Nueva ola de golpes de Estado amenaza la estabilidad de las democracias occidentales
Antonio Martins
Desde la Primavera Árabe, en 2010 se ha producido una oleada de golpes de Estado militares en países del norte de África y Oriente Medio, tras una crisis política continuada en varias de las naciones más periféricas de la comunidad europea. Así, antes de la oleada de protestas que se extendió por estas naciones, se registraron varias manifestaciones y protestas en países europeos, como Francia, Portugal, España y, por último, Grecia. Casualmente, las manifestaciones se produjeron en un momento en que las naciones más ricas del mundo empezaban a imponer el fin del Estado del bienestar.
El fin de las garantías económicas, sociales y políticas que se establecieron en las constituciones de los países destruidos en la Primera y Segunda Guerras Mundiales, políticas públicas que se adoptaron para ayudar a los países directamente implicados a superar las crisis generadas por la destrucción bélica de los conflictos. Unos sesenta y dos años después de la Segunda Guerra Mundial, la derecha política y económica decidió que era necesario poner fin a las políticas de bienestar económico y restablecer en su lugar el liberalismo económico. En este caso, el neoliberalismo.
Todo lleva a pensar que las ideas que estaban detrás de las manifestaciones en esos países, a pesar de los regímenes autoritarios de sus políticas, y de la importancia de derrocar esos regímenes dictatoriales, sin embargo, parece haber fuertes evidencias de que detrás de las protestas estaba el estímulo de agentes de los países imperialistas infiltrados, con el objetivo de crear las circunstancias para que formularan, eliminando garantías de las constituciones de los países periféricos, explotados por los más ricos y poderosos. Esta política neoliberal ya había sido promovida e idealizada por los dos líderes imperialistas de Occidente desde los años 80, me refiero a Ronald Reagan y Margaret Thatcher, cuyo objetivo político era establecer el fin del estado del bienestar. Decían en sus discursos que no existe el almuerzo o el café gratis. Que alguien paga la factura, en cuyo caso querían decir que la factura la pagaban los empresarios y no los Estados. Por lo tanto, había que comprar todos los servicios necesarios para la vida.
Es toda una coincidencia que la ola de protestas que comenzó en estos países se extendiera por toda América. Lo que vimos fue una oleada de movimientos que surgieron de la nada tras el desmantelamiento del Estado del bienestar en los países más ricos de Europa. Fueron organizados por el aparato mediático de comunicación, llamando a las masas a tomar las calles. Daba igual que los gobiernos fueran de derechas o de izquierdas. La consigna era la misma: fin de la corrupción, fin de los partidos políticos. En Brasil, exigían hospitales y un trato similar al de la FIFA, la Federación Internacional de Fútbol, porque en 2013 organizaban la Copa del Mundo.
Las oleadas de protestas acabaron perdiendo su programa central. Protestaban por protestar, no había una dirección partidista, así que acabaron convirtiéndose en una turba. De entre estos movimientos, lo que surgió en Brasil fue un partido político de extrema derecha, originario del MBL (Movimiento Brasil Libre), que se sitúa cada vez más al frente de una política de ideales neoliberales radicales. Aún así, en referencia a los movimientos que se extendieron por Brasil en 2013, que parecían ser un efecto dominó de la Primavera Árabe, terminó siendo el nido de serpientes que generó el tribunal Lava-jato, responsable de juzgar y encarcelar al presidente Luiz Inácio Lula, que según muchas corrientes políticas, fue encarcelado para que el líder político de extrema derecha de Brasil, Jair Messias Bolsonaro, pudiera ser elegido sin la disputa con el mayor representante político popular de Brasil, Lula. Desde entonces, el país se ha sumido en una ola de golpes de Estado, empezando por la destitución de la presidenta Dilma Rousseff sin delitos políticos, que parece lejos de restablecer la estabilidad democrática.
Todos estos hechos, que vienen como un tsunami, no parecen surgir de la nada. Todo demuestra que detrás hay una orquestación que gobierna toda esta jugada política y económica con el objetivo de realinear a los países periféricos con el nuevo orden económico y político que los países imperialistas quieren imponer verticalmente en todo Occidente, y para ello es necesario desmantelar las constituciones de varios países que redactaron sus textos constitucionales sobre la base de garantías de derechos que se consideraban grabadas en piedra. Sin embargo, las potencias capitalistas del bloque de los países más ricos y poderosos del mundo, con el objetivo de acabar con esas garantías, vienen imponiendo transformaciones de rentabilidad económica a los países más periféricos -no digo pobres, porque lo que determina que un país sea periférico no es el adjetivo pobreza, porque en realidad, lo que los hace periféricos es exactamente lo contrario-. La calificación de pobreza está relacionada con las condiciones de sus poblaciones empobrecidas, porque lo que los hace periféricos es el hecho de ser ricos en recursos naturales, que son explotados para suministrar materias primas que se convierten en las fuentes de riqueza de las metrópolis del capital financiero más rico.
