La izquierda latinoamericana entre China, EEUU, el progresismo tardío y la extrema derecha
Eric Toussaint- CADTM
Claudio Katz acaba de publicar un libro en castellano titulado América Latina en la encrucijada global [1]. Claudio Katz es economista, marxista, profesor en la Universidad de Buenos Aires, autor de una decena de libros (véase bibliografía al final de esta reseña). Su nuevo libro se concentra en Latinoamérica y aborda las relaciones del continente con China y con el imperialismo estadounidense.
El libro se divide en cinco partes: en la primera, Claudio Katz analiza la estrategia del imperialismo estadounidense desde el comienzo del siglo XIX hasta la actualidad. Demuestra que este imperialismo tuvo una fase ascendente durante la cual reemplazó a las antiguas potencias coloniales como España y Portugal durante el siglo XIX y al Reino Unido a partir del fin de la Primera Guerra Mundial. Luego, después de haber dominado totalmente a América Latina, el imperialismo estadounidense entró en declive, especialmente en relación a la gran potencia ascendente que constituye China. En esta primera parte analiza también la política de China en América Latina y la actitud de las clases dominantes latinoamericanas en relación a esta nueva potencia.
La segunda parte trata sobre las características de la extrema derecha en Latinoamérica. Su naturaleza específica y su manera de operar. Termina con un análisis del fenómeno Javier Milei, nombrado presidente de Argentina a finales de 2023.
La tercera parte está dedicada a las experiencias del nuevo progresismo surgido de las movilizaciones populares que sacudieron varias partes de Latinoamérica en 2019. La parte 4 trata sobre los debates en el seno de la izquierda a propósito de esos nuevos gobiernos progresistas y analiza específicamente lo que considera como los cuatro países que componen un eje alternativo al imperialismo estadounidense: Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Cuba. La parte 5 trata de las nuevas resistencias populares en el reciente período y aborda la cuestión de las alternativas.
Estados Unidos y China, con respecto a Latinoamérica
Hasta ahora Estados Unidos, como lo muestra Claudio Katz, tiene una posición dominante en América Latina. Según Katz: «Entre 1948 y 1990, el Departamento de Estado estuvo involucrado en el derrocamiento de 24 gobiernos. En cuatro casos, actuaron efectivos estadounidenses, en tres ocasiones prevalecieron los asesinatos de la CIA, y en 17 hubo golpes teledirigidos desde Washington.» Katz, p. 49. Estados Unidos dispone de bases militares en varios países, entre los cuales Colombia, donde tiene nueve bases. También dispone de bases en el sur del continente: en Paraguay concretamente mantiene dos bases. Su flota está lista para intervenir donde sea en el área del Pacífico.
«Estados Unidos cuenta con doce bases militares en Panamá, doce en Puerto Rico, nueve en Colombia, ocho en Perú, tres en Honduras y dos en Paraguay. Mantiene, además, instalaciones del mismo tipo en Aruba, Costa Rica, El Salvador y Cuba (Guantánamo). En las Islas Malvinas, el socio británico asegura una red de la OTAN conectada con los emplazamientos del Atlántico norte». Katz, p. 50)
Al mismo tiempo, Claudio Katz muestra que, desde los años 2010, China consiguió entrar en competición con los intereses estadounidenses en América Latina y en el Caribe mediante una política de inversiones que le permite recompras de empresas y una política de créditos muy dinámica y masiva. Algo muy interesante en este libro es que muestra cómo China utiliza en su provecho las herramientas que durante cerca de dos siglos Estados Unidos utilizó, con la excepción de la parte militar, lo que es extremadamente importante.
¿De qué se trata? De hecho, Estados Unidos logró convencer a los gobiernos de América Latina a partir de la segunda mitad del siglo XIX y durante todo el siglo XX para firmar acuerdos de libre comercio. Como Estados Unidos tenía una economía tecnológicamente más avanzada que la latinoamericana, gracias a esos tratados ganaba sistemáticamente en relación a los productores locales, ya sean capitalistas en la industria o en el agrobusiness, o pequeños productores agrícolas. Los productos estadounidenses gozaban de una superioridad en términos de productividad y tecnología y por lo tanto, en términos de competitividad.
Pero Estados Unidos es una potencia que ha entrado en declive, mientras que China está en pleno auge. En relación a las economías de Latinoamérica, pero también respecto a Estados Unidos, China goza ahora de ventajas en productividad, en una serie de ámbitos tecnológicos y en competitividad. Ahora es China la que utiliza las herramientas económicas a las que recurría sistemáticamente Estados Unidos, es decir, la firma de tratados de libre comercio bilaterales con países latinoamericanos y caribeños. Estados Unidos había tratado de imponer un tratado de libre comercio para todas las «Américas», el ALCA, pero tuvo que ver cómo era abandonado por el rechazo de varios países de gobiernos de América del Sur en 2005. Desde entonces, su decadencia económica se acentuó con respecto a China.
Estados Unidos, en la actualidad, no está realmente en condiciones de convencer a los países del Sur para firmar acuerdos de libre comercio. Y tampoco está en condiciones de beneficiarse realmente de esos acuerdos, debido a la competencia de China. Por consiguiente, China, que privilegia el dogma del libre comercio y de los beneficios mutuos que obtienen las diferentes economías si adoptan ese tipo de acuerdos, consigue ventajas porque, como lo muestra el autor justamente, sus productos son mucho más competitivos en América Latina que los autóctonos o los estadounidenses. Además, los productos exportados por las economías latinoamericanas hacia China son esencialmente materias primas, minerales, soja transgénica, etc. En consecuencia, no representan una verdadera competencia para las manufacturas chinas.
Es así como China saca un provecho completo mediante estas relaciones que desarrolla con los países latinoamericanos, ganando parte de su mercado interior en detrimento de la producción local. Se asiste a una reprimerización de esas economías y esto se ve claramente en las exportaciones que hace Latinoamérica en el mercado mundial y especialmente hacia China. Esta se ha convertido en el socio comercial más importante de varios países de América Latina, como es el caso de Argentina y Perú.
