Mercado y totalitarismo financiero

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Maria Abreu y Paulo Kliass

El totalitarismo financiero se encuentra con el terrorismo fiscal como forma de someter a la sociedad a la satisfacción de los intereses del “mercado”

“El neoliberalismo y el discurso de los grandes medios nos dejan la impresión de que el mercado lo explica todo”. Esta declaración, de Eugenio Raúl Zaffaroni, un jurista penal argentino muy interesado en ser un defensor incondicional del Estado, fue expuesta en una entrevista concedida a la periodista Fernanda Mena y publicada en el diario Folha de Sao Paulo, el 14 de marzo . 2020. (1).

La introducción a la entrevista comienza con la afirmación de que “el mundo está reviviendo tiempos de pulsión totalitaria”. Al final de la entrevista, se le pregunta a Eugenio Raúl Zaffaroni si siquiera es posible hablar de totalitarismo, y él, con la cautela que le otorga su reputación intelectual, distingue entre el totalitarismo del siglo XX de entreguerras y el totalitarismo financiero contemporáneo. Adoptando un vocabulario diferente al de Eugenio Raúl Zaffaroni, en efecto, no se puede imaginar que el impulso totalitario actual produzca o sea el resultado de relaciones sociales del mismo tipo que se observaron en el siglo XX, como fenómenos como el nazismo alemán o fascismo italiano.Eugenio Zaffaroni presenta su libro en Tafí Viejo - Municipalidad de Tafí  Viejo

Es posible dar algunos pasos desde la intuición de que vivimos un impulso totalitario y que el mercado es la explicación de todos los absurdos practicados en nombre de un orden financiero que sería el elemento principal del totalitarismo de nuestro tiempo.

Em primeiro lugar, esclarecendo melhor de que totalitarismo está sendo falando. No entre-guerras, de modo muito sintético, totalitarismo era uma forma de organização do Estado, em que não havia limites para a ação estatal. A privacidade e os direitos individuais eram suprimidos e a divisão entre o público e o privado desaparecia em nome da ubiquidade do Estado: tratava-se de um Estado total. Muito poderia ser dito deste conceito, pois na verdade ele parece apontar o liberalismo como o grande antídoto para uma sociedade totalitária. Sua armadilha é, em sua formulação, esquecer que para a formação de um Estado totalitário é necessário que se constitua uma sociedade totalitária.

A favor de este argumento, es necesario recordar que el régimen nazi no abolió el capitalismo ni la sociedad de mercado. Una de las características señaladas por teóricos como Hannah Arendt, Raymond Aron y Eric Voegelin, entre otros, era que sólo era posible a partir de la transformación del pueblo como cuerpo colectivo en una “masa” amorfa y homogénea. En esta operación transformadora, posible desde el terror, ejercida por un poder estatal imprevisible, el pueblo dejaría de ser un ente plural integrado por colectividades e individuos con cierto grado de libertad de manifestación y organización y el desdibujamiento de los límites entre Estado y individualidad, en todo lo que comprende: memoria, comunidad e intimidad.

Para descartar la posibilidad de una organización estatal totalitaria, se construyeron muchos tipos de teorías de derecha e izquierda. Las teorías más propias de la derecha -entendida aquí como aquellas que restringen más intensamente la acción del Estado- defienden un mercado que pueda producir una sociedad más eficiente, en la medida en que esté más en sintonía con los deseos individuales y ofrezca a los ciudadanos/competidores una gama más amplia de opciones posibles. competiciones

En estas sociedades, aunque operaban con reglas claras, los perdedores no podían quejarse, pues las reglas del juego eran las mismas para todos. Y lo que puede hacer el Estado es atender a quienes, aún con reglas imparciales vigentes, están perdidos y necesitan algún tipo de ayuda. Se decide, algún tipo de medida necesaria para mantener una vida digna a los competidores y también para que algún día puedan volver a competir, o cuya derrota resulte disfuncional para la propia sociedad.

Origen y Evolucion del Estado | Slide SetResulta que incluso esos autores llamados economistas neoclásicos o teóricos neoliberales, o anarcoliberales, no importa, pueden afirmar que el Estado es innecesario. Lo que proponen es que el Estado se reduzca a su mínima dimensión, especialmente en el dominio de la economía y la regulación de las actividades en general. Se necesita algún Estado al menos para garantizar la seguridad jurídica de las prestaciones básicas y las reglas del juego. No es casualidad que las teorías ultraliberales en el campo económico puedan ser bastante restrictivas desde el punto de vista de la acción punitiva del Estado.

Conscientes también de los límites deseables de la acción del Estado, principalmente en su poder político, de control y punitivo, los teóricos de izquierda defienden ciertos límites al Estado, con la diferencia de que es el principal actor de organización social y protección de derechos, de la dignidad y el buen vivir de los ciudadanos.

