Eduardo Camín
La ONU lo afirma alto y fuerte; a pocas semanas del 12 de junio Dia Mundial contra el Trabajo Infantil, la falta de avances en la eliminación de este pone en riesgo los Objetivos de Desarrollo Sostenible; entre las paradojas más evidente de la sociedad de mercado que se ha venido consolidando, cabe consignar la traición de formar individualidades libres, rotas las promesas, niños que tendrían que estar jugando o camino a la escuela, no pueden porque se ven obligados a trabajar.
Mientras tanto, se continua a proclamar que el mundo debe intensificar sus esfuerzos para erradicar el trabajo infantil en todas sus formas, así nos indica la ONU durante su reunión “Infancia con dignidad” celebrada el pasado 16 de mayo.
Aunque se han logrado avances destaca el organismo –hay 86 millones menos de niños en trabajo infantil que en el año 2000, cuando comenzaron los registros– los países no han cumplido su compromiso colectivo de eliminar completamente esta práctica para 2025. Los participantes en el diálogo informal interactivo expresaron –una vez más– la firme determinación de enfrentar esta crisis persistente, incluida la utilización forzada de niños en conflictos armados.
El Presidente de la Asamblea General de la ONU, Philemon Yang, quien inauguró el evento, explicó: “El Objetivo de Desarrollo Sostenible 8.7 pide la erradicación del trabajo infantil en todas sus formas para 2025. Debemos actuar con urgencia renovada para garantizar que todos los niños puedan vivir con dignidad y con las oportunidades que merecen. (…) “También debemos avanzar en la promulgación de leyes sobre salarios justos. Reforzar la aplicación de las leyes de protección infantil. Invertir más en la infancia, en particular en las zonas remotas donde el trabajo infantil está generalizado”.
Por su parte el Director General de la OIT, Gilbert F. Houngbo, señaló: “Recordemos: la abolición efectiva del trabajo infantil es un principio y derecho fundamental en el trabajo. Estos principios y derechos son más esenciales que nunca en el actual orden mundial cambiante, donde la desigualdad, los conflictos y la incertidumbre amenazan las bases del trabajo decente (…) Está claro que no alcanzaremos la meta de los ODS para 2025. Esto es motivo de gran preocupación y exige que aceleremos la acción.
Durante la discusión se destacaron dos convenios fundamentales de la OIT: el Convenio núm. 138 sobre la edad mínima (1973), Este convenio ha sido ratificado por 175 países. Otros como Australia, Estados Unidos, Irán o Somalia no lo han firmado, y el Convenio núm. 182 sobre las peores formas de trabajo infantil (1999). Este último, que incluye esclavitud, trabajo forzoso y trata, entre otros, ha sido ratificado universalmente. Aunque existen marcos legales, persisten importantes brechas en su aplicación, lo que significa que el plan para erradicar el trabajo infantil este año ha fracasado.
Según las cifras más recientes de la OIT y UNICEF, a comienzos de 2020 unos 160 millones de niños –63 millones de niñas y 97 millones de niños– estaban en situación de trabajo infantil. De ellos, 79 millones realizaban trabajos peligrosos que ponen en riesgo su salud, seguridad y desarrollo moral. Se espera que la OIT y UNICEF publiquen el informe de las Estimaciones mundiales de trabajo infantil 2025 el próximo 11 de junio.
Como se define ¿qué es el trabajo infantil?
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) lo define como todo trabajo que priva a los niños de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico. Hablamos, por tanto, de una vulneración de los derechos de los niños.
Diremos entonces que el término “trabajo infantil” se refiere a cualquier trabajo que es físico, mental, social o moralmente perjudicial o dañino para el niño o la niña; e interfiere en su escolarización, privándole de la oportunidad de ir a la escuela, obligándole a abandonar prematuramente las aulas o exigiendo que intente combinar la asistencia a la escuela con largas jornadas de trabajo pesado.
Según las normas internacionales, varios baremos muestran qué es el trabajo infantil: la edad, la peligrosidad del trabajo y el número de horas trabajadas. La edad a partir de la cual niños deberían empezar a trabajar es variable según la OIT. En ningún caso deben hacerlo si son menores de 12 años, y a partir de ese límite depende de varias variables: si el trabajo supone o no peligros para su salud y el nivel de desarrollo del país.
Definición de lo qué no es trabajo infantil
Cuando se habla de trabajo infantil no se incluyen actividades como la colaboración en las tareas del hogar, en el negocio familiar fuera del horario escolar o vacaciones. De hecho, se considera que este tipo de actividades pueden ser positivas para su desarrollo personal, siempre que sean adecuadas a su edad y madurez, no afecten de manera negativa a su salud y no interfieran en su educación y desarrollo personal.
Las peores formas de explotación infantil
Hablamos de la esclavitud, el reclutamiento forzoso para conflictos armados, la trata de niños, la servidumbre, la prostitución y la pornografía, la obligación de realizar actividades ilegales, en particular la producción y el tráfico de estupefacientes, o actividades que supongan cualquier tipo de peligro, dañen su seguridad, bienestar físico o su salud.
¿Cuántos niños/niñas son víctimas del trabajo infantil?
Según las estimaciones de la OIT y Unicef, en todo el mundo hay 160 millones de niñas y niños víctimas de trabajo y explotación infantil. 79 millones -casi la mitad- sufren alguna de las peores formas de trabajo infantil como la esclavitud, la trata o el reclutamiento forzoso para conflictos armados. Aunque no hay que perder de vista que las cifras pueden ser mayores, puesto que hay trabajos difíciles de contabilizar como, por ejemplo, el trabajo doméstico.