Claudio Katz demuestra que China logra esos máximos beneficios con Latinoamérica porque los gobiernos de esa región son incapaces de concebir una política común y de poner a punto una política de integración que favorezca el desarrollo del mercado interior y de la producción local para ese mercado. Además, indica que China no se comporta como un país imperialista tradicional, ya que no utiliza sus fuerzas armadas. China no acompaña sus inversiones con bases militares como lo hace Estados Unidos.
Como indiqué anteriormente, Katz nos da la lista de las agresiones militares estadounidenses en Latinoamérica y esa lista es impresionante, y contrastando totalmente con el comportamiento de China con respecto a América Latina y el Caribe. Katz explica correctamente que China no se ha convertido en una potencia imperialista en el sentido estricto del término (lo que la diferencia de Rusia, cuestión que yo preciso aquí). Katz afirma que el capitalismo no está plenamente consolidado en China.
¿Eso querría decir que la dirección china podría efectuar un viraje y alejarse del capitalismo? Francamente, podemos ponerlo en duda. Por otra parte, retoma la afirmación según la cual el desarrollo económico en China ha sacado a 800 millones de personas de la pobreza sin explicar sobre qué bases afirma eso: ¿sobre qué estudios, qué datos numéricos? ¿Quiere decir que en los años 1970 había centenares de millones de pobres, hasta más de 800 de millones, antes de las reformas pro capitalistas de Den Xiaoping de los años 1980? Para hablar de 800 millones de personas que salieron de la pobreza hay que precisar con respecto a qué año, a la población de qué año y explicar sobre qué bases está determinada la línea de la pobreza.
Esta cuestión es realmente importante y, muy seriamente, a la argumentación de Claudio Katz le faltan fundamentos. Las cifras que da provienen del Banco Mundial y por las autoridades chinas; se demostró en varios trabajos que las evaluaciones del Banco Mundial son totalmente cuestionables. Por otro lado, el propio Banco Mundial reconoció en 2008 haber sobreestimado la cifra de 400 millones de personas que habrían salido de la pobreza.
A falta de referencias dadas por Claudio Katz, nos podemos preguntar si se basó en las cifras del Banco Mundial sin decirlo y si no es el caso, sobre qué datos estadísticos. Haría bien en aportar las referencias necesarias, ya que eso reforzaría su argumentación.
Por otra parte, Katz reconoce sin dificultad que se asiste al restablecimiento de una clase capitalista importante en China y critica a los que dicen que China está en el centro del proyecto socialista de nuestra época. También nos dice que esa clase capitalista ambiciona retomar el poder. Piensa que una renovación socialista es posible, pero le podemos preguntar si eso podría surgir de la dirección del PCC. Opino que hay que decir claramente que la respuesta es negativa: la renovación socialista no surgirá de la dirección del PCC. Por otra parte, Claudio Katz afirma, justamente, que China no forma parte del Sur Global.
Katz escribe: «Todos los tratados que ha promocionado China acrecientan la subordinación económica y la dependencia. El gigante asiático afianzó su estatus de economía acreedora, se aprovecha del intercambio desigual, captura los excedentes y se apropia de la renta. China no actúa como un dominador imperial, pero tampoco favorece a América Latina. Los convenios actuales agravan la primarización y el drenaje de la plusvalía. La expansión externa de la nueva potencia está guiada por principios de maximización del lucro y no por normas de cooperación. Beijing no
El mito del éxito de las políticas neoliberales
En la parte 2 de su libro Claudio Katz comienza denunciando la política de los neoliberales latinoamericanos y muestra hasta qué punto, cuando estuvieron en los gobiernos, y cuando están en los gobiernos como en varios países actualmente, eso no lleva a ningún verdadero progreso.
Claudio Katz muestra que el supuesto éxito de las políticas neoliberales en América Latina es un verdadero mito, ya que las clases dominantes y los gobiernos a su servicio permanecen en una situación de sumisión frente al imperialismo estadounidense. Además, se abren a la política de China, que no le place a Estados Unidos, pero sin ofrecer una verdadera alternativa de desarrollo económico y humano en América Latina. Lo que interesa a China es la explotación de las materias primas del continente y recibir una parte de las mismas, necesarias para su taller del mundo, para luego exportar los productos manufacturados hacia los diferentes mercados, entre ellos el latinoamericano.
Nuestro autor muestra que en Latinoamérica la pobreza permanece a un nivel muy elevado e incluso aumenta, afectando al 33 % de la población. La extrema pobreza afecta al 13,1% de la población de esta región, mientras hay un aumento de las desigualdades a favor del 10% más rico. El crecimiento económico es muy lento si consideramos el del período 2010-2024 que se eleva al 1,6% anual. Vemos que es inferior al período 1980-2009 en el que alcanzó el 3% anual y al período 1951-1979 en el que llegó al 5% anual.
A continuación, Katz vuelve a abordar las independencias latinoamericanas que, en su mayor parte, tuvieron lugar alrededor de los años 1820. Muestra que esas independencias desembocaron en un nuevo tipo de subordinación con respecto a las nuevas potencias: en primer lugar, del Reino Unido, que estaba en lucha para conquistar su espacio en detrimento de España y Portugal, luego, a partir de fines del siglo XIX, de Estados Unidos. Yo subrayo que había tratado esta cuestión en mi libro Sistema deuda. Historia de las deudas soberanas y su repudio donde dedico varios capítulos al siglo XIX y a comienzos del XX. Allí demostré que fueron, al mismo tiempo, los tratados de libre comercio y el tipo de endeudamiento que realizaron los gobiernos latinoamericanos lo que generó un nuevo ciclo de dependencia/subordinación, junto al nefasto rol de las clases dominantes cómplices de los nuevos imperialismos.