En realidad, el capitalismo atraviesa más de una de sus crisis, y la salida más fácil es desmantelar el Estado del bienestar, sobre todo ante el crecimiento económico de China, que está reorganizando el mundo en otro modelo fuera del molde de las tesis de Bretton Woods impuestas por EE.UU., Canadá, Australia y los países de Europa Occidental. En realidad, el auge del bloque económico de los BRICS ha colmado la paciencia y la comodidad del viejo orden económico mundial, que no ve otra alternativa que realinear sus colonias de explotación. Para ello, ha activado uno de sus tentáculos. Me refiero al fascismo, teoría y mecanismo al que recurre el capitalismo liberal cuando se ve amenazado por los intereses crecientes de las masas empobrecidas. Ya lo dijo el economista teórico Polanyi:
«Para Polanyi, el socialismo y el fascismo representaban respuestas diferentes a la crisis de la democracia parlamentaria y del capitalismo liberal. La relevancia de los textos de esta colección es que constituyen una advertencia antifascista al pueblo. En el contexto de la crisis de la democracia burguesa, la solución es radicalizar el principio democrático en las esferas política y económica». (Karl Polanyi)
A lo largo de esta década, entre 2010 y 2024, estamos asistiendo a un aluvión de intentos de golpes legales y militares en varios países emergentes. En Brasil, desde 2014, ha habido varios intentos de desmovilizar el Estado democrático. El tribunal de la “república” de Maringá, en el estado de Paraná, con el tristemente célebre ex juez Sergio Moro y los fiscales aliados a sus objetivos, perpetraron un golpe legal en el que acabaron destituyendo a la presidenta Dilma Rousseff de la meseta gubernamental de Brasilia y, finalmente, encarcelando al ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien hoy, tras ser exculpado, ha ascendido finalmente de nuevo por votación popular al cargo electivo de presidente de la República de Brasil.
Sin embargo, desde que la democracia brasileña fue debilitada por la violencia de los agresores vinculados a la extrema derecha, lo que podemos ver es que la ola de golpes a la democracia no se ha detenido. En los últimos días, se ha presentado una ola de pruebas de que el expresidente Jair Messias Bolsonaro, junto con un grupo de aliados, generales y almirantes de las fuerzas armadas del país, están acusados de haber estado desarrollando un plan para lanzar un golpe militar contra la República de Brasil, cuyo plan se intentó poner en marcha el 8 de enero de 2022, cuando el actual presidente Lula solo llevaba ocho días en el cargo.
Cada vez está más claro que estos intentos de golpe de Estado en diversos países de América no son casos aislados. Incluso el asalto al Capitolio en EEUU parece ser una cierta ideología para que la ola fascista se extienda, dando motivos para que una nueva idea autoritaria de gobierno se imponga en todo el planeta. Todo esto nos lleva a darnos cuenta de que los países que albergan el poder del capitalismo no aceptan la idea de compartir el poder económico con otra potencia emergente. Lo que hace un tiempo parecían teorías conspirativas, cada vez más se demuestra que está detrás de toda esta oleada de golpes de Estado y desmovilizaciones de democracias: la mano invisible del poder del capitalismo moviéndose para evitar su caída.
Últimamente, estas certezas se han hecho más evidentes para la población de lectores e intelectuales que no son tan tontos como para no darse cuenta de las fuerzas manipuladoras que hay detrás de las estructuras. Recientemente, el intento de golpe militar ensayado en Corea del Sur, país aliado de EEUU en Asia, estratégicamente situado en las fronteras de China, preparó un golpe militar con características primitivas de una toma del poder, con el Congreso asediado por fuerzas militares aliadas de ese gobierno.
¿Coincidencia? Es una pregunta que queda en el aire para que los lectores de este artículo reflexionen. Esto, justo después de la reunión de los BRICS, en la Amazonia del estado brasileño. ¿Podría ser una coincidencia, justo cuando el imperio se prepara para recibir a Donald Trump, que ganó las elecciones estadounidenses, prometiendo establecer un gobierno de austeridad con los competidores económicos de Estados Unidos y sus aliados en el Reino Unido y Europa? La pregunta queda para que cada cual saque sus propias conclusiones.
Referencia
POLANYI, Karl. La gran transformación: los orígenes de nuestra época. Río de Janeiro, Editora Campus Ltda., 1980. Traducido por Fanny.
