El Sur Global perdió 152 billones de dólares desde 1960 debido al intercambio desigual
Dylan Sullivan
Los teóricos de la dependencia y del sistema-mundo han argumentado por mucho tiempo que el “intercambio desigual” es un determinante clave de la desigualdad global. Dado que los salarios y el precio de los recursos naturales son mucho vas bajos en el Sur Global que en el Norte, los países pobres deben exportar muchas más unidades de trabajo incorporado y recursos que lo que ellos importan con el fin de tener un comercio balanceado en términos monetarios. Esto genera una transferencia constante de trabajo y ecología desde la periferia hacia el centro, desarrollando a este último, pero empobreciendo al primero.
En un reciente trabajo publicado en New Political Economy que coescribí junto a Jason Hickel, de la Universidad de London y Huzaifa Zoomkawala, un analista de datos basado en Karachi, cuantificamos el valor que ha sido apropiado del Sur a través del intercambio desigual desde 1960. Para esto, usamos un método desarrollado por el economista Gernot Köhler.
Köhler propone que se puede usar el tipo de cambio de paridad de poder adquisitivo (PPA) construido por el Banco Mundial para evaluar las exportaciones del sur a los precios de los del Norte. Al sustraer el precio de mercado que el Sur en realidad recibe por sus exportaciones, podemos medir las mercancías apropiados por los estados imperialistas, en términos de los precios del Norte de esas mercancías.
Al usar el método de Köhler, encontramos que en el 2017 las “economías en desarrollo y emergentes”, como son definidas por el FMI, perdieron 2.2 billones de dólares en bienes que fueron a las “economías avanzadas”. Esto representa una enorme perdida para el Sur. Estos recursos pudieron haber terminado con la pobreza extrema más de 15 veces, pero en lugar de eso, fueron transferidos gratis al centro.
Esta ganancia es de enorme beneficio para los centros del imperio. Por ejemplo, en 2017 los Estados Unidos ganaron $2634 por persona gracias al intercambio desigual, mientras el ciudadano promedio australiano recibió $3116 del Sur. Desde 1990, las ganancias anuales en el Norte provenientes del intercambio desigual fueron 5.2% del PBI, lo que es considerablemente más alto que las tasas anuales de crecimiento del Norte. En otras palabras, si no fuera por el despojo imperialista, el ingreso agregado en el Norte hubiera estado reduciéndose por décadas. Los niveles extraordinarios de consumo material que están siendo disfrutados en el Norte están basados en la explotación y la pobreza de la periferia.
En la figura 1 se muestra el valor de la transferencia total desde 1960. En total, el Sur ha perdido $62 billones (en dólares constantes del 2011), lo que equivale al 97% del PBI del Sur en el 2017. Si este plusvalor hubiera estado disponible para el Sur, podría haberse invertido en el desarrollo económico doméstico. Si asumimos que este plusvalor hubiera crecido a la misma tasa que el PBI del Sur, podría ahora ser un equivalente a $152 billones.
Figura 1: Fuga desde el Sur Global, dólares constantes del 2011 (1960-2017)
Nuestros hallazgos indican que esta relación de explotación ha empeorado con el tiempo. La figura 2 presenta una serie de tiempo de la fuga anual de plusvalor desde la periferia en el periodo post-colonial. Durante los años 1960, el Sur perdió alrededor de $38 mil millones anuales, justo encima del 1% de producto del Sur. Sin embargo, a partir del 2005 esta fuga desde la periferia aumentó hasta casi $3 billones, o lo equivalente al 9% del producto.
Este aumento en la escala de transferencia de valor fue dirigido por un asalto imperialista concertado sobre el tercer mundo. Por un lado, los estados del Norte han intervenido para restringir los salarios y precios del Sur. A lo largo de los 1960 y 1970, las potencias Occidentales derrocaron violentamente gobiernos independientes, instalando juntas militares que pulverizaron al trabajo organizado, como en el Congo (1960), Indonesia (1965), y Chile (1973). De manera similar, durante los 1980 y 1990, el FMI y el Banco Mundial (ambos controlados por el G7) forzaron a los países del Sur Global a desregular los mercados laborales y reducir el empleo en el sector público.
Al mismo tiempo, los estados del Norte han buscado preservar el poder monopolista de sus propias firmas, y proteger sus altos precios de la competencia. El FMI, Banco Mundial, y la Organización Mundial del Comercio han presionado al Sur para eliminar las tarifas, destruyendo su sector industrial nacional. Esto ha dado al capital monopólico del Norte un control excesivo sobre el mercado internacional y los términos de intercambio. Estas políticas imperialistas dan cuenta del dramático aumento de la explotación desde 1960.
Desde el 2005, la escala de la transferencia de valor se ha reducido un poco. Pero esta ha sido dirigida casi completamente por un cambio en posición de China. Uno de los pocos países que no fue forzado a hacer un ajuste estructural, y el cual continúa protegiendo su industria doméstica. Para el resto del Sur, el despojo neo-colonial continua en sus niveles históricamente sin precedentes.
Figura 2: Transferencia anual de valor, dólares constantes 2001 (1960-2017)
Una crítica frecuente que se hace a la teoría del intercambio desigual es que las diferencias globales de precio reflejan diferencias en productividad; los trabajadores del Sur son menos eficientes que los del Norte, por lo tanto, sus bajos salarios no brindan un flujo de valor al Norte. Sin embargo, hay poca evidencia de que el Sur sea menos productivo que el Norte cuando se trata de la producción para el comercio internacional. El sector exportador en el Sur está equipado con tecnología avanzada y ultramoderna que es provista por el capital foráneo. De manera similar, los trabajadores del Sur están sujetos a una brutal disciplina Taylorista que es ilegal en el Norte.
De hecho, un estudio sobre las zonas de procesamiento de las exportaciones en México encuentra que los trabajadores mexicanos metalúrgicos, de la electrónica y de la costura, producen de 10% a 40% más producto en una hora que sus respectivas contrapartes estadounidenses. Pese a esta ventaja productiva; encontramos que México pierde $1619 per cápita a través de la subvaloración de sus exportaciones en 2017. Bajos salarios y precios en el sector exportador de México no reflejan la baja productividad, reflejan los desbalances del poder imperialista en el sistema-mundo capitalista.
Estos hallazgos indican que los países ricos continúan confiando en la explotación de tierras y cuerpos del Sur Global con el objetivo de mantener sus altos niveles de crecimiento y consumo. Si quisiéramos acabar con la pobreza y asegurar que todas las personas tengan acceso a los recursos que necesitan para vivir bien, debemos cambiar la estructura de la economía global. Un primer paso importante podría ser un ingreso básico universal global de cinco dólares al día.
Esto podría eliminar la extrema pobreza inmediatamente, y reducir la dependencia del Sur sobre los mercados de exportación dominados por el Norte. Nuestra investigación demuestra que tal transferencia de dinero se debe, no en tanto caridad, sino como compensación por los billones apropiados del Sur desde 1960.