El auge de la extrema derecha en Europa y América Latina: especificidades y similitudes
A continuación, Claudio Katz, en la segunda parte, aborda de forma muy interesante la cuestión del auge de la extrema derecha en Latinoamérica. Para mostrar el carácter específico de este surgimiento, comienza por analizar las características de la extrema derecha en Europa y su crecimiento. Luego analiza las características propias de las extremas derechas en América Latina. A diferencia de la extrema derecha europea y estadounidense, la cuestión de la inmigración no está en el centro del discurso, aunque en algunos países como Chile, la extrema derecha utiliza el argumento y la amenaza que representarían los y las migrantes. Sin embargo, eso no está generalizado como en los discursos de Trump o de las diversas variantes de la extrema derecha en Europa, incluso cuando gobiernan: como por ejemplo, Giorgia Meloni en Italia (https://rebelión.org/cinco-
En América Latina la extrema derecha, es el caso de Bolivia y Perú, utiliza un discurso racista que no está dirigido a los inmigrantes sino a la mayoría indígena, a los pueblos nativos. La denuncia de la amenaza comunista, bajo la forma de castrismo, de chavismo y de otras experiencias latinoamericanas, durante las cuales la izquierda radical fue significativa, constituye un tema en el discurso de la extrema derecha, más que en Europa donde, en los últimos cincuenta años, la amenaza directa de experiencias que se reclamaban del socialismo no tuvo la misma prevalencia que en Latinoamérica. Katz muestra también la importancia de los movimientos evangélicos, extremadamente reaccionarios, y la reivindicación por la extrema derecha latinoamericana de la supremacía blanca de origen europeo y especialmente ibérico. La extrema derecha latinoamericana magnifica la colonización, desde Cristóbal Colón, como una obra civilizadora. Eso favorece las conexiones estrechas de la extrema derecha de varios países latinoamericanos con el partido Vox de España, que hace lo mismo.
Claudio Katz muestra también que, en ciertos casos, especialmente el bolsonarismo en Brasil, la extrema derecha que logró conquistar el gobierno en 2019 hasta la reelección de Lula da Silva en 2022, probó su capacidad para movilizar a las masas. Y a pesar de su derrota electoral, el bolsonarismo mantiene una capacidad de movilización de masas como lo demostró en febrero de 2024, al reunir en São Paulo cerca de 200.000 personas. En el discurso de la extrema derecha latinoamericana, la represión extremadamente dura con respecto a las clases «peligrosas» y a los delincuentes es una característica importante. Es el caso del gobierno de Nayib Bukele en El Salvador, [2] quien procedió a numerosas ejecuciones extrajudiciales y quien creó la mayor prisión de toda América Latina en nombre de la lucha contra el narcotráfico. También podemos citar la utilización de Jair Bolsonaro de las milicias de los barrios populares, especialmente en Río de Janeiro.
Un tema muy interesnte de la segunda parte del libro de Katz aborda una reflexión sobre el fascismo y sobre la extrema derecha actual. No entraré en los detalles de los conceptos que utiliza Katz, dejo que el lector descubra ese interesante aporte sobre la materia.
A continuación, y siempre en la segunda parte, Claudio Katz toma varios ejemplos de diferentes países en los que analiza la política de la extrema derecha. Toma el ejemplo del Brasil de Bolsonaro, después de Bolivia, seguida de Venezuela, de la Argentina de Javier Milei, de Colombia, luego de Perú, continuando con algunas referencias a Nayib Bukele en El Salvador y a la situación de Ecuador y Paraguay, con solo algunos párrafos. Entre los elementos que explicarían el aumento importante de la extrema derecha están, naturalmente, las decepciones de un sector de las clases populares en relación a las experiencias de los gobiernos progresistas, pero también la actividad del imperialismo estadounidense, de las iglesias evangelistas y la falta de una reacción firme de los gobiernos progresistas con respecto a esa amenaza. Katz muestra que cuando ha habido una reacción muy firme, particularmente en Bolivia, eso dio resultados.
Latinoamericana: un progresismo tardío moderado, a menudo llevado al gobierno por medio de grandes movilizaciones
Con la parte 3, Claudio Katz aborda las experiencias de los gobiernos progresistas. Comienza por constatar que hubo una ola progresista que comenzó en 1999 y terminó en 2014. Fue seguida de un reflujo conservador que provocó movilizaciones populares en un cierto número de países y que desembocó, a partir de 2021-2022 sobre todo, en una nueva ola progresista. Katz subraya que esta nueva ola progresista es menos avanzada con respecto a la del período 1999-2014. Estos nuevos gobiernos progresistas llevan a cabo políticas mucho menos radicales que las que realizó Hugo Chávez en Venezuela (1999-2012), Evo Morales en su primer período presidencial en Bolivia (2005-2011) o Rafael Correa en Ecuador (2007-2011). Esta nueva ola progresista menos radical incluye países a los que no afectó la anterior, como México, Colombia desde 2022 con el gobierno de Gustavo Petro o Chile con el gobierno de Gabriel Boric.
Claudio Katz analiza sucesivamente la reciente experiencia, desde comienzos de 2023, del retorno de Lula a la presidencia de Brasil y después la asunción de Gustavo Petro a la presidencia de Colombia. Hace un balance de Alberto Fernández, presidente de Argentina desde 2019 hasta la victoria de Javier Milei a finales de 2023. Katz analiza la política de Andrés Manuel López Obrador en México desde 2018, la de Gabriel Boric en Chile y finalmente, la de Pedro Castillo en Perú, que fue derrocado en 2022.
En resumen, lo que resulta de los gobiernos progresistas del período entre 2918-2019, en el caso de México y de Argentina, y luego en el período 2021-2022 para Brasil, Colombia, Chile y Perú es su falta de radicalidad, la continuación mayoritaria del esquema extractivista/agroexportador y que ningún tratado de libre comercio fuera anulado. Katz es particularmente duro en su crítica con respecto al gobierno de Gabriel Boric en Chile y de Pedro Castillo en Perú. Dejo a los lectores y las lectoras leer los argumentos de Claudio Katz, que comparto ampliamente.
