Esta buena nueva se acompaña con la inauguración del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner. La celeridad con la que se hizo, habría sumado una cifra importante de recursos, que –según el gobierno- serán cubiertos con el adelanto en el “ahorro” de divisas necesarias para comprar gas. De todos modos es difícil ignorar que la estrategia global sobre la explotación de hidrocarburos argentinos se decide en otras mesas.
En materia de empleo, son interesantes los datos sobre el incremento de trabajadores. En el último año hubo 614 mil nuevos empleos. Los trabajadores asalariados formales, se incrementaron un 3,8%. Los “no registrados (en negro) crecieron un 6,7%.
Otra “buena noticia” son los créditos para jubilados, con tasas de interés del 29%. Esos créditos van desde 5.000 pesos (equivalentes a 10 dólares) hasta 400.000 en 24, 36, ó 48 cuotas las cuales no pueden exceder el 30% del ingreso mensual y serán depositados en la cuenta bancaria dentro de los cinco días hábiles de aceptada la solicitud. El interés es tal que las oficinas del Administración Nacional del Seguro Social (ANSES) no dan abasto para responder a la cantidad de peticiones formuladas.
El Consejo del Salario acaba de aprobar los nuevos valores del sueldo mínimo con la previsión de un incremento del 34% en tres etapas, la última en setiembre. El salario mínimo pasaría de los actuales 87.987 pesos (unos 175 dólares al cambio libre) a 105.500 en julio; en agosto quedaría en 112.500 y en setiembre, en 118.000.
Todas estas medidas parciales ceden el lugar de privilegio, en el interés del gobierno, a lo que pueda suceder con el FMI.
En este sentido, la situación del sector externo es tan crítica que hasta los “piratas” ingleses se conmovieron y rechazaron un pedido de algunos “Fondos Buitres” que demandaban que les paguen ahora una parte de un fallo que condena a la Argentina.
Se trata de la larga historia del “Cupón del PBI” (año 2005) donde Argentina debía pagar un plus, a algunos “buitres”, si superaba el 3% de crecimiento. El gobierno desinfló la cifra del crecimiento y los prestamistas reclamaron. La justicia inglesa ordenó pagar 1.500 millones de dólares a cuatro “fondos buitre”.
Argentina apeló y los cuatro fondos pidieron un “adelanto” precautorio. (375 millones de dólares), y planteó que -en caso de hacerlo- se provocaría “un daño irreparable a la población”. Los ingleses –enternecidos- hicieron lugar al pedido argentino y no se hará efectivo ese “adelanto” solicitado.
Mientras el dólar paralelo cerraba la semana a 522 pesos por unidad, Massa reiteró que el acuerdo con el FMI está prácticamente cerrado y que se haría público la próxima semana. Dos son los objetivos inmediatos para llegar hasta fin de año: El cierre con el FMI y ampliar los swaps con China por el equivalente a unos 10 mil millones de dólares.
Es sabido que, metidos en el acuerdo con el FMI, la suerte inmediata y la de los próximos años está atada a ese organismo. Por eso el FMI es el principal protagonista de las políticas argentinas. Desde este punto de vista se ha renunciado a varios instrumentos básicos para ejercer soberanía.
Aunque duela y se lo enmascare, ésa es la realidad. Como no se ha preparado al pueblo para una gesta de esa naturaleza, ella siempre aparece como imposible. Se lo oculta detrás de frases de circunstancia, tales como: “No acordaremos sobre el hambre de los argentinos” o aquella otra que sostiene “le pagaremos al Fondo para poner fin a esta relación”. Una larga historia demuestra la escasa verosimilitud de esas afirmaciones.
Ahora, teniendo en cuenta los próximos vencimientos de compromisos contraídos, el gobierno espera que con un desembolso de seis mil millones de dólares podrá recorrer con cierto margen de tranquilidad los meses que le faltan. Con ellos podría cubrir los vencimientos ineludibles del último semestre del año en curso y tener una reserva para que no lo coman las “corridas bancarias” y restablecer un muy debilitado circuito de importaciones. La deuda maldita goza de buena salud y largos años de vida.
*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)