En las dos últimas décadas se había dado una disminución progresiva e ininterrumpida del trabajo infantil en todo el mundo hasta 2016, año en que volvió a aumentar de nuevo. Desde entonces hemos pasado de los 152 millones de ese año a los 160 millones de 2020. Es decir, 8 millones de niñas y niños más trabajando; una tendencia y unos datos que nos deberían preocupar.
El último informe de la OIT y Unicef apunta a que este incremento se concentra principalmente en los niños y niñas que tienen entre cinco y once años. En este colectivo, hay casi 17 millones más obligados a trabajar que en el 2016.
El trabajo infantil en las niñas
La falta de información sobre el trabajo de las niñas hace difícil establecer una radiografía real de su situación. Los datos señalan que el trabajo infantil es más frecuente entre los niños que entre las niñas, pero si se tienen en cuenta las tareas domésticas realizadas por 21 horas o más a la semana, la brecha de género se reduce.
Las niñas sufren la doble carga de la escuela y las tareas del hogar. Una situación que empeora su rendimiento escolar y que, en muchas ocasiones, las obliga a abandonar las clases de forma temporal y, en otras, a dejar el colegio para nunca regresar.
Por su parte el trabajo infantil se concentra en los países más pobres y con mayor desigualdad. Casi la mitad del trabajo infantil lo encontramos en África, seguida por la región de Asia y el Pacífico. Por otro lado, en regiones como América Latina o el Caribe se han conseguido avances en la reducción de casos de explotación laboral infantil.
En África Subsahariana casi uno de cada cuatro menores son explotados y están afectados por esta situación. Además, en todo el continente las cifras han aumentado de 72 a 92 millones desde 2016.
Por ejemplo, en la República Democrática del Congo alrededor de 40.000 niños y niñas trabajan en minas en el sur del país, muchas de ellas de cobalto, según datos de UNICEF. Llegan a trabajar hasta 24 horas en la mina y su salario no supera los 2 dólares al día. “En la República Democrática del Congo alrededor de 40.000 niños y niñas trabajan en minas en el sur del país, muchas de ellas de cobalto. Llegan a trabajar hasta 24 horas en la mina y su salario no supera los 2 dólares al día.”
En todo el mundo se calcula que hay unos 300.000 niños y niñas soldados en conflictos armados. Son víctimas de las atrocidades de la guerra y, al mismo tiempo, son obligados a empuñar un arma y estar en la primera línea de combate. Además, se les usa como cocineros/as, mensajeros/as o esclavos/as sexuales. Las heridas físicas y los traumas emocionales que sufren son difíciles de superar.
No obstante, según la OIT, 7 de cada 10 niños y niñas trabajan en la agricultura, ganadería y pesca, según la OIT. Le siguen el sector servicios (31,4 millones) y el sector industrial (16,5 millones).
En 2017 Amnistía Internacional denunció cómo grandes marcas de aparatos electrónicos, como teléfonos móviles u ordenadores, y empresas de automóviles eléctricos no hacían comprobaciones para asegurar que no se utiliza cobalto extraído con mano de obra infantil en sus productos.
Las causas que están detrás del trabajo infantil
La pobreza económica lleva al trabajo infantil, y este a su vez perpetúa la pobreza. Según la OIT, es fruto de la combinación de varios factores como la pobreza, las emergencias regionales y la migración. De esta forma, muchos niños se ven en la obligación de trabajar para contribuir a la economía familiar o como único medio de supervivencia, realizando trabajos que ponen en peligro su vida.
Por otro lado, los niños que no tienen acceso a la educación tienen más posibilidades de convertirse en víctimas del trabajo infantil y este les roba su derecho a acceder a una educación de calidad. Asistimos así a otro círculo de pobreza y desigualdad que hay que romper. Otras causas como ya hemos señalado son la trata de menores y la explotación sexual.
El trabajo infantil afecta al desarrollo físico y emocional de los niños y niñas. Además, sufren las consecuencias de vivir en un ambiente hostil o violento. En muchos casos, son separados de sus familias. También pierden su derecho a la educación, ya que compaginar trabajo y estudios aumenta las tasas de abandono escolar. En otros casos, directamente se ven obligados a abandonar las clases. Todo ello afecta a su desarrollo personal.
Cómo frenarlo realmente más allá de las promesas
La concienciación internacional sobre este problema es fundamental para acabar con lo que es una vulneración de los derechos de los niños Gobiernos, organizaciones, empresas y ciudadanía debemos asumir nuestra parte de responsabilidad. Los Estados deben recordar su papel a la hora de establecer políticas de protección de los menores y prohibir el trabajo infantil. Las empresas también pueden contribuir a ello mostrando su compromiso con los derechos humanos y los derechos de la infancia. Y en la mano de todos y todas está informarse, denunciar las situaciones de vulneración de derechos de los niños, y hacer un consumo responsable.
Proteger la infancia debe ser una prioridad en cualquier lugar del mundo. Es necesario que se garanticen sus derechos. Nada ni nadie debe robarles su infancia y su futuro. Siendo coherente con nuestra visión del mundo, lo decimos alto y claro: lo que Israel lleva ejecutando hace más de un año en Gaza es GENOCIDIO, en la cual los niños y niñas están siendo exterminados, esto forma parte integral de la explotación infantil victima de la guerra, mirar para el otro lado es lo que llevamos haciendo y estos son los resultados.
*Periodista uruguayo residente en Ginebra, exmiembro de la Asociación de Corresponsales de Prensa de Naciones Unidas en Ginebra. Analista Asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la