La política internacional de Lula
A continuación, Claudio Katz, permaneciendo en la parte 3, aborda la política internacional y regional de algunos gobiernos progresistas y especialmente del que es el más importante en el ámbito económico, Brasil. Katz demuestra que Lula es favorable al tratado del Mercosur y de la UE. Una de las razones que empuja a Lula a reducir la deforestación de la Amazonía es responder a las exigencias de la UE que, a su vez, está bajo la presión de los grupos de cabildeo industriales europeos, pero también de las protestas en los países de Europa por parte de los movimientos sociales y de los agricultores que hablan de la competencia desleal de los exportadores brasileños. Existen exigencias ambientales adelantadas y, por supuesto, Lula desea reducir la deforestación bajo la presión de los pueblos originarios y de los movimientos ecologistas. Sin embargo, la mayor presión proviene de la exigencia de la UE, ya que quiere poner en marcha el tratado Mercosur-UE.
Yo agrego que la izquierda, en Europa, se opone a ese tratado. También hay que señalar que la izquierda de los movimientos sociales, la izquierda ecologista, los movimientos de los pueblos originarios de América Latina y del Mercosur se oponen a la firma de ese tratado que continúa en negociación desde hace años.
Por otra parte, Claudio Katz explica que el gobierno de Lula desea la adopción de una moneda de cuenta (o unidad de cuenta) entre los países del Mercosur como una forma de reducir la utilización del dólar entre estos países. Sería importante para reforzar las relaciones económicas entre Argentina y Brasil, puesto que Argentina no tiene reservas de cambio y Brasil, que exporta mucho a Argentina, necesita que este país le compre sus mercancías. La principal presión viene del gran capital industrial brasileño, muy fuerte en la industria automovilística, para la cual el mercado argentino es muy importante. Por lo tanto, la adopción de una unidad de cuenta en el Mercosur, y especialmente entre Argentina y Brasil, permitiría a Argentina prescindir del dólar que, por cierto, no posee en cantidades suficientes, y poder importar productos brasileños.
El Brasil de Lula está también interesado en explotar el yacimiento de Vaca Muerta en Argentina y de petróleo de esquisto y gas de Lutita (NdeT), a lo que se oponen los movimientos sociales, la izquierda y los movimientos ecologistas argentinos. La idea de Lula es importar el gas por vía de un gasoducto que llegaría al sur de Brasil, especialmente a Porto Alegre, y que reemplazaría el aprovisionamiento de Brasil en gas proveniente de Bolivia, ya que las reservas bolivianas están por agotarse a gran velocidad. Katz también explica que Lula querría que Bolivia y Venezuela entraran en el Mercosur.
Hay que señalar que en este libro Claudio Katz no utiliza el aporte teórico del economista marxista brasileño Rui Mauro Marini[Ruy Mauro Marini (1973) The Dialectics of Dependency, Monthly Review, New York, 2022 https://monthlyreview.org/
]]a propósito del subimperialismo brasileño, o del imperialismo periférico brasileño, y de su papel en relación a sus vecinos. Dicho esto, Katz lo hizo en otras obras [3] pero ese enfoque hubiera sido importante para los lectores y lectoras de este libro. Una segunda ausencia en el libro de Katz (pero no se puede escribir sobre todo) son los BRICS, el papel de Brasil en este grupo y las expectativas de Lula con respecto a estos.
No es una dimensión marginal del conjunto de la problemática lo que aborda Claudio Katz en su libro; el rol de los BRICS, la cuestión de la adopción o no de una moneda común y el rol del nuevo banco de desarrollo con sede en Shanghái, presidido por la expresidenta de Brasil Dilma Rousseff, sucesora de Lula, pienso que ameritaba un desarrollo en este libro.
os límites de las políticas de los gobiernos progresistas
Continuando en la parte 3, vemos que Claudio Katz, después de haber abordado la política con el Mercosur, los tratados de libre comercio y la relación económica con Estados Unidos, vuelve a tratar la política de China en América Latina. Es una parte muy interesante que llevaría demasiado tiempo resumir aquí, pero que es importante conocer. Comparto también su opinión sobre el hecho de que los gobiernos progresistas no estuvieron a la altura del desafío que representa la cuestión de la deuda y de la necesidad de auditar las deudas reclamadas a Latinoamérica y estoy de acuerdo con el hecho de que el Brasil de Lula durante sus primeros mandatos, a comienzos de los años 2000, saboteó el lanzamiento del Banco del Sur. Recientemente, dediqué un artículo en el que retomo en detalle cómo Lula saboteó la puesta en marcha del Bancodel
En términos de alternativas, Claudio Katz afirma que, si los gobiernos progresistas hubieran querido realmente ensayar la puesta en marcha de una política continental alternativa al modelo neoliberal extractivista exportador, deberían haber creado de forma conjunta una empresa pública latinoamericana para explotar el litio.
Claudio Katz afirma también que sería necesario que los gobiernos progresistas adoptaran una política de soberanía financiera, saliéndose del tipo de endeudamiento actual y del control que ejerce el FMI sobre la política económica de numerosos países de la región. Katz afirma que habría que hacer una auditoría general de las deudas y que algunos países, los más frágiles, deberían suspender el pago de sus deudas. Dice que, si esto no se hace, no habrá ningún medio de poner en marcha una alternativa. Afirma que sería necesario retomar la vía, dejada en el abandono, del Banco del Sur para crear una nueva arquitectura continental. En eso también, solo podemos compartir su punto de vista.
Los debates de la izquierda latinoamericana.
En la parte 4 de su libro, Claudio Katz aborda los temas de debate en el seno de la izquierda latinoamericana y, especialmente, la actitud a adoptar frente a la extrema derecha y frente a los gobiernos progresistas con sus límites.