Versión en portugués
Uma nova onda de golpes de estado ameça a estabilidade das democracias ocidentais
Desde a primavera árabe, uma onda de golpes militares perpetrados em países do Norte da África e Oriente Médio, em 2010, isso após uma continuada crise política dentro de diversas nações mais periféricas da comunidade europeia. Isto quer dizer que, antes da onda de diversos protestos que se espalharam por tais nações, foram noticiadas diversas manifestações e protestos em países da Europa, citando França, Portugal, Espanha e por último na Grécia. As manifestações, coincidentemente, surgem quando se inicia uma imposição das nações mais ricas do mundo em pôr fim ao Estado de bem-estar social. O fim de garantias econômicas, sociais e políticas que foram estabelecidas nas constituições dos países destruídos na Primeira e Segunda Guerras Mundiais, políticas públicas que foram adotadas para que ajudassem aos países envolvidos diretamente para que superassem as crises geradas pela destruição bélica dos conflitos. Após, cerca de sessenta e dois anos do pós-guerra mundial, a direita política e econômica decide que é necessário pôr fim às políticas econômicas de bem-estar social e, portanto, em seu lugar, reestabelecer o liberalismo econômico. Nesse caso, o neoliberalismo.
Tudo leva a crer que as ideias que estavam por trás das manifestações naqueles países, apesar dos regimes autoritários de suas políticas, e da importância de derrubarem tais regimes ditatoriais, entretanto, parece ter fortes evidências de que por trás dos protestos estava o incentivo de agentes de países imperialistas infiltrados, objetivando que criassem circunstâncias para que se formulassem, retirando as garantias,das constituições dos países periféricos, explorados pelos mais ricos e poderosos. Essa política neoliberal já vinha sendo divulgada e idealizada pelos dois líderes imperialistas do Ocidente desde a década de 1980, me refiro a Ronald Reage e Margareth Thatcher, que tinham como objetivo político estabelecer o fim do Estado de bem-estar. Diziam, em suas oratórias, que não existe almoço ou café de graça. Que alguém paga a conta, nesse caso se referiam que a conta era paga pelo empresariado e não pelos Estados. Portanto, era necessário que todos os serviços necessários para a vida deveriam ser comprados.
É muita coincidência, após a onda de manifestos que se iniciou nos mencionados países ter se espalhado por todas as Américas. O que percebemos foi uma onda de movimentos que surgiram do nada, após, o desmonte do Estado de bem-estar social, nos países mais ricos da Europa.Foram se organizando por força dos aparatos midiáticos de comunicações, convocando as massas para que ocupassem as ruas. Não importava se os governos fossem de tendências de direita ou de esquerda. O slogan era o mesmo: fim da corrupção, fim dos partidos políticos. No Brasil, se exigiam hospitais e tratamentos semelhantes aos da FIFA, Federação Internacional de Futebol, pois, naquele contexto de 2013, aqui se sediavam os jogos da Copa mundial.
As ondas de protestos terminaram perdendo a sua pauta central. Se protestava por protestar, não havia a direção partidária, portanto, terminava se tornando uma turba. De dentro de tais movimentos, o que surgiu no Brasil foi um partido político de extrema-direita, oriundo do MBL, (Movimento Brasil Livre), que cada vez mais se coloca na vanguarda de uma política de ideais neoliberais radicais. Ainda, me referindo aos movimentos que se espalharam por todo o Brasil em 2013, o qual parecia ser um efeito dominó da primavera árabe, terminou sendo o ninho de serpente que gerou o tribunal da Lava-jato, responsável por julgar e prender o Presidente Luiz Inácio, o Lula, que segundo muitas correntes políticas, este foi aprisionado para que o líder político de extrema-direita do Brasil, Jair Messias Bolsonaro, fosse eleito sem a disputa com o maior representante político popular do Brasil Lula. Desde então, percebe-se que o país mergulhou-se em uma onda de golpes, iniciando pelo afastamento sem crimes políticos da presidenta Dilma Rousseff, que parece distante de se reestabelecer em uma estabilidade democrática.
Todos esses fatos, advindos de forma como um tsunami, parecem que não surgem do nada. Tudo demonstra que por trás está uma orquestração que rege toda essa peça política e econômica com o objetivo de realinhar os países periféricos com a nova ordem econômica e política que os países imperialistas querem impor verticalmente em todo o ocidente, e para tanto se faz necessário desmontar as constituições de diversos países que escreveram os seus textos constitucionais com base nas garantias de direitos que foram considerados pétreos. Entretanto, as potências capitalistas do bloco dos países mais ricos e poderosos do mundo, visando pôr fim a tais garantias, vêm impondo transformações de regresso econômicos por parte dos mais periféricos, eu não digo pobres, pois o que determina a um país ser periférico não é o adjetivo de pobreza, pois, na realidade, o que faz com que sejam periféricos é exatamente o contrário. A classificação de pobreza está relacionada às condições de suas populações empobrecidas, pois, o caso de ser periférico é o fato de serem ricos em recursos naturais, os quais são explorados para o abastecimento de matérias-primas que tornam as fontes de riquezas das metrópoles do capital financeiro dos mais ricos.