Lo que olvidan tantos teóricos críticos del totalitarismo, en su matriz liberal, es que la “pulsión totalitaria” de Eugenio Raúl Zaffaroni, punto de partida de este artículo, es una inquietud que surge de un análisis de la psicología social y una preocupación por el conjunto de relaciones sociales que producen esta pulsión. Si esta preocupación tiene sentido, en las sociedades actuales, donde el Estado es cuestionado como actor principal en la organización social por diferentes segmentos económicos, pensar que el Estado será el actor principal o exclusivo en la canalización de esta pulsión probablemente redundará en algunos error de analisis

Entonces, veamos. Un estado democrático como el brasileño se mantiene con mucho esfuerzo y basado en una competencia –entre partidos, actores sociales e incluso miembros de colectivos orgánicos, como las familias– fratricida, por no ser contraproducente. Esta competencia no ha generado debates plurales, al contrario, entre otros dogmas, probablemente los más preponderantes si el discurso permanente de que el mercado tiene que ser mínimamente complaciente, algo muy malo le va a pasar a la economía ya las relaciones sociales.

Resulta que detrás del discurso genérico sobre una entidad como el “mercado”, hay una defensa de los intereses de un grupo muy específico de fracciones hegemónicas del capital financiero. Cuando el Banco Central, por ejemplo, se refiere a las llamadas “expectativas del mercado” para orientar su acción y definir la SELIC (tasa de interés de referemcia), se basa únicamente en una encuesta que realiza semanalmente a poco más de un centenar de directores de bancos y otras instituciones financieras. .BC eleva Selic em 0,5 ponto, para 13,25% ao ano, e projeta novo ajuste de  igual ou menor magnitude - InfoMoney

Bueno, vivimos en una sociedad tan excluyente que es difícil imaginar qué se podría producir con más exclusión. Sin embargo, esta imaginación se vuelve posible cuando el presidente del Banco Central dice que Pix, una herramienta bancaria que realmente facilitó el movimiento de dinero en todo el país, revolucionó la vida de un vendedor de dulces, y que ese cambio fue asombroso.

Si estamos en una sociedad donde se toleran este tipo de delirios, lo que tenemos es un Estado que ya no funciona como resultado de un pacto social mínimo que permita vivir en paz a las personas, sino como mediador de las exigencias de un mercado oligopólico que sólo promueve el miedo a partir de caprichos colectivos cuyos actores no son responsables.

Así, el totalitarismo financiero se encuentra con el terrorismo fiscal como forma de someter a la sociedad en su conjunto a la satisfacción de los intereses de los representantes financieros. Se generaliza la creación de un clima de chantaje y amenazas con el apoyo ofrecido por los principales medios de comunicación, exigiendo a los sucesivos gobiernos el cumplimiento de pautas de austeridad fiscal y endurecimiento monetario, por ejemplo.

Este tipo particular de totalitarismo se ha concretado en las últimas décadas mediante la imposición, a la mayoría de la sociedad, de un conjunto de medidas de política económica, siempre en beneficio de los intereses del sistema financiero. Este es el caso del establecimiento de metas de superávit primario en las cuentas públicas, con el objetivo de asegurar los gastos financieros asociados al pago de intereses de la deuda pública. O incluso el mantenimiento del tipo de interés oficial en niveles muy altos, además de la confabulación del organismo regulador con diferenciales abusivos y comisiones altísimas.

Somos víctimas de un totalitarismo financiero que está en manos de  autócratas neuróticosAdemás, la pulsión totalitaria se ha manifestado en la defensa de la política de gasto máximo desde 2016, tal y como la define la CE 95/2016. Por el lado de los ingresos, existe un movimiento permanente para evitar el fin de la exención fiscal de utilidades y dividendos, así como una oposición severa a la regulación del impuesto a las grandes fortunas, tal como lo prevé la Constitución desde 1988.

En este sentido, si se toma en serio a este caprichoso ente, las reglas financieras acaban obedeciendo a un conjunto de actores cuya ubicuidad resulta paradójica en relación con la ausencia de su responsabilidad. No estamos aquí ante la expectativa de una mano invisible que regulará el comportamiento de los actores políticos, sino de un ente sinvergüenza que demanda atención todo el tiempo y que actúa por ventrílocuos que se benefician de su inconsistencia.

La pregunta que queda, en este escenario que es difícil de creer, es: ¿cuál es el estado de este mercado? Tienes los privilegios de no ser súbdito y también de serlo. Es una entidad que habla todo el tiempo y teme a los principales actores políticos. Sus acciones, cuando se convierte en sujeto, son erráticas, irracionales y caprichosas. Tienes el privilegio de ser temido, sin necesidad de ser respetado ni de ganar legitimidad. Con similar privilegio, se da el lujo de producir miedo, desigualdades y, en el límite, totalitarismo fiscal.

Nota

[i] https://www1.folha.uol.com.br/mundo/2020/03/vivemos-um-totalitarismo-financeiro-em-que-tudo-e-justificado-pelo-mercado-diz-jurista-argentino .shtml

 

*Maria Abreu es profesora del Instituto de Investigación y Planificación Urbana y Regional (IPPUR) de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ). Paulo Kliass es doctor en economía por la UFR, Sciences Économiques, Université de Paris X (Nanterre) e integra la carrera de Especialistas en Políticas Públicas y Gestión Gubernamental del gobierno federal .