Katz afirma que es un deber expresar críticas claras con respecto a los gobiernos progresistas sin equivocarnos de enemigo. Es necesario, en primer lugar, luchar contra las políticas y las fuerzas de derecha, contra las intervenciones imperialistas, particularmente, las de Estados Unidos, y también contra la política que desea China en la región, pero no hay que limitarse a eso. También hay que analizar y criticar, cuando sea necesario, los límites de la política de los llamados gobiernos progresistas. Katz muestra la enorme responsabilidad de la gestión del presidente Alberto Fernández en Argentina a partir de 2019, con la victoria del anarcocapitalista de extrema derecha Javier Milei.
En relación a esas políticas retomo la cita muy correcta de Claudio Katz que dice «Es necesario recordar que la opción de izquierda se forja señalando que la derecha es el enemigo principal y que el progresismo fracasa por impotencia, complicidad, o falta de coraje ante su adversario. No hay que confundir la derecha en el gobierno con los gobiernos progresistas y decir que son lo mismo. Hay una distinción fundamental entre las dos opciones y si lo olvidamos, seremos incapaces de concebir una alternativa y una política correcta».
«El progresismo fracasa por impotencia, complicidad o falta de coraje ante su adversario» Claudio Katz
Para ejemplificar lo dicho, Katz explica cómo la incapacidad de una parte de la izquierda en Ecuador para ver el peligro que representaba la elección de Lasso provocó la victoria del banquero en 2021, mientras que una alianza entre las izquierdas podría haber dado un resultado diferente. Como ejemplo positivo muestra que, por el contrario, la comprensión que tuvo el Partido por el Socialismo y la Libertad (PSOL) en 2020-2022 sobre la importancia de combatir prioritariamente el peligro de una reelección de Jair Bolsonaro. La decisión de llamar a votar desde la primera vuelta por Lula fue apropiada, ya que permitió vencer a Bolsonaro. Porque, efectivamente, la victoria de Lula sobre Bolsonaro fue por muy pocos votos y si el PSOL no hubiera hecho ese llamamiento hubiese sido muy posible que ganara nuevamente Bolsonaro. Una gran mayoría de los votos para Lula provenían de su base electoral, pero el aporte del PSOL fue importante, aunque no fuera masivo, para darle la ventaja necesaria.
También explica que frente a Javier Milei, por lo tanto hace muy poco tiempo, a fines de 2023, hubo un debate en la izquierda radical argentina y una parte de ella no quiso, para la segunda vuelta, hacer un llamado para que se votara a Sergio Massa, un candidato peronista neoliberal frente a la extrema derecha de Javier Milei. Katz tiene mucha razón en plantear esta cuestión y señalar la importancia de hacer frente a la derecha. De todas maneras, lo cierto es que, a pesar de que toda la extrema izquierda argentina reunida en el FIT-U hubiera llamado a votar por el candidato peronista, no se hubiera impedido la victoria de Milei, dado que fue por un porcentaje muy importante.
Con el ejemplo de Chile, Katz señala que la gran movilización de la izquierda en 2021 para evitar la victoria del candidato de extrema derecha pinochetista José Antonio Kast en la primera vuelta, permitió la elección del candidato de la izquierda Gabriel Boric en la segunda vuelta. Después, la moderación de Boric y sus titubeos, llevaron a la derrota al nuevo proyecto de constitución que, sin embargo, era muy modesto. Al presentarlo Boric como demasiado radical, finalmente reforzó el discurso de la derecha; y continúa haciéndole concesiones.
Claudio Katz y el «eje radical»: Venezuela, Bolivia y Nicaragua
Después de haber analizado las políticas de los gobiernos progresistas, Katz aborda lo que él llama el eje radical. Según mi opinión es una parte del libro poco convincente. Alinea Venezuela, Bolivia y Nicaragua en esa categoría, pero no entiendo por qué Katz incluye a Nicaragua. Sin embargo, explica que el único punto en común entre esos tres países es que constituyen la diana del imperialismo estadounidense. No creo que se pueda definir a un país como componente de un eje radical simplemente por el hecho de que Washington combate a su gobierno.
Hubiera sido mucho mejor que hubiese elaborado una categoría específica para Nicaragua. En este país hubo una auténtica revolución que llegó a la victoria en 1979. Después de diez años de gobierno sandinista, se produjo una derrota electoral en febrero de 1990. Eso marcó el comienzo de un proceso de degradación del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) bajo la dirección de Daniel Ortega. Esa evolución fue seguida por una verdadera traición al proceso revolucionario anterior mediante una alianza de Ortega con la derecha, incluida la más reaccionaria, sobre diferentes cuestiones y especialmente sobre el aborto. También se tendría que citar el viraje pro Washington y pro FMI del gobierno de Daniel Ortega.
Por otra parte, fue esa sumisión al FMI la que produjo una rebelión popular en abril de 2018. Hasta ese momento, el régimen de Daniel Ortega se entendía muy bien con Estados Unidos y con el FMI. Pero el FMI quiso una reforma de las pensiones y eso desencadenó la revuelta de sectores populares y, especialmente, de la juventud. Revuelta que Daniel Ortega reprimió de manera absolutamente brutal como, por otro lado, lo denuncia, de manera correcta Katz en este libro y en un artículo de 2018. Fue después de esa represión criminal del movimiento social que Washington decidió oponerse frontalmente al régimen de Ortega. Felizmente, Claudio Katz critica la represión librada por Ortega y no esconde tampoco que el gobierno de Ortega reprimió después a todos los candidatos y las candidatas que querían presentarse contra su gobierno en las siguientes elecciones. Incluso envió a prisión, como lo denuncia Katz, a antiguos dirigentes revolucionarios. Desgraciadamente, Katz no hace un análisis global de lo que pasa en Nicaragua.