Na realidade, o capitalismo passa por mais de uma de suas crises, e a saída mais fácil é o desmonte do Estado de bem-estar, principalmente diante do crescimento econômico da China, que reorganiza o mundo em outro modelo fora do molde das teses do tratado de Bretton Woods impostos pelos EUA, Canadá, Austrália e países da Europa Ocidental. Na realidade, a ascensão do bloco econômico do BRICS vem tirando a paciência e o conforto da antiga ordem mundial econômica, que não vê outra alternativa senão em realinhar as suas colônias de explorações. Portanto, para tais propósitos, tem acionado um de seus tentáculos para tais propósitos. Me refiro ao fascismo, uma teoria e mecanismo a que o capitalismo liberal recorre quando se vê ameaçado pelo interesse de ascensão das massas empobrecidas. Já dizia isso o teórico economista Polanyi:
“Para Polanyi, o socialismo e o fascismo representaram diferentes respostas à crise da democracia parlamentar e do capitalismo liberal. A atualidade dos textos desta coletânea é que eles são um alerta antifascista aos povos. Num horizonte de crise da democracia burguesa, a solução passa por radicalizar o princípio democrático nas esferas política e econômica”.(Karl Polanyi)
Ao longo dessa década, entre 2010 – 2024, estamos presenciando uma enxurrada de tentativas de golpes jurídicos e militares em diversos países emergentes. No Brasil, desde 2014, vem passando por diversas tentativas de se desmobilizar o Estado democrático. O tribunal da “república” de Maringá, do Paraná, com o famoso ex-juiz Sergio Mouro e os procuradores aliados aos seus propósitos, perpetraram um golpe jurídico em que terminaram desapeando do Planalto governamental de Brasília a presidente Dilma Rousseff, e por último, prendendo sem provas concretas o ex-presidente Luiz Inácio Lula da Silva, o qual, hoje, depois de inocentado, finalmente, ascendeu novamente pelo voto popular ao cargo eletivo de presidente da República do Brasil.
Entretanto, desde que a democracia brasileira foi fragilizada pela violência de agressores ligados à extrema-direita, o que se percebe é que a onda de golpes à democracia não sessou. Nos últimos dias, uma onda de provas vem sendo apresentada de que o ex-presidente Jair Messias Bolsonaro, juntamente com um grupo de aliados, generais e almirantes das forças armadas do país, são acusados de que vinham desenvolvendo um plano de deflagração de um golpe militar contra a República do Brasil, cujo plano foi tentado a ser colocado em ação no dia 08 de janeiro de 2022, quando o atual presidente Lula, havia apenas oito dias de empossado no governo federal da república brasileira.
Cada vez mais, vai ficando claro e evidente que essas tentativas de golpes em diversos países das Américas em geral não são casos isolados. Até mesmo a invasão do Capitólio nos EUA parece uma certa ideologia para que a onda de fascismo se espalhe, provocando motivos para que uma nova ideia autoritária de governo seja imposta em todo o planeta. Tudo isso leva a perceber que os países que sediam o poder do capitalismo não aceitam a ideia de dividir o poder econômico com outra potência emergente. O que parecia há tempos atrás com teorias conspiratórias, cada vez mais vai sendo demonstrado que o que está por trás de toda essa onda de golpes e desmobilizações das democracias seja a mão invisível do poder do capitalismo se movendo para evitar a sua queda.
Ultimamente, estas certezas foram sendo mais percebidas pela população de leitores e intelectuais que não são bobos para não perceberem as forças manipuladoras por detrás das estruturas. Recentemente, a tentativa de golpe militar ensaiada na Coreia do Sul, país aliado dos EUA, na Parte asiática, estrategicamente colocado em fronteiras da China, preparou um golpe militar com características primitivas de tomada de Estado, com o Congresso sendo sitiado por forças militares aliadas daquele governo.
Coincidência? É uma pergunta que fica no ar para reflexão dos leitores desse artigo. Isso, logo após a reunião do BRICS, na Amazônia do Estado Brasileiro. Será que é uma coincidência, logo agora em que o império se prepara para receber aquele que ganhou as eleições nos EUA, Donald Trump, o qual promete estabelecer um governo de austeridade com os competidores econômicos dos Estados Unidos e de seus aliados do Reino Unido e da Europa? Fica essa interrogação para que cada um tire as suas conclusões.
Reférencia
POLANYI, Karl. A grande transformação. as origens de nossa época. Rio de Janeiro, Editora Campus Ltda, 1980. Tradução de Fanny.
*Licenciatura em História pela Universidade Leonardo Da Vinci SC, Polo de Feira de Santana BA, Licenciatura em Música pela UEFS-BA, É integrante da Rede Internacional de Cátedras, Instituições y Personalidades sobre o Estudo da Dívida Pública (RICDP – www.ricdp.org)