El análisis que Katz hace del proceso en Bolivia es muy correcto según mi opinión. Por el contrario, sobre Venezuela, suaviza fuertemente sus críticas con respecto al gobierno de Nicolás Maduro. Habla de chavismo en general, como si Maduro constituyese la prolongación de la política de Hugo Chávez, mientras según mi opinión, existe una ruptura entre la política llevada a cabo por Chávez hasta su muerte en 2013 y la política introducida por Maduro. Ciertamente, Nicolás Maduro refuerza las debilidades e incoherencias que ya existían en la política seguida por Chávez, pero los elementos más problemáticos de la política de Chávez fueron amplificados por la consolidación de la «boliburguesía». Por otro lado, Claudio Katz la crítica y no obvia que hay un componente importante en el gobierno de Maduro constituido por un nuevo sector capitalista, nacido de las entrañas del chavismo. Pero, desgraciadamente, Katz habla muy poco de la represión de las luchas sociales y del movimiento obrero. No critica la manera con la que Maduro combate a sus antiguos aliados, como el Partido Comunista venezolano, al que casi ha puesto en la ilegalidad.
Claudio Katz y Cuba
Después de haber abordado lo que Claudio Katz denomina el «eje radical», que estaría constituido por Venezuela, Bolivia y Nicaragua, pasa a analizar Cuba. Nuestro autor muestra correctamente hasta qué punto Cuba constituye un ejemplo, una referencia y una esperanza para una gran parte de la izquierda latinoamericana y podríamos decir, incluso más allá de América Latina. Nos muestra que hay una evolución hacia el fortalecimiento de las desigualdades, aunque pone el acento sobre lo que llama la «proeza» del gobierno cubano para afrontar el bloqueo y los problemas a los que la economía se ve confrontada. A pesar de compartir ampliamente una parte del análisis que hace Katz de Cuba, se puede señalar que adopta una posición insuficientemente crítica en relación a las relaciones de las autoridades cubanas con el pueblo durante los últimos años, especialmente, en el momento de las importantes protestas, de las que habla Katz, en particular la del 11 de julio de 2021.
No habla del hecho de que el gobierno cubano respondió de manera torpe, en un primer momento, a la protesta del 11 de julio, llamando a los comunistas a movilizarse en la calle. Lo cierto es que esa medida fue rápidamente abandonada porque podría haber terminado en enfrentamientos cuyo final habría sido nefasto. Claudio Katz no habla de eso en absoluto ni tampoco de la ola de condenas extremadamente duras pronunciadas por la justicia cubana contra una serie de manifestantes. Condenas que van de 5 a 20 años de prisión y que tienen por objetivo intimidar a los potenciales protestatarios. Por supuesto, Cuba está bajo la permanente amenaza, y totalmente concreta, de una intervención directa de Estados Unidos. Por supuesto, los efectos del embargo decretado por Washington desde 1962 son totalmente palpables. Existe la injerencia de Estados Unidos en los asuntos internos de Cuba, pero el recurso a condenas tan duras merece ser criticado o, en todo caso, mencionado. Katz tendría que haber hablado de esas condenas y dar su punto de vista.
En cuanto al futuro, Claudio Katz tiene razón en decir que no es simplemente la participación popular y el control obrero los que podrían arreglar los problemas de Cuba. Los problemas de la economía cubana son de tal naturaleza que no se resuelven solamente con una mayor participación popular y ciudadana. Sería necesario optar por una política económica, en un contexto totalmente desfavorable, que responda verdaderamente a los problemas de la economía cubana y plantearse la cuestión de la prioridad otorgada al turismo. Esa prioridad es fuente de una nueva dependencia con respecto a la entrada de divisas generada por el turismo, a pesar de los enormes costes que implica: importación, por ejemplo, de alimentos y otros productos necesarios para la industria turística.
Comparto, no obstante, la opinión de Claudio Katz sobre el hecho de que no hay, hasta este momento, reconstitución de una clase capitalista en Cuba. La dirección cubana no quiere la restauración del capitalismo. Es necesario no confundir la posibilidad de que haya, en el marco del sistema cubano actual, una acumulación de riqueza debido a las actividades privadas, con el nacimiento de una verdadera clase capitalista capaz de fijarse como objetivo la toma del poder en Cuba. Por el contrario, hay que plantearse la cuestión del riesgo de que un sector de la burocracia cubana considere que solo existe la vía de la restauración del capitalismo, según el modelo vietnamita o chino, que permita un crecimiento económico. En ese caso, una parte de la burocracia podría fijarse como objetivo convertirse en una nueva clase capitalista, pero eso no ha pasado. Eso no quiere decir que esos sectores no existan, pero por el momento, no están a la cabeza del gobierno cubano. Lo que es seguro, es que el gobierno cubano está frente a una especie de impasse: no se ha optado por la restauración capitalista, pero al mismo tiempo, no encuentra los medios para adoptar una política económica y una política de funcionamiento de la sociedad que asegure una mayor participación ciudadana, permitiendo a Cuba mantenerse en un marco no capitalista duradero, pero mejorando las condiciones de vida de la población. Es un desafío extremadamente difícil de solventar, pero que todavía es posible en la Cuba actual. De todas maneras, frente a la política agresiva del imperialismo estadounidense es necesario solidarizarse y defender las conquistas de la revolución cubana.
Las movilizaciones populares
Claudio Katz considera correctamente que hubo un ciclo progresista prolongado entre 1999 y 2914. Se puede discutir si ese ciclo terminó en 2014 o antes, en 2011, 2012 o 2013, pero eso poco importa, el ciclo duró entre una docena y una quincena de años, entre la elección de Hugo Chávez a fines de 1998 y el reflujo que se vivió en varios países de América Latina. Entre 2014 y 2019 se constató un retorno de los gobiernos de derecha, que aplicaban políticas neoliberales duras, que dieron lugar a una sucesión de grandes movilizaciones populares. Ese fue el caso de Bolivia, Chile, Colombia, Perú, Honduras, Guatemala y Haití.
Esas grandes movilizaciones populares de 2019-2020 desembocaron, a excepción de Haití y de Ecuador, en la llegada al gobierno de fuerzas progresistas de centro izquierda que modificaron la situación predominante de los gobiernos de derecha. Es así como en 2023-2024 el 80% de la población de América Latina vive en países con mayoría progresista. Es muy importante indicar, como lo hace Claudio Katz, que las victorias electorales de las fuerzas progresistas en Bolivia, Colombia, Chile, Perú, Honduras y Guatemala solo fueron posibles gracias a las enormes movilizaciones populares que las precedieron.
Argentina, Brasil y México
Como lo señala Claudio Katz, hay que agregar tres países, los más poblados, a esa lista de países con gobiernos progresistas, como México desde 2018, Argentina entre fines de 2019 y fines de 2023 y Brasil desde enero de 2023. En el caso de estos tres países los gobiernos no llegaron al poder como consecuencia de grandes movilizaciones populares. En Argentina, el gobierno de Alberto Fernández que comenzó en 2019 no estuvo precedido por enormes movilizaciones populares, aunque sí las hubo contra el gobierno neoliberal de Mauricio Macri, que presidió el país de 2015 a 2019.
En el caso de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) llegó al poder sin que hubiera manifestaciones masivas en su apoyo en el año o dos años que precedieron a su elección. Es cierto que algunos años antes hubo importantes movilizaciones en las que tuvo un papel. Esas movilizaciones se oponían al fraude electoral que había impedido que AMLO accediera a la presidencia. En el caso de Lula, su vuelta al poder como presidente a inicios de 2023, tampoco fue el resultado de una enorme movilización popular. Fue el resultado en las urnas de la política desastrosa del gobierno de extrema derecha de Jair Bolsonaro y, especialmente, su gestión calamitosa de la pandemia de coronavirus.
Bolivia, Chile, Colombia, Honduras y Guatemala
Por el contrario, en los casos de Bolivia, Chile, Colombia, Honduras y Guatemala, los gobiernos progresistas surgieron de grandes movilizaciones populares que los precedieron.
Ecuador, Haití y Panamá
Finalmente, como lo remarca Claudio Katz, hay tres países donde hubo enormes movilizaciones en las calles, repetitivamente, pero que no desembocaron en una victoria electoral de la izquierda o del centro izquierda. Esos tres países son Ecuador, Haití y Panamá. En Ecuador, hubo una enorme movilización popular en octubre de 2019 que permitió evitar un programa del FMI que consistía, particularmente, en un aumento importante del precio de los combustibles. Eso condujo a la derrota del gobierno de Lenín Moreno y del plan del FMI en 2019, pero no continuó, en las elecciones de 2021, con una victoria de la izquierda. Y eso pasó, principalmente, por las razones antes invocadas en el libro, es decir, la división de la izquierda entre la CONAIE y el movimiento político de Rafael Correa en abril de 2021, que permitió que fuera elegido presidente Guillermo Lasso.
Hubo una segunda escalada de luchas populares en junio de 2022, contra Guillermo Lasso, quien también, como su predecesor Lenín Moreno tuvo que hacer importantes concesiones al movimiento popular, del que di cuenta en el epílogo que escribí para el libro Sinchi, que trata sobre la rebelión de junio de 2021, publicado en la web de la revista Contretemps (en francés).
Esa enorme movilización popular, en la que la CONAIE tuvo un rol clave, con otros sectores de la población tampoco consiguió la victoria de un gobierno de izquierda en las elecciones que se hicieron después. En esa elección la división entre la CONAIE y el movimiento ligado a Rafael Correa, llamado «correísmo», permitió nuevamente la llegada al poder de un multimillonario del sector bananero y del extractivismo: Daniel Noboa.
Luego, está el caso de Haití, con movilizaciones extremadamente fuertes, repetitivas, paro con una crisis política permanente, sin solución y sin la llegada al poder de un gobierno de izquierda.
Finalmente Panamá, con enormes movilizaciones del sector de la enseñanza que continuaron en 2023, con masivas movilizaciones victoriosas de diferentes sectores de la población (entre los cuales los docentes, aunque participaron todos los sectores populares) contra un enorme proyecto minero a cielo abierto. Sin embargo, tampoco desembocó en la victoria de un gobierno de izquierda. En las últimas elecciones, fue elegido un presidente de derecha: José Raúl Mulino.
Las alternativas
La última parte del libro de Claudio Katz trata sobre las alternativas. Es necesario señalar que, de manera pertinente, afirma que hay que, al mismo tiempo, resistir a la dominación ejercida por el imperialismo de Estados Unidos y resistir a la dependencia económica que ha generado China mediante los acuerdos que se firmaron con América Latina. Claudio Katz afirma que se debe actuar en relación a esos dos desafíos si se quiere encontrar una vía latinoamericana al desarrollo, si se quiere mejorar los ingresos de los sectores populares y si se quiere reducir la desigualdad en la región; dice que se trata de dos batallas diferentes, que los dos enemigos no son idénticos, pero que ambas se deben librar. En relación a Washington, se trata de recuperar la soberanía y en relación a China, de reaccionar a lo que llama una «regresión productiva», generada por los tratados firmados con Pekín. Una «regresión productiva» quiere decir una reprimarización de la economía.
Efectivamente, como ya lo explicamos, Latinoamérica está especializada, en su relación comercial con China, en la exportación de materias primas no transformadas, mientras que se importan de China productos manufacturados. Katz considera que hay que replantear los tratados de libre comercio firmados con China. Considera que América Latina debería negociar en bloque con China, lo que no es, en absoluto, el caso. Por el momento, los gobiernos latinoamericanos, siguiendo los deseos de sus clases dominantes locales, firman acuerdos con la potencia asiática. Como esas clases dominantes se especializan ampliamente en negocios de importación/exportación, encuentran en esos tratados sus ventajas.
Pero eso está impidiendo la diversificación de las economías latinoamericanas y la recuperación de su industrialización, por lo tanto sería necesario, según Claudio Katz, renegociar los acuerdos con China de manera que ésta haga inversiones en la producción manufacturera y no, simplemente, en las industrias extractivas primarias. Se debería reindustrializar, América Latina debería obtener transferencias tecnológicas para poder recomenzar un ciclo de desarrollo industrial diversificado.
Mientras los gobiernos actuales y las clases dominantes no adopten una política alternativa a las determinadas por sus relaciones con Estados Unidos o con China, hay que volver a las movilizaciones de los movimientos sociales. Katz pone el ejemplo del posicionamiento y de las acciones llevadas a cabo por las organizaciones de la red mundial de La Vía Campesina, fuertemente presente en América Latina. Esta organización mundial integró en su programa el rechazo a los tratados de libre comercio.
Los movimientos sociales y las redes internacionales
Claudio Katz toma nota de que las grandes movilizaciones de fines de los años 1990 y comienzos de los años 2000, en el marco del FSM, de las luchas contra la OMC en Seattle, las luchas en Europa contra el acuerdo multilateral de inversiones (AMI) que se estaba negociando en el marco de la OCDE, acabaron, desgraciadamente, y que una serie de tratados de libre comercio fueron finalmente firmados. Recordemos que las movilizaciones, especialmente en América Latina en 2005, habían logrado una victoria contra el acuerdo de libre comercio de las Américas (ALCA), deseado por el gobierno de George W. Bush. Desde entonces, no hubo grandes movilizaciones y en el marco del proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, China consiguió imponer toda una serie de acuerdos de libre comercio con los países latinoamericanos, o está en camino de firmar nuevos acuerdos con los países que aún no los firmaron. También hay acuerdos de libre comercio firmados con otras potencias. En cuanto a los acuerdos con China, Claudio Katz menciona los acuerdos firmados por China: con Chile en 2004, con Perú en 2009, con Costa Rica en 2010 y más recientemente, con Ecuador en 2023, con un gobierno particularmente de derecha.
Frente a todo eso, Katz dice justamente que es necesario lograr la recreación de los espacios de unidad regional desde abajo para relanzar una gran dinámica de movilizaciones. En cuanto a los objetivos, afirma correctamente que se trata de recuperar la soberanía financiera, gravemente perjudicada por el endeudamiento exterior y por el control que ejerce el FMI sobre la política económica. Según Katz, es necesario imponer una auditoría general de las deudas y la suspensión del pago de las mismas por parte de los países sometidos a un endeudamiento muy elevado, con el fin de poner los cimientos de una nueva arquitectura financiera. También hay que avanzar hacia la soberanía energética mediante la creación de grandes entidades interestatales para liberar sinergias y poner en común una gran cantidad de recursos naturales, explotarlos conjuntamente y, en especial, creando una empresa pública latinoamericana de explotación y transformación del litio.
Claudio Katz afirma que la alternativa debe ser una estrategia hacia el socialismo. Según Katz, Hugo Chávez tuvo el mérito de reafirmar la actualidad de la perspectiva socialista y después de su muerte, ninguna otra persona lo reemplazó en esa perspectiva. Nuestro autor también afirma que es necesaria una estrategia transitoria para romper con el sistema capitalista y que hay que luchar contra el imperialismo estadounidense lanzado hacia una nueva guerra fría contra Rusia y China. Igualmente, es necesaria la lucha contra la extrema derecha y contra la adaptación de la socialdemocracia a las políticas neoliberales. Esta adaptación de la socialdemocracia favoreció, según Katz, el fortalecimiento de la extrema derecha.
La necesidad de un programa radical, revolucionario, de transición anticapitalista
Claudio Katz llama a la necesidad de implementar un programa «radical, revolucionario, de transición anticapitalista» y agrega: «esa plataforma implica la desmercantilización de los recursos naturales, la reducción de la jornada de trabajo, la nacionalización de los bancos y de las plataformas digitales con el fin de crear las bases de una economía más igualitaria». Katz parte de la constatación de que no hay en la actualidad victorias revolucionarias simultáneas o sucesivas como pasó en el siglo veinte con la sucesión de revoluciones victoriosas en la Rusia zarista, en China, en Vietnam y en Cuba. No obstante, cree que se debe reafirmar que solamente una respuesta socialista a la crisis del capitalismo puede ofrecer una verdadera solución a la humanidad. También afirma que América Latina perdurará y que constituye una región del mundo de donde puede surgir una renovación de la búsqueda de alternativas de tipo socialista. Y esto a pesar de que un proceso como el del ALBA, asociación entre Venezuela, Bolivia y Ecuador, lanzado por Chávez al comienzo de los años 2000, está en repliegue.
Conclusión: Un libro indispensable
En resumen, el libro de Claudio Katz es una lectura obligatoria para las personas militantes y también para aquellas investigadoras que quieran comprender la situación actual de América Latina desde un punto de vista político, económico y social. El interés sobre el enfoque de Claudio Katz es que no solo analiza las políticas seguidas por los gobiernos de las grandes potencias, ya sea Estados Unidos, China u otras grandes potencias, sino que analiza las políticas de las clases dominantes de la región latinoamericana, estudia la dinámica de las luchas sociales y finalmente, considera que solamente desde abajo se puede reinventar e implementar un proyecto socialista.
Podemos lamentar, con razón, que la dimensión de la crisis ecológica y la urgencia que se plantea en la búsqueda de soluciones en un marco socialista, no es suficientemente central en este libro, incluso en las conclusiones. Sin embargo, queda claro que Claudio Katz apoya una gestión ecologista socialista, pero su libro sería más contundente si hubiera desarrollado este aspecto en diferentes lugares de su reflexión.